Este semestre nos brindaron la oportunidad de dar una clase denominada proyección profesional, ubicada en los últimos semestres de la carrera y que contempla no solo el área administrativa sino el de humanidades ya que convergen profesiones como comunicólogos, licenciados en administración y Relaciones Industriales.
Desde el momento que me asignaron la materia me agrado, y hasta hoy no me he decepcionado y cada día que pasa siento que le tomo mas aprecio a la clase y al aprendizaje que se da con las y los muchachos.
Seguramente mi estimado lector estará pensado que le pasa a este divanero que hace algunas semanas nos habla de sus padres y ahora de sus alumnos. Mejor que ponga un Facebook y hable de sus gustos y parientes y no utilice esta columna para hablar de cosas personales. El punto es que me encanta dar clases, debido a que me parece una de las vocaciones mas padres e influyentes en el mundo actualmente sobre todo porque implica formación. Sin embargo me gustaría tratar las expectativas, la educación, la juventud y el México que queremos para nuestras futuras generaciones.
Durante más de 20 años en la educación, espero no sonar a burócrata magisterial, he conocido a maestros de una excelente calidad, a docentes muy cumplidos con los programas y a otros tantos que solo imparten la cátedra por el sueldo que perciben. Estoy de acuerdo que cada quien desempeñara su trabajo como mejor le parezca, pero definitivamente estoy convencido de que en la actualidad no solo hay que enseñarles a los chavos y chavas la historia de México, el tipo de cambio, como hacer un balance, un diagnostico, o como hacer una dinámica con el modelo de naciones unidas. Esto cualquiera lo haría. Lo que tendríamos que enseñar son valores no como pericos que solo repetimos lo que escuchamos sin comprenderlo, fomentar el ser emprendedores, apasionarse con lo que desean y sobre todo enseñarlos o motivarlos a encontrar sus propios sueños y que de ellos mismos depende su destino. Desde luego que habrá que inducirlos a que analicen su realidad y que se informen de lo que pasa y que no se avienten como el "Borras", pero esto se dará solamente cuando los alumnos vean en el docente un modelo de identificación, que si les dice que no a la corrupción, no saque copias de libros, que si habla de pasión, viva con pasión su profesión y la contagie, que si hay que leer, lleve un libro, que si dice que la puntualidad es importante no llegue 15 minutos tarde y sobre todo no solo que explique lo que dice, sino que lo viva.
Probablemente este enamorado de mi profesión. Pero ¿Cómo aprende un joven? ¿Qué necesita? ¿Qué lo mueve? Creo que el tratar de ponernos en sus zapatos, hablar su idioma y comprenderlos mejor nos ayudará a saber quienes son, cuales son sus inquietudes, sus miedos y sus deseos, tratando de entender que el México de hace 20 años no es el mismo, ni en el aspecto económico, ni en le político y sobre todo en ámbito de la seguridad.
Sé que le pasa por la cabeza decir, tranquilo mi divanero, es solo una clase, y probablemente tengan razón, pero prefiero convencerme o al menos creer que con una o dos personas que contagiemos de pasión entrega y deseos de trascendencia haremos de México, nuestro querido país, un lugar mejor para vivir, porque quien mejor que los jóvenes para cambiar el rumbo de esta gran nación.
Les comparto una parte de la frase que hiciera famosa Robin Williams en su interpretación en la película "La sociedad de los poetas muertos" dedicada a nuestros jóvenes de hoy.
No busques el final que a ti o a mí nos tienen reservado los dioses (que por otra parte es no "no busques el final que a ti o a mi nos tienen reservados los dioses, y no te dediques a investigar los cálculos de los astrólogos babilonios. ¡Vale más sufrir lo que sea! Puede ser que Júpiter te conceda varios inviernos, o puede ser que éste, que ahora golpea al mar Tirreno contra las rocas de los acantilados, sea el último; pero tú has de ser sabia, y, mientras, filtra el vino y olvídate del breve tiempo que queda amparándote en la larga esperanza. Mientras estamos hablando, he aquí que el tiempo, envidioso, se nos escapa: aprovecha el día de hoy, y no pongas de ninguna manera tu fe ni tu esperanza en el día de mañana".
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