Caras vemos, angustias no sabemos
Es muy común escuchar a las personas referirse a las enfermedades de hoy en día como consecuencia del estrés que vivimos o que está "enferma de los nervios". El término adecuado y más que adecuado médico, es angustia o ansiedad. Efectivamente muchos de los males causados en estos momentos se deben al estrés, pero definitivamente no todos reaccionamos de la misma forma y con la misma intensidad.
Decir que todos nuestros males son psicosomáticos, es decir causados por angustia emocional sería demasiado aventurado, máxime si la gran mayoría de las quejas que tenemos provienen de una diversidad de factores.
¿Quién no ha escuchado a su tía, abuela o pariente lejano quejarse de algún malestar nuevo cada semana o llamar la atención a través de alguna molestia? Seguramente todos o la gran mayoría conocemos a alguien así. Sin embargo habría que definir el concepto de ansiedad o angustia y como pudiéramos identificarla.
Habría que aclarar en primer lugar que existen dos tipos de angustia, una real y otra imaginaria. La primera se presenta cuando existe en el ambiente una amenaza real, como podría ser un fenómeno natural o los fenómenos no tan naturales pero desafortunadamente cotidianos para los laguneros, y que se escucha como si algún párroco de alguna diócesis estuviera festejando a San Judas Tadeo. En la imaginaria es un poco más complicada, debido a que ésta es subjetiva, y está determinada por el aprendizaje o la genética. Aquí puede entrar la gente que se preocupa hasta si Calderón está enojado, o Josefina estudió o no en la Universidad Iberoamericana. En estos casos la gente reacciona con palpitaciones, sudoración en manos, vértigo o al extremo de tener un ataque de pánico o sentir que se está muriendo, sin que esto esté cerca siquiera de suceder.
Entre más primitiva la reacción, más vías de expresión a través del cuerpo. En otras palabras entre más infantil sea el recuerdo del trauma, más malestares aquejarán a la persona, aquí entrarán los malestares como dolor de estómago, de cabeza, mareo, alergias o gripas constantes sin causa física aparente.
Muchos confundimos estos fenómenos de ansiedad con las ya mencionadas enfermedades psicosomáticas, que sin embargo tienen una característica esencial que es la simbolización, que significa que detrás del síntoma hay un problema emocional. Ejemplo de esto es la esposa que quiere reñir con el cónyuge y se siente incapaz de expresar sus afectos y desarrolla una tos o una afonía momentánea, que le sirve como medida para no expresar su enojo. O el novio que está pensando en un negocio turbio o en un encuentro casual con alguna amiga y termina desarrollando un problema en el pie, que represente en el fondo el temor a "dar un mal paso", o el chavo que va a dar clase y se queda afónico un día antes, por el temor a expresar sus sentimientos u opiniones.
Este tipo de padecimientos se supone son más avanzados y según nuestro padre Freud giraban en torno a la problemática edípica, o sea que estaban íntimamente ligados con problemas no resueltos de la infancia como la separación de los padres, la madurez, los miedos infantiles o la necesidad de aprobación o miedo a perder ésta por parte de los padres.
Mención especial merecen las personas denominadas hipocondriacas que expresan una ansiedad por casi todo, y su sistema inconsciente los mantiene "Enfermos" en no pocas ocasiones como medida para llamar la atención de sus seres queridos o cercanos.
Sea cual sea el motivo de su ansiedad o angustia, es importante acudir con un especialista ya que si bien ésta no nos llevara a la muerte, la gente que la padece no me dejará mentir que hay una sensación horrible de morirse o de que algo malo va a suceder, sin que estas cosas no sucedan, pero el simple hecho de que la mente las contemple es un malestar dificilísimo de tratar y sobre todo de sobrellevar.
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