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EL DIVÁN

Lic. José Antonio Miranda Hernández

ENVIDIA DE LA BUENA

¿Quién no ha escuchado alguna vez en su vida, te tengo envidia de la buena? La realidad parece que este tipo de envidia no existe, y que en efecto la envidia es "mala". Hay una escena en la película de los años noventas El Silencio de los Inocentes, en que el psicópata caracterizado por Anthony Hopkins le dice a la detective Clarice Starling interpretada por la guapísima Jodie Foster, que se envidia lo que vemos todos los días, situación que compartimos y por lo tanto el darse todos los días nos remite ineludiblemente a una convivencia o frecuencia en los encuentros.

¿A dónde vamos con esto? Existe en la actualidad un sinnúmero de relaciones, sean éstas de pareja, fraternales, paternas, de trabajo, en el que la envidia hace su aparición y persiste durante un buen tiempo, sin que muchas de las veces ninguna de las partes advierta que convive entre ellos diariamente.

Quién no ha tenido un amigo crítico que demerita lo realizado por el otro con el argumento de que "se le han dado las cosas" o fue "cuestión de suerte" o "tú ya lo tenías resuelto" y la relación persiste porque el amigo "envidiado" toma las palabras de su compañero al pie de la letra aduciendo que si lo quiere porque le da sentido de realidad y además lo hacen centrarse y no creerse mucho.

La madre que no permite que la hija brille debido a que la juventud y la belleza de esta última le causa un sentimiento de envidia por los años mozos que quedaron atrás, por lo que persigue a la hija con tal ahínco que pareciera empleada de Hacienda en tiempos de declaración anual. Dicha mamá se pone los pantalones de la hija, usa sus fragancias, se hace amiga de las amigas de la hija, sintiéndose joven e irrumpiendo en los espacios privados de la hija. Al preguntarle la razón de sus actos, obviamente aducirá que no es ese sentimiento mezquino la que la mueve, sino el cariño genuino por su hija a quien debe proteger, y soltaría la frase maravillosa y novelara "Quien más que tu madre para quererte" cuando en realidad sería "Quien más que tu madre para jugar.

Ahora imagine usted el siguiente escenario, que aunque no lo crea, se da muchísimas ocasiones. El alumno que idolatra al maestro, esté se siente joven de corazón y alivianado con cuentas en twitter y facebook, con el pelo de candidato del partido de la alianza, recitando todo el día la terapia filosófica de moda, que de alguna manera se forma como un modelo de identificación para el chavo estudiante, que deseoso de encontrar un ejemplo a seguir, idolatra al tipo en cuestión y le permite que el docente "chupe" cual vampiro la juventud y la energía del joven, que no se da cuenta de que se le envidia por su capacidad intelectual y sobre todo su capacidad de relacionarse y amar a sus semejantes, cosa que el maestro no ha podido hacer y proyecta sus necesidades y deseos en el alumno.

Sé que por su cabeza electorera, además de spots de Luis Miguel en la incondicional, pasará la idea de que este divanero está publicando casos que no suceden en nuestra bonita sociedad lagunera, y que tanto la madre como el amigo y el profesor no son personas envidiosas, que eso sólo se da en situaciones especiales y con personas enfermas. Pues mi estimado lector fíjese que no, y no porque se tenga la razón, sino que ése es precisamente el problema en cuestión, estamos acostumbrados a ver a la envidia como algo natural y pensar que incluso una dosis de ésta no daña a nadie, y tener este sentimiento es esencia del ser humano y se puede permitir. Desde luego que no, porque sin sonar a candidato de los años 20 el amor no es condicional, ni una relación sana debe pasar por la envidia. Si por la admiración, el respeto, la tolerancia y sobre todo por entender que el otro es individual y que no NOS PERTENECE ni es un objeto al cual yo pueda manipular a diestra y siniestramente, cual votante primerizo en elección.

Les recomiendo analizar bien nuestras relaciones en la medida de lo posible y si encontramos que alguien nos quiere de esa manera, "aguas" igual estamos pagando demasiados intereses por un amor disfrazado de auténtico y en realidad sólo es egoísmo y soledad.

¿Usted qué opina?

Www.nomeenvidiesporserbonita.com

Mi correo electrónico: antoniomiranda72@hotmail.com

Facebook: Toño Miranda, el psicólogo de cabecera.

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