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EL DIVÁN

Lic. José Antonio Miranda Hernández

EL DOLOR Y EL SUFRIMIENTO

Existe en nuestra cultura un temor natural, más bien heredado o aprendido, que es a experimentar el dolor. Obviamente este sentimiento viene acompañado de tristeza, enojo o angustia, lo cual definitivamente para la persona que lo padece no es agradable.

Estamos acostumbrados a hablar y a sentir alegría, emoción, incluso éxtasis y un incremento en la adrenalina que a muchos nos hace sentir vivos, o recordar esos años que estuvieron y ya se nos fueron.

También hemos asociado el dolor con el sufrimiento, cuando los dos son situaciones diferentes, aunque las acompañemos comúnmente, ya que mucha gente piensa que el dolor es injusto al que lo padece y llega a victimizarse, dando paso al sufrimiento.

¿Entonces habría que disfrutar el dolor? ¿Es bueno para la salud? ¿Es más recomendable?

El pensar que tendremos una vida sin dolor y sólo con alegrías es una utopía, y no porque creamos que el pensamiento positivo y sus actitudes positivas no existan, sino porque en el devenir de la vida, encontramos expectativas y éstas a su vez expectativas no cumplidas, además de los fracasos, y sobre todo las pérdidas, que constituyen parte esencial de la vida y que si no las asumimos quedarán como pendientes y no podremos avanzar a etapas posteriores de la vida quedándonos en la inmadurez y con expectativas muchas de las veces infantiles que nos llevarán una y otra vez, ahora sí, al sufrimiento.

En otras palabras el dolor hay que experimentarlo y vivirlo, asumiendo que en ocasiones nuestras expectativas se tendrán que amoldar a la realidad. Un ejemplo de esto es el hombre divorciado en tres ocasiones que sigue buscando a la sirena encantada, que por supuesto no existe y para evitar el dolor, buscará en chicas cada vez más lejos de su edad intentando cumplir su deseo infantil, en vez de asumir su dolor por su expectativa no cumplida y cambiar a unas más reales que sería el amor se construye y se edifica día con día, no es un sorteo de Melate, aun con todo y sus fraudes.

Asumir el dolor, es parte de la madurez, dando tiempo para reflexionar sobre lo que lo ocasionó, tratando de evaluar con mucha serenidad y objetividad qué dañó dentro de nosotros y qué podemos hacer para que esto no suceda si está en nuestras manos o alejarnos del hecho que lo produce, o cuando son pérdidas irreparables tomar nuestro dolor, experimentarlo y poco a poco vivir el duelo correspondiente sin intentar llenar con trabajo, alcohol, relaciones o aventuras nuestro sentimiento válido y natural.

Habrá posturas espirituales que nos digan que el dolor no existe y que surge de algo humano y no espiritual, y tal vez tengan razón, pero en este mundo actual es tremendamente difícil caminar por este sendero sin experimentar un sentimiento tan básico y necesario, diremos nosotros.

Los invito pues a no evadir el dolor, éste muchas veces nos enseñará de qué estamos hechos y qué es lo que realmente nos interesa, en una cultura donde el ser fuerte, guapo y formal así como controlar los sentimientos es la norma y el modelo de éxito, será difícil dejar paso al dolor. Pero de una cosa estoy seguro mi estimado y endeudado lector, que el dolor nos llevará a ser más humanos, no sé si más exitosos, pero sí más completos, congruentes y vulnerables, que ésa parece ser la esencia del ser humano y no fríos, calculadores, competitivos que son muy encomiables en algunos momentos, pero no lo único rescatable del ser humana.

www.eldolornomata.com

Mi correo electrónico: antoniomiranda72@hotmail.com

Facebook: Toño Miranda, el psicólogo de cabecera.

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