LA MUERTE, LA VIDA Y EL SENTIDO
Dicen por ahí que no hay que hablar de cosas que no deseamos porque las podemos llamar o atraer a nuestras vidas aunque no sean cuestiones agradables. Está comprobado científicamente que en lo que nos focalizamos y ponemos nuestra pasión y objetivos tarde o temprano llegará a nuestra vida. Por otro lado hablar de la muerte sería la única cosa segura que tendremos en nuestra vida. Por si o por no diremos "cancelado".
Como profesionales de la salud nos enfrentamos día a día con situaciones tan trascendentales como la muerte y como enfrentarla. Desde luego uno se prepara profesional y éticamente para tratar de dar un servicio que ayuda al paciente con una pena tan fuerte o tan intensa como el deceso de un ser querido. Sin embargo hablando como ser humano es una situación en extremo difícil a pesar de que como decíamos, es el único evento que tendremos seguridad que pasará.
¿Qué es la muerte? ¿Existe Dios? ¿Es injusto? ¿Pasamos a una mejor vida? ¿El infierno es aquí? Son todas estas preguntas que por algún momento de nuestra vida pasan por nuestra mente, encontrando respuestas tan diferentes como cantidad de gente existimos en el planeta. Habrá personas que digan que lo que hay aquí en este mundo terrenal es y se acabó. Algunos otros que digan que éste sólo es un paso a la trascendencia y que existe mucha gente esperándonos al final del camino. Otros más dirán que Dios es un personaje macabro que juega con nosotros y sólo disfruta con nuestro dolor.
Decir que unos están mal o bien, es tan pretencioso como afirmar que Jenny Rivera es una persona culta o tan artista como Angélica María, y por supuesto nadie tendrá la verdad absoluta, por lo que no se deberá juzgar a alguien que piense de tal o cual forma, aunque la verdad La Rivera sí da la impresión de tener como asesor de vestuario al mismo que asesora a los regidores laguneros.
Pero volviendo al tema, ¿Qué hacer con el dolor? ¿Por qué sufrimos? ¿Por qué no encontramos resignación? Se dice, obviamente esto no es más que una teoría, que nuestro dolor proviene del apego y las expectativas. El apego a algo pasajero que consideramos propio, que vimos crecer en el caso de un hijo que compartimos aprendizajes y nos hicieron ver la vida de una manera particular en el caso de los padres o el compañero o compañera de experiencias significativas en el caso de los hermanos. En cuanto a las expectativas, el verlos crecer, el ser abuelos, el estar en su graduación, el formar una familia, el que estén en el momento de casarme, titularme u obtener un gran logro. Todas estas expectativas, perfectamente válidas, aunque muchas de las veces sin la seguridad de ser cumplidas, incluso expectativas que algunos considerarían neuróticas por tener tintes egoístas.
Como lo decimos sólo es una teoría, lo que sí es universal es el dolor, ese dolor que quema los huesos, que no deja lágrimas, que se lleva el alma, que hace que la vida se vea en una dimensión, que los oídos duelan, las sonrisa desaparezcan y que se sienta que la esperanza en un Dios en ocasiones se diluya. Si mi estimado lector ese dolor es universal, como lo manejemos dependerá de nuestro aprendizaje y sobre todo de nuestra fe.
No quiero sonar a sacerdote, rabino o político buscando votos, sólo quiero decir y esto está comprobado por miles de estudios que el creer en un ser superior o estar cercano alguna religión o filosofía de vida ayudará a mitigar y tolerar ese dolor, que jamás desaparecerá es cierto, pero si llegara a darle significado a nuestra existencia.
Sólo una recomendación, no se tarde en dar el abrazo a su hermano, padre, hijo, sin decirle te quiero a esa persona importante, sin tomarse un tiempo para lo realmente valioso. Porque sí, mi estimado lector, una cosa sí es segura, no sabemos cuánto durará, ni cuánto tiempo tenderemos en esta dimensión. Entonces no se tarde. Yo por lo pronto como lo dije alguna vez en este espacio, gracias a mi familia por enseñarme la fe, sobre todo a mis padres con su Modo Fácil de Cenar. Que me podré enojar con ÉL, y podré pensar que es injusto, incluso dejarle de hablar, pero estoy convencido de que algún fin deberá tener, porque no concibo un padre con ganas de fregar a sus hijos… aunque en México sí los halla.
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