HISTÓRICAMENTEel Ejército Mexicano ha sido una institución garante nuestras instituciones y de la salvaguarda de la seguridad e integridad de nuestro país y sus habitantes.
Y LA PAZ SOCIALy la democracia de que hemos disfrutado durante los últimos 90 años, se ha debido incuestionablemente a la lealtad y patriotismo del Ejército y de los miles de hombres y mujeres que lo componen.
EN EL MUNDO CONVULSO del Siglo XX, muy pocos países lograron mantener su paz social y su democracia sin dictaduras, golpes de Estado o asonadas militares; pero como somos por lo general de memoria flaca y olvidadiza tendremos que rememorar, para valorar realmente el país en donde vivimos, el estado de cosas que guardaba México y el mundo por aquellos años.
ESPAÑA SUFRÍA la dictadura militar de Francisco Franco; en Alemania se instauró la criminal dictadura militar de Adolfo Hitler que causó la muerte de más de 50 millones de seres humanos; en Italia el farsante de Benito Mussolini decretó la dictadura fascista sostenida en el ejército; en la Argentina se naturalizó el populismo militarizado con Juan Domingo Perón; en Brasil reinó también la dictadura militar de Getulio Vargas; en Nicaragua se impuso la bota del déspota Anastasio Somoza; en Cuba fue derrotado el sargento Fulgencio Batista para implantarse por el guerrillero Fidel Castro Ruz un sistema democrático que finalmente no se logró; en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se impulsó la dictadura militar del Partido Comunista; de igual manera en los países del Este, los ejércitos impusieron regímenes dictatoriales sostenidos por los militares en Rumania, Checoslovaquia, Polonia y Hungría.
ES DE HACER NOTAR que durante aquel terrible siglo XX, México supo sortear los peligros de un mundo crispado, en donde muchas naciones sufrieron dictaduras sostenidas precisamente por sus ejércitos. Fue México en toda la América Latina, uno de los poquísimos países que evitó las dictaduras militares. Ello debido y en muy primer lugar, a la lealtad y patriotismo de nuestras fuerzas armadas.
TODO ESTO lo traigo a tema con motivo de las acusaciones que la Procuraduría General de la República hizo a dos prominentes miembros del Ejército Mexicano.
Anticipando que yo en lo personal no me atrevería a meter las manos en el fuego por nadie, sí estimo necesario considerar algunos prolegómenos que inciden en el caso de los generales Tomás Ángeles Dauahare y Roberto Dawe González, acusados por el presidente Felipe Calderón, como presuntos responsables de haber tenido nexos de corrupción con el crimen organizado.
EXISTEN DOS HECHOS relevantes en este asunto, primero, que los dos generales tuvieron que ser arraigados. Esta resolución jurídica se usa especialmente cuando el Ministerio Público no tiene ni cuenta, por el momento, con pruebas suficientes como para iniciar un procedimiento penal. Segundo, que la defensa de los militares ha venido sosteniendo que las acusaciones se fundan principalmente en meras "oídas" de los dos testigos protegidos clave en la averiguación.
AHORA BIEN, como que pueden ser responsables los generales, también es posible que no lo sean; pero este tipo de acusaciones y la manera como han sido hechas, causan y causarán sin duda, un grave daño en la confianza y la credibilidad en nuestro Ejército, ya que en supuesto de que no se lleguen a acreditar los elementos constitutivos del tipo del delito, o que no se termine el asunto imponiéndoseles una sentencia condenatoria, el daño a la institución y a sus miembros ya estará hecho y éste será irreversible.
LAMENTABLEMENTE a estas alturas del partido no es conveniente por ninguna razón, de acusar con pruebas insuficientes y debilitar la poca o mucha confianza que la sociedad mexicana pueda tener en las fuerzas armadas.
En ese punto estaríamos jugando con fuego, pues es el Ejército la única institución del Gobierno que está haciendo frente al crimen organizado, (si se quiere con arbitrariedades en algunos casos o violando derechos humanos en otros, cosa sin duda, indebida), pero actualmente es nuestro Ejército el que ha evitado que nuestro país caiga rehén y siervo de los criminales.
SE TRATA EN POCAS PALABARAS, de la última instancia con que cuenta México para no caer en un tipo de dictadura inédita y jamás soñada por el politólogo más imaginativo: la dictadura del crimen organizado.
CUIDEMOS ENTONCES nuestro último cartucho, y no dejemos que se le desprestigie o se ponga en entredicho su institucionalidad de manera anticipada y hasta irresponsable, con base en pruebas no muy convincentes, en testimonios de corruptos protegidos o por las incriminaciones por los amos de los cárteles.
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