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El Espacio de Cerpa

LOS TIEMPOS CAMBIAN

Rodolfo Cerpa

Su majestad de los Juegos Olímpicos entró en acción el viernes pasado donde todos los reflectores estaban en la final de los 100 metros para ver el duelo esperado entre Usain Bolt y su paisano Yohan Blake, donde parecía que los Estados Unidos estarían sólo como simples espectadores.

Aún en el 2011, la curiosidad era que Bolt no tendría inconvenientes en repetir en la capital del Reino Unido sus proezas de Beijing, convirtiéndose en el primer velocista en quebrar tres records mundiales en unos mismos Juegos, pero la aparición de Blake aparentaba que el hombre más rápido que existe en el planeta dejaría de ser la autoridad debido a los antecedentes en enfrentamientos con su compadre.

Honestamente, cuando vi la final de los 200 metros en los Juegos de Atlanta 96, siempre tuve la sensación de que pasarían años luz para que apareciera un valiente en quebrar la marca impresionante que había establecido Michael Johnson, que sólo quedó en los libros durante doce años, encargándose Bolt de eclipsar el registro del norteamericano en la urbe china hace cuatro año colocando después la cereza en el bizcocho en el relevo 4x100 y todavía se dio el lujo de mejorar el resultado de los 20,000 centímetros a 19.19 en Berlín hace tres años.

La impresionante final de los 100 metros en el 2008 donde Usain se puso a celebrar la victoria antes de cruzar la meta en el Nido de los Pájaros estableciendo un nuevo registro universal de 9.69 segundos, resultó la imagen sarcástica de esos Juegos Olímpicos pero tal vez el haber desafiado al cosmos con su actitud de la edición pasada le cobraría factura que comenzaba hacerse realidad después de su descalificación en los 100 metros del Mundial de Daegu en el 2011 , resignándose a la victoria en los 200 y una nueva marca en el relevo corto, surgiendo Blake en la carrera reina.

¿Los tiempos cambian? ¡Qué va! Porque Bolt enseñó el domingo anterior que no hay ser humano más veloz que él, dominando por segunda ocasión la prueba soberana del atletismo, dejando, irónicamente, a Blake con la plata y a Justin Gatlin con el bronce (imagínenselos a los tres en la Alianza) sin embargo, a pesar de no haber roto su estela mundial, la marca de 9.63 ha quedado establecida como la segunda de todos los tiempos a sólo cinco centésimas de su registro mundial de 9.58 asentada en el 2009.

Pero si de algo debemos sentirnos privilegiados es el que hemos podido observar a estos grandes de las pistas y también a otro que, en otra disciplina, desafortunadamente dice adiós después de Londres, como lo es Michael Phelps, donde todavía el agua se esparce en la alberca del Acuatic Centre, dejando un legado con 22 medallas de las cuales 18 son doradas.

Apreciados por la gente, Bolt y Phelps simbolizan dos costumbres contrarias, señaladas por la erudición de la cual proceden y por sus identidades peculiares, y de lo que estamos seguros es que la natación no es tan mediática como el atletismo, Phelps ha hecho de la simplicidad uno de sus grandes atributos.

¡GRACIAS PHELPS! ¡GRACIAS BOLT!

rcerpa@yahoo.com

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