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El forcejeo por la designación de los ministros

JESÚS CANTÚ

La designación de los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es un tema fundamental para el equilibrio de poderes en los próximos seis años, eso lo saben todos los actores políticos y, por lo mismo, se posicionan en los extremos y tensan al máximo la decisión. Por ello los senadores priistas se aferraron en su apoyo a Manuel Baráibar y no estuvieron dispuestos a negociar ninguna otra opción.

En esta primera oportunidad es evidente, por las votaciones del pasado jueves en el Senado, que Calderón había optado por conformar dos ternas que permitieran a panistas y priistas llegar a un acuerdo, básicamente cargando cada una de ellas a favor de su candidato favorito, pero también le dejó en cada una de ellas una opción al Movimiento Progresista.

Así en la primera terna incluyó a Alberto Pérez Dayán, que era el candidato de Calderón y su partido, y para los senadores de izquierda a Pablo Monroy; en la segunda, al favorito de los priistas, Manuel Baráibar y a Rosa María Temblador para los blanquiazules y a Emma Meza, para la izquierda.

Como la designación de los ministros requiere los votos de las dos terceras partes de los senadores presentes, Calderón acomodó las ternas para que blanquiazules y tricolores intercambiaran favores: los segundos apoyaran a Pérez Dayán a cambio de que los primeros hicieran lo mismo con Baráibar; pero es evidente que la simpatía de los panistas por Pérez Dayán no era tan fuerte como la de los priistas por Baráibar.

Antes de pasar al análisis de las posibilidades de Calderón, aquí vale la pena hacer dos reflexiones previas, los dos votos trascendentes de los senadores panistas (la reforma laboral y la designación de los ministros) dejan ver que en dicha Cámara el presidente saliente no tiene ascendencia sobre la mayoría de sus integrantes, pues en ambas ocasiones las propuestas presidenciales no los han satisfecho plenamente y en el primer caso incorporaron un artículo bis y en el segundo prefirieron rechazar un acuerdo.

Y la segunda, es que el PRI es el único partido cuya alianza con alguna de las otras dos fuerzas importantes (PAN e izquierda) puede llegar a conseguir las dos terceras partes de los votos, por lo cual su acuerdo es indispensable para sacar adelante la designación de un ministro de la Corte.

Así que Calderón lo debe tener muy en cuenta al decidir qué hará una vez que se cumplió uno de los escenarios contemplados en la colaboración de hace un mes: el rechazo de ambas ternas por parte del Senado. La primera decisión es si él envía otras ternas o le deja a su sucesor, Enrique Peña Nieto, esa facultad, obvio que esa decisión es crucial, pues dejarle al tricolor la decisión eleva notablemente la capacidad de negociación de los priistas, que tienen las dos llaves en sus manos: la de entrada (propuesta) y la de definición (designación).

Si los priistas quieren darle a los nuevos ministros la legitimidad que implica la designación desde el Senado, necesariamente tendrán que negociar con PAN o la izquierda y, por lo tanto, uno de los ministros será a su gusto y el otro al de la otra fracción; pero si se la juegan y apuestan a ganarlo todo, lo pueden hacer pues hay que recordar que si el Senado rechaza nuevamente las ternas, el presidente designa directamente de entre las ternas propuestas, con lo cual basta con que ponga en cada una de las ternas a un candidato de su entera satisfacción para poder quedarse con las dos designaciones.

Si Calderón opta por enviar nuevamente las ternas, tiene al menos tres opciones: una, buscar una negociación con priistas y los propios senadores panistas, para incluir en cada terna (como lo intentó en la primera) un candidato que satisficiera a cada uno de ellos; dos, enviar dos ternas con candidatos enteramente a su gusto, con plena conciencia de que seguramente los rechazará el Senado, pero le amarra las manos a Peña Nieto, que necesariamente tendrá que designar a un ministro de entre ellos, a pesar de que ninguno le satisface; y tres, enviar dos ternas plurales, donde las posibilidades de llegar o no a acuerdos entre las diferentes fracciones parlamentarias es el mismo (50-50) y que sí llegan a un acuerdo resulta una buena composición, pero en el caso de que nuevamente las rechacen, Peña Nieto podrá imponer su voluntad a satisfacción.

En dos de los escenarios (deja la terna a su sucesor y envía ternas totalmente plurales) Peña Nieto tiene la posibilidad de conformar una mayoría de Ministros de corte priista en el 2015, pues ya tiene básicamente dos en la actual composición: Fernando Franco y Sergio Valls; sumaría otros dos ahora y llegaría a seis en el 2015. Este corte básicamente sería el de liberales en lo moral, pero sumamente conservadores en la interpretación de la Ley, es decir, letristas. Y en lo letrista también se sumaría Margarita Luna Ramos, con lo cual tendrían siete votos.

Pero en otros dos, los riesgos de que se conforme esa mayoría automática no se concretan. Lo ideal es que Calderón envíe nuevamente las ternas y que opte por cualquiera de las dos primeras alternativas, es decir, una terna para cada quien, pues aun en el caso de que no haya acuerdo en el Senado amarra a Peña Nieto a únicamente uno, o bien, envíe ternas únicamente a su gusto, donde no le deja nada a Peña Nieto. Únicamente tiene 20 días para decidirlo.

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