"Ya basta del mal gobierno", dijo Enrique Peña Nieto en su discurso de toma de protesta como candidato del PRI. La frase, calcada del Grito de 1810 del Padre Hidalgo, resonará nuevamente, pero con un sentido totalmente distinto por todo el suelo nacional durante los próximos tres meses de campañas que arrancan a partir del 30 de este mes.
Desde luego, no fue intención de Peña el recordar al electorado la funesta historia de cómo gobernó su partido hasta el año 2000.
Hay que entender que el "mal gobierno" al que se refirió el candidato del PRI en realidad no es otro que el que su partido desde 1929 le recetó al país al adueñarse de la vida pública y conduciendo al pueblo por los diversos estilos personales de gobernar que cada uno de los presidentes impuso.
Partiendo de los remedos del socialismo anticlerical, los regímenes de "la revolución" proclamaron ideales que usaron de pretexto para instaurar un férreo control de las masas esperanzadas.
El partido oficial, a lo largo de sus setenta años en el poder, en lugar de conducir a México por una vía de progreso económico y social a la medida de sus vastos recursos fue enzarzándose en una estructura cada vez más apretada de arreglos, connivencias, tolerancias y complacencias que sujetaron, sector por sector, a campesinos, trabajadores, obreros y organizaciones "populares" diseñados desde su concepción, para sostener en la Presidencia de la República a sus sucesivos usufructuarios del poder.
Los asuntos más cruciales para el desarrollo nacional quedaron así secuestrados en el interés de los grupos en el poder. El campo fue conscientemente abandonado por una reforma agraria dejada a medias y sin soporte. La industria, bandera de un prometido progreso, recibió en un momento los apoyos oficiales como mancuerna de compromisos políticos con los productores favorecidos. En otro momento, fue dejada a su propio ingenio, según la teoría de desarrollo más en boga. El progresivo debilitamiento de la planta productiva nacional nos dejó impreparados para enfrentarnos a la competencia internacional, lo que pretendió resolverse promoviendo una industria de maquiladoras que mermaron el potencial de nuestro comercio exterior como creador de empleos.
Ese es el mal gobierno al que sin duda se refiere Peña Nieto y no al que le imputa al PAN que en la Presidencia ha tenido que emplearse a enmendar los entuertos heredados.
Democracia y justicia social, lema del PRI, resulta ironía cuando lo comparamos con las realidades de los abusos electorales que tuvieron que ser combatidos con valentía y tesón por una ciudadanía ya harta de tanto fraude que luchaba para que los votos fueran contados y contaran.
Por otra parte, la creciente corrupción que se adueñó en todos los niveles de gobierno, generó masas de pobreza que se acumuló en una población abandonada y sin oportunidades de trabajo que tuvo que buscar en Estados Unidos.
Además de lo anterior, la tolerancia de malos gobiernos priistas estatales y federales cínicamente le abrió las puertas al cáncer del narcotráfico que pronto se expandió en otras formas de criminalidad, con secuestros, extorsiones y asesinatos. Ya fuera de todo control esos gobiernos optaron por intentar inmunizar el daño con arreglos entre funcionarios públicos y capos de las mafias. Lejos de comprar la tranquilidad de la población, ésta fue despiadadamente despedazada por las pugnas de territorios y por las venganzas despiadadas.
El dilema que se le presentó a Calderón, fue el de continuar soslayando el problema, manteniendo ese cínico statu quo, fingiendo la inexistencia del problema, o combatirlo frontalmente con valentía como lo ha venido haciendo. Todos sabemos que las muertes resultantes no las ha provocado el Ejército ni la Armada, que han tenido que suplir la inexistencia de policías confiables a nivel local. También es de todos sabido que la mayoría de esos crímenes ha sido producto de ajustes de cuentas entre mafias.
Y esto no es todo. Contrastando con la cuidadosa administración financiera que el Gobierno federal, a cargo del PAN ha ejercido, en los estados gobernados por el PRI, se han dado ejemplos del irresponsable y astronómicos endeudamientos que con mucho exceden la capacidad de pago de sus contribuyentes. La consecuencia será el rescate que el Gobierno federal tendrá que realizar. A Peña Nieto esto no le preocupa en lo más mínimo, porque de ganar la Presidencia, sabrá cómo encubrir estos desmanes a costa del erario nacional.
Un electorado inteligente tiene memoria y no permitirá que ese mal gobierno regrese.
juliofelipefaesler@yahoo.com