Enfermedad. Durante años, Blanca Inés Martínez se ha dedicado a ayudar a personas con Alzheimer, no sólo dándoles atención médica sino luchando por que se respeten sus derechos humanos.
La lucha de Blanca Inés Martínez comenzó cuando su madre fue diagnosticada con Alzheimer. Años después decidió a ayudar a más personas con esta enfermedad a través de la creación de una Casa de Día.
Blanca Inés tenía 45 años de edad cuando su madre fue diagnosticada. Ahora, a sus 62 años, sigue luchando por los derechos de las personas con este padecimiento a través del Centro de Alzheimer de La Laguna.
La idea de crear una asociación civil surgió cuando comenzó a asistir a un grupo de apoyo de Alzheimer, pues en los primeros años las personas se sienten autosuficientes para enfrentar el cuidado de un paciente, sin embargo, con el paso del tiempo la realidad es diferente.
"Incluso un joven que atiende a una persona con demencia se va a dar cuenta que necesita ayuda, y al asistir a los grupos de apoyo me di cuenta de las bondades de estas reuniones porque te percatas que no eres la única con un enfermo de Alzheimer, y que hay quienes están en condiciones más desfavorables porque no tienen con quién dejar al enfermo o los recursos para los tratamientos".
Después de asistir a las reuniones del grupo de apoyo decidió invitar a varias personas para ir a la Ciudad de México a investigar más sobre este padecimiento.
"Mi madre tenía 76 años cuando fue diagnosticada con la enfermedad y murió a los 89. En el proceso me di cuenta que todos los que tenemos un familiar con Alzheimer necesitamos ayuda y decidimos formar una Casa de Día".
A la enfermedad, Blanca decidió no verla como una oportunidad para devolverle a su madre un poco de lo mucho que ella le dio a toda su familia.
Después de la visita a la Ciudad de México, se formó el patronato y en 1999 consiguió una casa en comodato, año en que también se constituyó como asociación civil el Centro de Alzheimer de La Laguna. En el año 2000 se acondicionó la vivienda para poder recibir a los enfermos.
Para junio de 2001 se recibió a seis personas con Alzheimer. Se tardaron un año en dar atención porque no había recursos para pagarles a los enfermeros porque el objetivo era darle todas sus prestaciones como Infonavit y Seguro Social.
"Nosotros nos habíamos puesto como meta ser un modelo bioético y por eso estábamos convencidos que los enfermeros debían contar con un sueldo digno y con todas las prestaciones".
La enfermera que le ayudaba a Blanca a cuidar a su madre vivía en Villa Juárez y tomaba hasta tres camiones para llegar a la casa, por eso consideró importante darles un sueldo digno con prestaciones.
En la administración municipal de Salomón Juan Marcos Issa, se abrió el Fondo de Fortalecimiento Municipal y gracias a este apoyo económico el Centro de Alzheimer de La Laguna comenzó a trabajar.
Ahora el centro tiene capacidad para atender de 36 a 40 enfermos. Algunos acuden sólo tres veces a la semana, otros sólo dos días, y el resto va de lunes a viernes de ocho de la mañana a las tres de la tarde.
"La casa la tenemos en comodato y en tres años la debemos entregar. Así que nuestro principal proyecto es conseguir un terreno o una casa nueva para seguir atendiendo a nuestros pacientes".
Aún quedan tres años, pero los integrantes de la asociación civil no quieren que el tiempo los alcance y por eso desde ahora se avocan en las nuevas instalaciones.
EL DESGASTE EN LA FAMILIA
Blanca Inés Martínez explica que los cuidadores primarios, es decir, los familiares responsables del enfermo, pasan por un período de depresión y se acaban física, mental y econonómicamente.
Existe una lucha que se va gestando alrededor de un enfermo y el cuidador porque éste se siente frustrado y agotado, pues en la mayoría de las ocasiones no tiene el apoyo de su familia.
"El que no vive con el enfermo no va a darse cuenta cuántas veces se mete al baño con todo y ropa y se baña, ni cómo se sale de casa y se pierde y no puede regresar, o cómo se quita un pañal y lo pone arriba de la mesa del comedor delante de la gente".
Ese tipo de conductas del enfermo realmente van creando un desgaste terrible en la familia. Para Blanca el hecho de haber invitado a personas relacionadas con este padecimiento para crear la Casa de Día fue la mejor medicina.
"Eso me dio a mí los elementos para no llegar a la depresión. Cuando mi madre tenía tres años en cama sí llegué al agotamiento, hubo un día en que me senté a llorar sobre ella y dije 'ya no puedo', pero no era depresión sino agotamiento".
Las personas deprimidas se tiran a la cama y no hacen nada, pero aún dentro del agotamiento y la tristeza sale algo del interior que los mueve para seguir adelante.
"Comencé este camino por mi madre, pero también fue una bendición para mí porque he conocido a gente muy valiosa que trabaja a favor de los grupos vulnerables, y su nivel de optimismo y esperanza te alimenta para que, independientemente de lo que se atraviese, tú puedas seguir adelante".
RESISTENCIA AL ALZHEIMER
A la entrada del Centro de Alzheimer de La Laguna hay un letrero que dice "El motor que mueve esta casa es el amor". Para Blanca han sido difíciles estos años de trabajo por el desconocimiento de la enfermedad porque aún se piensa que la pérdida de la memoria es parte del proceso normal del envejecimiento.
Sin embargo esa creencia es una mentira porque se puede llegar a los 90 o 100 años con la memoria intacta, sin embargo la familia se resiste a un diagnóstico de Alzheimer y prefieren creer que es demencia senil.
"En lo personal este trabajo me deja satisfacciones como haber conocido a gente que está en otros avatares, atendiendo necesidades que le corresponden al Estado porque la salud y la educación son derecho de todos los mexicanos, y que sin embargo, con menores recursos hacen cosas impresionantes".
Un día Blanca escuchó a una paciente rezando y diciendo "no sé quién soy, no sé cómo me llamo, no sé por qué estoy aquí, pero lo único que sé es que desde que estoy aquí ya no tengo miedo porque aquí me quieren mucho".
Cada vez que tiene algún problema para pagar la luz, el teléfono y otros gastos del Centro de Alzheimer, Blanca se acuerda de lo que dijo esa paciente. "Sus palabras las tengo que tener presentes toda la vida porque eso es lo que me hace reiterarme interiormente que sí vale la pena seguir haciendo las cosas. Aunque sea una sola persona a la que le hiciste bien ya con eso valió la pena tu vida".