El debate entre los candidatos a la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal fue a veces desconcertante. El productor al que se ocurrió poner fotos de paisajes como fondo debe ser considerado por lo menos excéntrico. Varios de los fondos eran distractores. Algunos, como las trajineras de Xochimilco, se veían absurdos.
Los candidatos estaban mal maquillados y mal iluminados. Los atriles estaban demasiado altos, por lo que los candidatos tenían que mantener las manos demasiado elevadas y al moverlas le pegaron a los micrófonos. El formato fue casi tan inflexible como el del debate presidencial, con las cámaras enfocadas directamente sobre los candidatos, aunque por lo menos hubo algunos acercamientos y tomas de reacción, que en el debate presidencial estaban prohibidos. No hubo, por supuesto, ninguna edecán.
Sorprende que el canal 11, una emisora pública, no haya transmitido el debate en directo. No entiendo la razón de diferirlo en alrededor de una hora. Televisa no pasó el debate en ninguno de sus canales. TV Azteca (empresa con la que colaboro), que generó una gran controversia por no haber transmitido el debate presidencial en ninguna de sus dos principales cadenas, sí emitió éste a través de canal 40, como lo había hecho antes con el presidencial. Lo hizo también cadena 3.
Miguel Ángel Mancera acudió con traje y camisa de vestir, pero sin corbata y con cuello abierto. Me pareció una pésima decisión. Un blazer con cuello abierto de botones, o algún otro atuendo casual, habría sido adecuado. Pero el atuendo que llevaba daba la impresión de que llevaba corbata y se la quitó de último momento. Mancera parecía un oficinista que se escapa a tomarse una copa después del trabajo.
Isabel Miranda de Wallace fue la más agresiva al acusar al "perredismo" de utilizar el Instituto de la Vivienda para apoyos políticos. Pidió que se quiten los giros negros cercanos a las escuelas y las narcotienditas. También cuestionó las marchas que han convertido en la pesadilla de la ciudad.
Tanto Mancera como Miranda optaron por el recurso, cada vez más desgastado, de presentar ayudas visuales, como gráficos o fotografías, para enfatizar sus señalamientos. Como los acercamientos de las cámaras estaban restringidos, sin embargo, estos apoyos visuales no ayudaron siempre. En varias ocasiones Mancera perdió tiempo para buscar fotografías que tenía al lado y que eran muy difíciles de ver en la pantalla. Esto recordó el momento en que Andrés Manuel López Obrador presentó una fotografía de Enrique Peña Nieto de cabeza en el debate presidencial. El agua sucia de Iztapalapa que presentó Isabel Miranda fue quizá el uso más eficaz de un apoyo visual.
El que los organizadores hayan centrado este primer debate en dos temas tan áridos como urbanismo y sustentabilidad le quitó, sin duda, interés. El debate real que hubo, por ejemplo entre Miranda y Mancera sobre la deuda del Distrito Federal, estaba en realidad fuera de agenda.
No se mostraron grandes diferencias entre los candidatos en estos temas. Todos están de acuerdo, por ejemplo, en respaldar el transporte público y en el acceso de los discapacitados a los espacios ciudadanos.
Es muy difícil pensar que el debate vaya a cambiar el rumbo de esta elección. Si bien el PRD estaba detrás del PRI antes de elegir candidato, Mancera llegó al debate con más de 40 puntos de ventaja sobre Beatriz Paredes, su más cercana perseguidora. Se necesitaba un error enorme para cambiar el rumbo de la elección. Ese error simplemente no lo cometió ayer el candidato de la izquierda.
SABRITAS
Los ataques del crimen organizado a instalaciones y vehículos de Sabritas en Michoacán y Guanajuato este pasado fin de semana subrayan que la guerra contra el narco está entrando a nuevas fases. El Estado mexicano parece cada vez más incapaz de detener la violencia.
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