Un escenario al aire libre que ofrece pintorescas imágenes como el reflejo de los bailarines en el agua.
La música de la tradicional obra "El lago de los Cisnes" del compositor ruso Chaikovski y el marco idóneo del parque de Chapultepec de la capital mexicana son las dos fórmulas de las que la Compañía Nacional de Danza se sirve para acercar cada año el ballet a ciudadanos que de otro modo no conocerían este arte.
"Muchos de los que van son gente que nunca ha visto ballet y así es más fácil porque el costo es más accesible que ir a verlo, por ejemplo, al Palacio de Bellas Artes. Si no vinieran, no se enterarían de que hay una compañía de danza clásica en la ciudad", aseguró la maestra de la citada compañía y encargada del montaje de la obra, Natasha Lagunas.
Y es una fórmula que funciona, pues esta es la temporada número 36 de esta obra que se estrenó en México en este formato en 1977 y desde entonces se ha celebrado, cada año con más funciones, hasta la media de 20 o 25 actual.
Uno de los lagos del Parque de Chapultepec, el gran pulmón de la capital mexicana, es el lugar en donde se instalan escenarios y gradas para que los espectadores puedan disfrutar de un modo inusual, al aire libre, del espectáculo por un precio que no supera los 220 pesos (17, 50 dólares).
"Tenemos la gran ventaja de que el lago nos sirve también de escenario y que idealmente tenemos la escenografía al natural y esto es lo que hace que este espectáculo sea tan especial porque la historia original está concebida en un lago", explicó la que fuera también bailarina de la compañía.
Un escenario al aire libre que ofrece pintorescas imágenes como el reflejo de los bailarines en el agua, pero que también puede volverse en contra del espectáculo, cuando las condiciones climáticas se vuelven adversas.
Algunas veces llueve a la hora del espectáculo y hay que cancelar porque es muy peligroso para los bailarines bailar en un suelo resbaladizo.
Pero los caprichos climatológicos no alejan al público, que llena año tras año todas las funciones. "Estar ahí es muy mágico", dijo Lagunas, quien comentó que las funciones se han convertido en algo emblemático de la Ciudad de México, una tradición que pasa de padres que llevan a sus hijos y que un día ellos fueron.
Desde que el 1981 entrara en la compañía como bailarina, Lagunas ha presenciado todas las funciones; bailó hasta el año 1994 y a partir de ahí empezó a trabajar como maestra, por lo que considera la compañía como su propia casa.
De sus años de bailarina guarda muchas anécdotas, algunas de ellas relacionadas con las ratas que había en los comienzos en el lago de Chapultepec, que muchas veces invadían los improvisados camerinos de las bailarinas y se subían a sus vestidos.
"A veces estabas bailando y veías un rata que intentaba subir al escenario y tenías que seguir manteniendo la pose", cuenta la profesora, quien explica que ahora ya no pasan esas cosas porque hace varios años que las autoridades implementan un fuerte dispositivo antiroedores.
Pese a estos inconvenientes, bailar en este espectáculo es un buen aprendizaje para los bailarines por su dificultad de estilo y de técnica y para ello "hay que tener una preparación muy seria"; "es un reto pero se aprende mucho en esta obra", dijo Lagunas.
Puesto que ha fórmula de El Lago de los Cisnes ha dado resultado, hace ocho años la compañía creó otro espectáculo de ballet, La Bella Durmiente, también con música de Chaicovski, en el que utilizan el mismo pintoresco escenario y dan protagonismo al castillo de Chapultepec.
Esta obra comienza unos días después de que El Lago de los Cisnes acabe su temporada, lo que ocurrirá el próximo 25 de marzo; ambas sin duda son un impulso para la danza en México, un arte "muy joven que se ha desarrollado desde hace muy poco tiempo", recordó la maestra.
"Estamos empezando a aprender a caminar, las grandes compañías de ballet datan de principios del siglo XIX y la nuestra tiene un poco menos de cincuenta".