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El pensamiento crea

ADELA CELORIO

"Ya son las doce. Cierra tus ojos, respira profundo, piensa en la paz, piensa en el México que quieres… "

Dice en la radio una voz plañidera, pero convincente. Con el motor encendido, pero con el auto totalmente parado entre otros miles atorados todos en cualquier vía "rápida" de esta capital; considerando la imposibilidad de moverme los próximos minutos; cierro mis ojos, respiro profundo y pienso que no quiero paz.

Pienso que lo que quiero es la guerra. Una feroz, encarnizada guerra contra la indiferencia y la ignorancia. Contra la mediocridad que propicia la televisión mexicana, hecha como dijo el Tigre Azcárraga, "para los jodidos".

Imagino que jodidos e ignorantes aseguran mano de obra barata. "Pienso en una guerra en la que cada uno de los mexicanos en lugar de un arma, salga a la calle con un libro en la mano para leer en el Metro, en la parada del camión, en la cola del banco o la de las tortillas. Pienso en una guerra sin cuartel contra los maestros mediocres, su trabajo degradado y su impresentable líder. Imagino tras las rejas las caras de algunos políticos, diputados, líderes sindicales. Rechazo ese pensamiento por tóxico y lo sustituyo por uno donde maestros ejemplares son respetados y respetables por su vocación (favor de no confundir con la bocación que sale de la boca del estómago) de enseñar con la misma pasión a los niños del campo, del pueblo o de la ciudad.

Pienso en autobuses escolares que llevan al chiquillerío con la pancita llena y sus cachetes morenos brillantes y bonitos; a escuelas equipadas con pupitres y pizarrones decentes. Pienso en libros de texto modernos, inteligentes, a la altura del momento crítico que estamos viviendo. Pienso en cuadernos con el olor a nuevo que tanto me gustaba de niña, y en montones de lápices de colores para escribir y dibujar durante ocho horas seguidas como se hacía antes.

Pienso en niños que vuelvan a casa por las tardes a jugar y a convivir con sus padres sin llevar en la espalda el pesado morral de la tarea. Pienso en una elemental biblioteca en cada aula y en media hora diaria en que alumnos y maestros dejan todo para ponerse a leer cuentos, historias, monitos, periódicos o lo que quieran.

Pienso en educación musical porque la música moldea finamente el alma de los niños; y pienso en los niños porque son quienes tomarán el relevo para corregir el rumbo errático que henos tomado los mexicanos; resultado incuestionable de la pobre educación que recibimos.

Pienso en campos deportivos, en parques y verdes espacios públicos donde los jóvenes se relacionan e interactúan. Pienso en sindicatos que en vez de vender votos se ocupan del desarrollo, la capacitación y la cultura de sus agremiados. Pienso en…

Se acabó el minuto, pero encarrerada como estoy, pienso en ciudadanos bien estructurados por la familia, por la escuela y por el ejemplo de los buenos gobernantes. Intento seguir imaginando, pero rompen el hilo de mis pensamientos y me devuelven brusca, groseramente a la realidad, los gritos de un patán al volante de un camión de basura "pin... vieja, si no sabe manejar mejor váyase a su cocina".

"Desgraciado" -pienso- yo aquí construyendo un México maravilloso y tú ahí nomás de patán". Siento la necesidad de gritarle cualquier cosa con arsénico, pero el patán sólo consiguió rebasarme medio metro y ahora su camión está parado junto a mi ventanilla. Considerando las escasas posibilidades de huir, mejor me callo y me aguanto. Y también porque ni modo, de momento eso es lo que somos, pero nada impide que en vez de quejarnos, de insultar, de buscar culpables para tantos males como nos han caído encima; empecemos a construir con nuestro pensamiento el país que queremos; porque es indudable que acabamos por convertirnos en aquello que pensamos.

Algún estudioso de la fuerza invisible, pero poderosa del pensamiento dijo alguna vez que si todos los pasajeros de un avión en vuelo pensaran que éste va a caer, el avión se desplomaría. Es imposible imaginar una empresa humana que no haya visto su primera luz en el pensamiento de alguien. Creer en esa vaga lucecilla que se prende en el cerebro, aterrizarla quitándole aquí, añadiéndole allá hasta que tome la forma deseada; esa es la labor que nos corresponde para transformar a México que como dice Denise Dresser, es el único e irremplazable país de uno. Y ahora los dejo con esta advertencia de Gandhi: "Cuida tus pensamientos porque se volverán palabras/ cuida tus palabras porque se volverán actos/ cuida tus actos porque se volverán costumbres/ cuida tus costumbres porque fijarán tu carácter/ cuida tu carácter porque formará tu destino/ Y tu destino será tu vida".

Adelace2@prodigy.net.mx

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