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EL REGRESO DE LA INFLACIÓN

Salvador Kalifa

El jueves pasado el Instituto Nacional de Geografía e Informática dio a conocer el crecimiento de los precios correspondiente al mes de julio, tanto para la inflación general como para la subyacente.

El alza de 0.56 por ciento en el índice general es, hasta cierto punto, motivo de preocupación, más que todo porque mantiene una tendencia al alza que también se registró en la inflación subyacente, que creció 0.31 por ciento, además de que, tanto este dato como aquel, fueron mayores a los de igual lapso de 2011. La inflación anual de ambos indicadores se ubica ahora en 4.42 y 3.59 por ciento respectivamente, y en el primer caso rebasa por segundo mes consecutivo el límite superior del intervalo meta (2 a 4 por ciento) de Banco de México (Banxico).

Esto confirma una tendencia creciente de la inflación anual que se inició desde mayo de este año, pero nuestras autoridades la consideran un evento temporal, derivado de choques de oferta. Este, de hecho, es un mal endémico de los países emergentes, que ven la reaparición de presiones inflacionarias como un choque de oferta de corto plazo y, por tanto, descartan la necesidad de apretar la política monetaria elevando las tasas de interés.

Banxico, como sabemos, ha reiterado hasta el cansancio que las presiones inflacionarias recientes obedecen a choques de oferta, pero este es el mismo argumento que ha utilizado durante los pasados seis años para explicar por qué no se llega a la meta del 3 por ciento.

El Gobierno Federal, por su parte, ha utilizado controles de precios, subsidios y la apertura de la frontera para esconder la dimensión verdadera de las presiones inflacionarias.

Esas acciones abarcan desde la tortilla hasta el huevo y el pollo, con el fin de evitar que los precios internos reflejen las alzas ocurridas en los mercados internacionales. Si esos precios respondieran libremente a la oferta y la demanda, la inflación general estaría actualmente por encima del 5 por ciento.

No parece que estas "presiones de oferta" vayan a ceder pronto. Por el contrario, los datos sobre la producción y los precios mundiales de granos no son, en ese sentido, alentadores.

Esto hace difícil escudarse en el argumento de que la desaparición de los choques de oferta revertirá la tendencia alcista de la inflación y que ésta convergería pronto hacia el 3 por ciento.

El problema es que estamos ante una tendencia a la alza que comenzó en la primavera, una época que junto con el verano se caracteriza por una caída de la inflación, y que ahora puede exacerbarse en los meses del otoño, cuando tradicionalmente aumentan las presiones internas de precios.

Esta evolución pudiera requerir de una política monetaria en México distinta a la que actualmente aplican los bancos centrales de los países desarrollados, como la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos (EU) y el Banco Central Europeo (BCE).

En Estados Unidos la inflación se ubica todavía en niveles relativamente bajos, lo que le permite a la Fed anunciar que su intención es mantener su tasa de interés de referencia en niveles inusualmente bajos hasta fines del 2014.

Algo similar ocurre en Europa, donde la recesión en varios países y la disminución en el precio de algunas materias primas industriales contienen las presiones inflacionarias y le permiten al BCE seguir aplicando una política monetaria laxa.

La situación en México es diferente. Aquí la inflación crece a un ritmo superior a la cota alta del intervalo meta de 2 a 4 por ciento de Banxico, y si bien su nivel dista mucho de ser tan crítico como en otros países emergentes, por ejemplo, Argentina e India, no por ello deja de ser un motivo de preocupación.

Quizá por esto la posición de Banxico respecto a los choques de oferta no es tan categórica como en el pasado. En los comunicados de su Junta de Gobierno de los meses de Junio y Julio se abrió, por primera vez en años, la posibilidad de que, en caso de necesidad, la política monetaria pudiera hacerse más restrictiva, mediante un alza de las tasas de interés.

Coincido con Banxico en que en algún momento se revertirán los choques de oferta, y que ello pudiera ayudar a que la inflación se ubique nuevamente por debajo del 4 por ciento.

Me parece, sin embargo, que esto tomará más tiempo del previsto por nuestras autoridades, por lo que no podemos descartar que los precios sigan al alza en lo que resta del año.

Por consiguiente, considero sensata la precaución con la que Banxico habla sobre sus opciones de política monetaria en el futuro cercano. En un extremo, quizá pudiera verse en la necesidad de elevar las tasas de interés mucho antes de que lo hagan las autoridades monetarias de EU, con el fin de evitar que las presiones de precios desalineen las expectativas inflacionarias en nuestro país.

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