Con un nombre nuevo al manoseado problema de la pobreza, Enrique Peña Nieto abrió su discurso inaugural prometiendo una "Cruzada contra el hambre". Ofreció seguro para los viejitos, seguro de desempleo y apoyo a las madres solteras. Ojalá que sí, pero ¿Y el dinero, de dónde? Y como en todos los sexenios, no podía faltar una comisión nacional anticorrupción. Lo mismo, pero diferente. En el recinto Legislativo atronadores aplausos. En los pasillos los invitados se apretujan, se arremolinan, atajan el paso al nuevo rey. Todos quieren tocar al recién ungido que durante seis años hará posible el milagro de la amistad redituable. Ellas lo jalan, lo estrujan, lo besan. Creo que a muchos de ellos también les gustaría sellar su amistad sexenal con un buen beso al guapito; aunque dado que eso sería políticamente incorrecto, deben conformarse con una sonrisa y un apretón de manos. La deferencia de detenerse y cuadrarse; EPN sólo la tuvo con Manlio Fabio Beltrones; ellos sabrán por qué.
La flamante esposa del presidente; bonita, discreta, prudente, muy bien ubicada. Tras el discurso en que el presidente ofrece licitar tres nuevas cadenas de televisión; Azcárraga Jean inquieto en su asiento; intenta desentrañar lo que eso significa para su Televisa. Como tantas veces he dicho aquí, no soy analista política, solamente hago crónica de lo que vi desde la pantalla de mi televisor. Hablo también desde mi experiencia de ciudadana que vivió durante muchos años bajo el régimen priista que con su ideología no escrita, pero implícita de: "el que no transa no avanza", "roba, pero reparte", "Diosito no te pido que me des sino que me pongas donde hay". El encubrimiento y la impunidad de delincuentes libres y triunfantes apoyando la campaña del ungido de turno, levantando su mano, sacando el pecho en las fotos. La ausencia de ética en el uso del poder y los empleos en gobierno como botín personal. Los malos modos de hacer las cosas que repetidos un sexenio tras otro, acabaron por hacer escuela entre tantas generaciones de mexicanos que todavía no acabamos de aprehender la vida sin corrupción.
Difícilmente conocemos a un priista de alto nivel que no usara su mandato para enriquecerse como un creso. Sólo por poner algunos ejemplos ahí está "La Colina del Perro", Salinas de Gortari y su vida de magnate sin que se le conozca oficio ni beneficio desde que terminó su mandato; y ni qué decir de su hermano incómodo". El escaso aire fresco que llevó a su partido Miguel de la Madrid y más adelante Ernesto Zedillo, no alcanzó a purificar el aire viciado del partido tricolor. La buena noticia es que no vi entre los invitados a Elba Esther Gordillo y creo que tampoco andaba por ahí El Padrino Montiel. Buen principio.
La mala es el nombramiento del Señor Chuayffet quien siempre me ha dado la impresión de que tiene mala ortografía; como secretario de Educación. "No tienes lateralidad", me dijo siempre mi prima Pilar. Es verdad, siempre voy en sentido contrario. Hoy que es tiempo de aplaudir, a mí se me ocurre ventilar los rencores guardados que despiertan como llamados por una corneta, cuando veo desde mi tele el entusiasmo con que la gente aplaude lo que hasta ahora son sólo buenas intenciones de Peña Nieto. Veo la repetición de escenas que huelen a viejo.
Qué ganas de decirles a esos señores que los aplausos son al final. Son a la obra realizada, a la promesa cumplida. Es verdad que no tengo lateralidad, que siempre voy en sentido contrario; pero tampoco quiero ser amargosa ni pesimista. Habemus Presidente y todo indica que el hombre tiene la voluntad y el empeño para cumplir un buen mandato que no será nada fácil como parece en este momento de luna de miel. No será fácil si los Dinos de su partido pretenden cobrarle sus cuotas de poder. Si los Panistas en las Cámaras deciden imitar la estrategia de boicot a la que los priistas sometieron a Felipe Calderón y a Vicente Fox. Si se salen de control los 132, que ya son cualquier cosa menos los jóvenes estudiantes en cuya voluntad de cambio creo firmemente; pero cuya bandera ha sido tomada por diferentes grupos de izquierda como los vándalos que destruyeron la flamante Alameda Central y causaron graves daños en el Centro Histórico.
No será fácil porque los ánimos están caldeados, porque la pobreza no da tregua, porque no es lo mismo prometer que cumplir. No quiero ser amargosa y como demócrata creo que la alternancia ayuda a corregir el rumbo. Soy optimista y deseo profundamente que Peña Nieto sea un buen servidor (prefiero llamarle servidor que mandatario para que quede muy claro que él es quien sirve y nosotros quienes mandamos) y nada deseo más que verlo terminar el sexenio en medio del reconocimiento y el aplauso bien ganado de los mexicanos. Y ahora; a Gobernar señores que para eso les pagamos; y que Dios nos acompañe a todos.
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