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EL SABIO Y EL APRENDIZ PALABRAS DE PODER

JACINTO FAYA VIESCA

¡Te quiero contar algo, le dijo el Aprendiz al Sabio! He decidido que durante toda mi vida Séneca será uno de mis guías espirituales. ¡Muy bien - le contestó el Sabio!, y es que uno de los tesoros más valiosos que podamos poseer consiste en incorporar a nuestra existencia a ciertas personas que nos ayuden a elevar nuestras vidas.

Séneca es uno de ellos. Su grandeza y nobleza de espíritu lo convierten en uno de los maestros ante el que debemos inclinar nuestra cabeza en señal de respeto. Siempre que leamos algo de Séneca, saldremos fortalecidos y elevados moralmente. Y a propósito de este autor, en su Epístola 76, escribió:

"Tratándose del hombre, no es pertinente saber cuántas fincas posee, con cuánto caudal negocia, cuántos le saludan, en que precioso lecho se acuesta o lo espléndida que es la copa en que bebe, sino sólo: cuán bueno sea".

Hay que recordar que Séneca fue el preceptor del Emperador Nerón, quien lo llenó de riquezas materiales: fincas, dinero, joyas. Séneca sabía que el asistente personal de Nerón lo odiaba y que algún día convencería al Emperador de que mandara asesinarlo.

Un día, Séneca se presentó con Nerón y le rogó que aceptara la devolución de todas las riquezas que le había regalado, pues en verdad, se sentía mejor sin riqueza alguna. Nerón se molestó con Séneca y no aceptó la devolución. Le dijo el Emperador que no podía aceptar que le regresara lo regalado, pues la gente pensaría mal de él. Pasado un tiempo, Nerón mandó a varios soldados de su guardia imperial a notificarle a Séneca que por órdenes del Emperador debería de inmediato quitarse la vida.

En presencia de su esposa y amigos. Séneca se abrió las venas de sus brazos y piernas, muriendo sin exclamar el menor lamento, sino que por el contrario, consolaba a su esposa y amigos.

En su Epístola, le dice a su amigo Lucilio, que no es pertinente saber cuántas fincas posee un hombre, ni a cuánto asciende el caudal de su fortuna. Lo único que debemos saber de un hombre, y así se lo aconseja a Lucilio en su Epístola 76, es que se entere de qué tan buena es esa persona.

¡Admirable -dijo el Aprendiz: me queda claro que para mi nuevo guía espiritual, Séneca, lo único importante que deberé saber de una persona es lo bueno que es! ¡Exacto- le contestó el Sabio! Y es que la bondad está vinculada con el buen corazón y los buenos sentimientos.

En su Epístola 47, Séneca le da este consejo a su amigo Lucilio -, advertencia que debes tomar muy en cuenta, le dijo el Sabio a su Amigo. Séneca escribió lo siguiente:

"Así como es tonto quien, habiendo de comprar un caballo, no examina el caballo mismo, sino sus arreos, así también es el mayor de los necios quien estima al hombre por su ropa o por su condición social, que a modo de ropa le rodea".

Quiero desearte -siguió hablando el Sabio-, que hace cientos de años los reyes de Europa, cuando querían comprar un caballo, se lo tenían que enseñar con los ojos tapados, pues con frecuencia la tierna mirada del caballo inclinaba al comprador a adquirir el caballo sin haberlo examinado físicamente.

De la misma manera - continúo el Sabio, sería un error comprar un caballo por sus "arreos", es decir, por sus atavíos y adornos. El conocedor de caballos manda que le retiren su montura y adornos, pues lo podrá comprar si pasa el examen al mirar su cabeza, dientes, lomo, patas.

¡Ya entendí -exclamó el Aprendiz! Igualmente nosotros no debemos prestar atención al vestuario elegante de una persona, como tampoco a su condición social. Pues podría tratarse de una persona que goce de un apellido prestigiado, pero eso no excluye que pudiera tratarse de una persona malvada y perversa. Recordemos, que el prestigio es individual, y no se hereda.

¡Muy bien -le contestó el Sabio! A un ser humano jamás debemos valorarlo por su condición social, o por sus adornos, como pudiera ser su reloj, anillos, etc. Por ejemplo, si necesitamos a un médico cirujano, no le pediremos que nos intervenga quirúrgicamente en atención a su prestigio familiar, sino a su capacidad comprobada como un cirujano competente y que sólo "opera" cuando sea imprescindible. ¡Excelente, amigo! aprobó el Aprendiz.

Es lo mismo cuando se trata de amigos o personas a las que tenemos que confiarnos: el valor de un hombre estará en relación con su integridad moral y a sus cualidades personales que lo hacen un ser humano confiable.

jacintofayaviesca@hotmail.com

twitter: @palabrasdpoder

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