El Síndrome de Esquilo
El movimiento Yo soy 132 surge a la par de reclamos similares en otras partes del mundo: la llamada "primavera árabe", los indignados en Europa, Estados Unidos y Sudamérica. Los jóvenes y no tan jóvenes están haciendo oír su voz. Hemos dicho que estas corrientes se facilitan por las redes sociales, que agilizan la comunicación directa entre ciudadanos. Pero ojo: no le estoy colgando la medalla al creador de facebook: creo que al diseñar su red social, Zuckerberg pensaba más en frases como "Voy por un capuchino:)" que "The Guardian publica supuesto plan de Televisa para manipular votantes y 'hundir' a AMLO en 2006".
En las sociedades posmodernas muchos esquemas están pensados para darnos voz cuando estamos de acuerdo y ponernos barreras cuando no: facebook tiene el botón "me gusta", pero no el "me disgusta". Es un mundo en el que sólo se puede decir sí o quedarse callado.
Hasta allí no hemos pasado de lo anecdótico. Lo grave es que aplicamos los mismos esquemas al elegir a nuestras autoridades: nuestra democracia es representativa, no participativa. Podemos votar por un candidato y sólo eso. Al elegirlos les damos literalmente un cheque en blanco. Es como si después de tachar la boleta apareciera el mensaje "gracias por participar", y todo lo que hagamos de allí en adelante está fuera de juego. Esta forma de participación es, a todas luces, limitada. Aunque disfrazado, el fenómeno se da desde el momento mismo de presentar propuestas, y los ejemplos abundan: a eso se atiene el candidato Peña Nieto cuando se niega a contestar quiénes conformarían su gabinete. "Se vota por el candidato, no por el equipo" le contestó a los periodistas de tercer grado. ¿No es esa una actitud mesiánica, contraria a la transparencia que predica firmando papelitos por todo el país? ¿No resulta absurdo que prefiera presentarnos a su esposa, actriz de telenovelas en Televisa, que al próximo secretario de Hacienda? ¿Se ha tomado el trabajo de explicarnos quién propone los compromisos que firma?
¿Aceptaría firmar, ante los ciudadanos que le han hecho la pregunta, la alineación que conformaría su gabinete?
Ahí está la cuestión: ¿votamos por proyectos o votamos por personas? Hasta donde recuerdo, el actual Presidente jamás habló -mientras fue candidato- de su guerra contra el narco. Al contrario, señalaba a su rival más cercano como "un peligro para México". ¿Cuánta gente, entre quienes le confiaron su voto, hubieran decidido de otra manera si les hubiesen dicho que el Ejecutivo pensaba darle un escobazo al avispero?
A nivel local tenemos otro ejemplo: de un día para otro, hace apenas pocos meses, nos dimos cuenta de que Coahuila es un estado endeudado y empobrecido. El gobierno estatal anterior contrató ilegalmente una deuda de 36,000 millones de pesos. Esa deuda la pagaremos usted y yo, queramos o no. En facebook esto sería un "me gusta" forzado. Tenemos sólo la obligación de pagar, no el derecho a preguntar. Una vez más, un mundo en el que sólo se puede decir sí o quedarse callado. Lo peor es que nadie nos ha dicho dónde quedó la bolita, es decir, el dinero. Si se hubiera aplicado en programas sociales, ya nos lo habrían dicho por todas las vías. El enigma persiste.
De todos modos, siempre quedan opciones para decir "no me gusta": desde el 18 de mayo pasado, que facebook comenzó a cotizar en bolsa, el valor de sus acciones no ha parado de caer. De una amarga manera, Mark Zuckerberg está aprendiendo lo que no le gusta a la gente, y está tratando de corregirlo. Queda la pregunta: ¿de qué forma lo van a aprender nuestros políticos?
Comentarios: vicente_alfonso@yahoo.com.mx
