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El Síndrome de Esquilo

REINAUGURACIóN DEL PARAÍSO

VICENTE ALFONSO

Dentro de su colección de novela negra, Editorial Almadía ha reeditado un clásico de las letras laguneras: Otras caras del paraíso, de Francisco Amparán. Para celebrarlo rescato en este espacio la reseña que, hace unos años, hice de la novela. A Amparán no es necesario presentarlo: habitó durante muchos años las páginas de este diario, y fue un escritor y periodista ampliamente conocido en La Laguna y fuera de ella. A quien presentaré, en todo caso, es al ingeniero Francisco Reyes Ibáñez, protagonista de esta novela: se trata de un "modesto catedrático del Tecnológico de Monterrey (Campus Laguna) metido por azar a investigador criminal". El hecho de que el misterio de este libro -la desaparición de una joven- deba ser esclarecido por un maestro universitario y no por un agente del Ministerio Público, es ya una dura crítica. Por supuesto, hay un par de investigadores encargados del caso: Se trata de "El Burro" y "El Gusano", policías judiciales no muy brillantes.

En esta novela, Reyes Ibáñez busca a Helena Salgado, prima de una de sus alumnas, que se ha esfumado en misteriosas circunstancias. Este detective improvisado no es, para nada, un héroe: conforme avanza el relato sabe cada vez menos de la realidad en la que se desenvuelve. La teoría y la práctica se disocian totalmente, y el Estado de Derecho termina por ser sólo una abstracción o cuando mucho un catálogo de buenas intenciones. De esta forma, Francisco Amparán logra retratar la impotencia colectiva: cada vez es más difícil para la sociedad civil darle coherencia a lo que ocurre en su entorno.

Esto queda aún más claro en el capítulo siete, en donde Paco visita La Garzita en busca de La Güera, una elusiva prostituta que pudiera darle pistas acerca del paradero de la joven que busca. De pronto, el profesor-detective es víctima de un atentado: alguien acribilla su automóvil. Reyes Ibáñez se salva por muy poco. Pero no es casualidad que en esta situación los campesinos se desenvuelvan con muchísima mayor soltura. Están acostumbrados (¡!) a sufrir abusos por parte de los uniformados. Cuando llega la policía al sitio de los hechos, los campesinos tienen ya un diagnóstico de lo sucedido.

Viene después un cambio de tono en la voz narrativa: una prosa cruda, seca, sin la ironía y el ludismo que habían caracterizado la novela hasta ese punto. Y se destapa una cloaca: la red de corrupción que causó la desaparición de Helena Salgado incluye industriales, senadores y otros cromos. Amparán sabe presentar los mecanismos de procuración de justicia en México: lo que se puede armar son apenas especulaciones acerca de lo que pudo haber sucedido.

Clasemediero a fin de cuentas, el personaje hace una suerte de viaje paralelo al que el Dante realiza en su Comedia: de mansiones y edificios corporativos en donde la ostentación es el común denominador, desciende a la pobreza -jodidez, mejor dicho- y al olvido en que viven los campesinos mexicanos. La impunidad y la impotencia son, hacia arriba y hacia abajo, los territorios fronterizos de la cada vez menos consistente clase media. Como el título advierte, bajo la forma de novela encontramos aquí una crónica del norte salvaje, brutal, que dista mucho de ser un territorio maravilloso. En Otras Caras del Paraíso podemos leernos retratados -ironías de por medio- los laguneros con virtudes, carencias, complejos y ventajas.

Twitter: @vicente_alfonso

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