Para millones en el mundo ha sido un ídolo y ejemplo de vida: el ciclista que sufrió un cáncer testicular que se extendió al cerebro y a los pulmones, el que enfrentó una penosa quimioterapia, pero regresó al deporte y triunfó siete veces en la más exigente prueba, la Tour de France, el que usó una parte importante de su fortuna y tiempo para ayudar a otros pacientes con cáncer.
Ahora se nos pide olvidar todo eso. La Agencia Antidopaje de los Estados Unidos y la Unión Ciclista Internacional nos dicen que Lance Armstrong es un tramposo. La Agencia Antidopaje suspendió a Armstrong de cualquier actividad deportiva en agosto de este 2012, a pesar que el propio Armstrong se había retirado del ciclismo en febrero de 2011. La Unión Ciclista Internacional anunció este 22 de octubre que estaba despojando a Armstrong de todos sus títulos. Los organizadores de la Vuelta a Francia le han pedido que devuelva los premios. Sus patrocinadores le han retirado su respaldo. Armstrong y sus cinco hijos podrían pasar de la riqueza a la pobreza en un tiempo muy corto.
Mucha gente se niega, sin embargo, a aceptar que el héroe de ayer es el villano de hoy. El español Miguel Induráin, también uno de los grandes ciclistas de los últimos tiempos, declaró al diario Marca este 23 de octubre: "Hasta ahora creo en su inocencia. Siempre ha cumplido con todas las normas… Es un poco raro que [la acusación] sólo sea con testimonios. Las normas eran de una forma y ahora parece que han cambiado."
Cuando competía Armstrong fue sometido a 218 pruebas de dopaje sin, al parecer, dar positivo. Las conclusiones en su contra proceden de testimonios de otros ciclistas que afirmaron que Armstrong y su equipo montaron un elaborado sistema para evitar que las pruebas dieran positivo. Pero ¿realmente puede haber un sistema que permita evadir 218 pruebas antidoping? Si es así, habrá que cuestionar todas las pruebas antidoping de las últimas décadas.
Durante años Armstrong negó que las acusaciones fueran ciertas. Después de que la Agencia Antidopaje presentó sus conclusiones y lo suspendió, decidió no apelar… pero no por que aceptara los cargos sino porque -dijo-- se había cansado de pelear. Este 21 de octubre Armstrong anunció su renuncia a la presidencia de Livestrong, la organización que a través de la venta de pulseras amarillas ha reunido más de 300 millones de dólares para ayudar a pacientes con cáncer. Lo hizo para no afectar la capacidad del grupo de recaudar fondos, aunque no hay duda de que esta capacidad ya ha sido afectada.
Yo no sé si Armstrong sea culpable o no, ni si sus faltas sean suficientes para borrar sus hazañas. Pero me parece que difícilmente la saga del hombre que se recuperó de la quimioterapia para ganar siete veces el Tour de France será eliminada (¿serán también ilegales las sustancias de la quimio?).
Quizá con Armstrong ocurra lo mismo que con Pete Rose, quien fue vetado del beisbol por haber hecho apuestas, pero sigue siendo recordado por sus enormes logros como deportista; o con Jim Thorpe, el indígena norteamericano que ganó las medallas de oro del pentatlón y el decatlón en los Juegos Olímpicos 1912, sólo para ser despojado de ellas por haber recibido pagos por jugar beisbol semiprofesional.
Thorpe vivió los últimos años de su vida en pobreza y alcoholismo. En 1983, treinta años después de su fallecimiento, el Comité Olímpico Internacional le reintegró las medallas. En 2000 una encuesta del programa de televisión Wide World of Sports lo reconoció como el mejor atleta del siglo XX. ¿Pasará algo similar con quien muchos consideran el mejor ciclista de todos los tiempos?
APASIONADOS
Escribo estas líneas antes de que se vote en el Senado la reforma laboral. Independientemente del resultado, me parece positivo que estemos viendo una discusión tan apasionada de una iniciativa. Parecen haber quedado atrás los tiempos de los legisladores levantadedos.
Twitter: @sergiosarmient4
