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ELECCIÓN PRESIDENCIAL; 2012 NO ES 2006

JUAN MARTÍNEZ VELOZ

México ha celebrado dos elecciones presidenciales (2006 y 2012) después de la alternancia política y el fin sistema de partido hegemónico en el año 2000.

Los dos comicios han generado un conflicto poselectoral con el mismo protagonista; de un lado Andrés Manuel López Obrador (AMLO) del otro, en 2006 estuvo Felipe Calderón y ahora en 2012 está Enrique Peña Nieto y como "patitos feos" de la película siempre han estado el Instituto Federal Electoral (IFE) y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).

En 2006 después de los discutidos resultados electorales del IFE que le dieron un triunfo al hoy Presidente de México Felipe Calderón sobre AMLO por un margen estrecho de diferencia de 0.58%, el líder de las izquierdas realizó toda una serie de acciones muy controvertidas desde el punto de vista republicano; desconoció al actual Presidente de México, se realizaron plantones y cierre de calles en el centro de la Ciudad de México, se intentó impedir su toma de protesta como Presidente Constitucional en el Congreso, lo más extremo fue la autoproclamación de AMLO como "Presidente Legítimo de México".

Entendemos lo difícil de aquél del momento y la falta de instrumentos legales para resolver el conflicto con plena certeza. Creemos también que AMLO en ese lapso no actuó con mesura y tampoco se asesoró adecuadamente para enfrentar la situación sin salirse de las normas.

La diferencia mínima del 0.58% a favor del partido en el poder en ese momento (PAN), hacía pensar muchas cosas que se pudieron hacer en los organismos electorales para desvirtuar el sentido del voto, dado que fue un IFE que tampoco tuvo Consejeros con aval de las izquierdas, ya que se nombraron en 2003 en la Cámara de Diputados con rechazo de las bancadas simpatizantes de AMLO. Sin embargo, por otro lado, había que respetar las normas y saber perder para tener autoridad moral en otras contiendas electorales para exigirles lo mismo (institucionalidad) a sus adversarios. No fue así.

El conflicto poselectoral de 2006 dañó a México y debilitó la institución presidencial. Hay que reconocer el peso de los más de 14 millones de votos que tuvo AMLO en 2006. Sin embargo, al proceder así el ex Jefe de Gobierno del DF, también se estaba poniendo a sí mismo una "soga al cuello" para las próximas contiendas presidenciales.

¿En qué papel quedaría el PAN y el PRI en un escenario virtual al reconocer el triunfo de un candidato (AMLO) que en 2006 los desconoció? Evidentemente se verían débiles, por lo tanto quizá le harían lo mismo al líder tabasqueño lo que él hizo en 2006, es decir, desconocerlo.

En 2012 el escenario es distinto, Enrique Peña Nieto va con una ventaja de casi 7 puntos porcentuales (6.6) sobre AMLO, pero el PRI no es el partido en el gobierno, no se puede afirmar válidamente que esté manipulando al IFE y al TEPJF, pues los consejeros y magistrados electorales fueron nombrados con el aval de todos los partidos (incluyendo al PRD) en varios momentos desde 2007.

AMLO en 2012 cuenta con mayor experiencia política, hasta ahora está actuando dentro de los márgenes de la ley; el derecho a la impugnación es un derecho constitucional. Creemos que no le conviene a él, ni a las izquierdas hacer el mismo papel que en 2006, después de la resolución que emita el TEPJF, pues sólo se desprestigiarían.

Además, ahora a diferencia de 2006, no le queda el papel de víctima, pues el Presidente Felipe Calderón en diciembre de 2009 le planteó al Constituyente Permanente la 2ª. vuelta electoral presidencial (ballotage) y las bancadas simpatizantes de AMLO en el Congreso la rechazaron ¿lo consultaron sobre el tema? Sería bueno saberlo.

Las dudas sobre la legitimidad y legalidad del proceso electoral podrían resolverse de mejor manera con un ballotage presidencial involucrando a la sociedad al mismo tiempo, que tratando de forzar una interpretación legal con una nulidad electoral decretada por sólo 7 magistrados que componen el TEPJF.

Debemos ser respetuosos de las decisiones electorales por más controvertidas que sean, ya que eso significa acumular credibilidad y capital político para la siguiente contienda.

Varios de líderes en el mundo han llegado a la Presidencia de la República no en la primera ocasión, sino después de dos o tres elecciones (Mitterrand en Francia, Lula en Brasil, entre otros), pero siempre respetando las instituciones republicanas y las normas electorales. AMLO debe seguir ese buen ejemplo.

juanmave21@hotmail.com

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