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Elecciones panistas

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LUIS FERNANDO SALAZAR WOOLFOLK

El proceso interno del Partido Acción Nacional para elegir su candidato o candidata a la Presidencia de la República, se revela como un ejercicio digno de ser analizado en su singularidad.

En efecto, ningún otro partido de los que contenderán en las elecciones federales del próximo primero de julio, ha escogido a su abanderado en un proceso electivo en el que participen sus militantes y adherentes.

En el caso del Partido Revolucionario Institucional, el virtual candidato se impuso como producto comercial diseñado y promovido sobre pedido, de tal suerte que no resulta exagerada la afirmación según la cual, los propios priistas dudan de que su candidato sea hechura propia o de la empresa Televisa. La posibilidad de que hubiera una contienda interna en el tricolor, se diluyó entre la imposición del producto televisivo y las acusaciones de manipulación a la convocatoria.

En el caso del PRD, la obsesiva postura de López Obrador que durante seis años se mantuvo en campaña bajo el pretexto de un supuesto agravio electoral, obligó a Marcelo Ebrard a rendir sus aspiraciones, ante la amenaza de ruptura y desintegración de las autoproclamadas izquierdas. En ese sentido, se advierte que más que candidato del PRD o de Morena, "El Peje" es candidato de sí mismo.

En el caso del PAN se trata de un proceso competitivo, en el que están en juego tres figuras de perfiles muy diferentes y cualquiera de ellas, por sí solas están a la altura del cargo que pretenden. Sería ligero negar la sombra de una posible injerencia del presidente Calderón, o pretender que la oferta política de cualquiera de los tres con sus matices propios, sea tan original que se aparte del rumbo trazado por el actual gobierno.

Tampoco se puede decir que el ejercicio eleccionario sea perfecto, pero ha cubierto los estándares requeridos para hacer depender los resultados de la elección de las bases del partido, y abrir la oportunidad de medir la viabilidad de cada uno de los precandidatos frente al electorado global, de cara al proceso constitucional.

La situación permite apreciar que al menos hoy por hoy y aunque fuera por mera expectación, el proceso panista se encuentra en un primer nivel de atención del público, por encima de lo que puedan andar haciendo los candidatos ya determinados de los otros partidos, lo que implica que ha quedado atrás la percepción que hasta hace tres semanas, consideraba negativa y prolongada la indefinición del PAN al respecto.

En una primera vuelta, el domingo próximo los panistas elegirán a su candidato de una terna compuesta por Santiago Creel, muy ligado a la sociedad civil en su origen, un tanto desgastado precisamente por una vieja rencilla con el grupo Televisa; Ernesto Cordero, lúcido y eficiente tecnócrata identificado con el desempeño macroeconómico del actual gobierno y Josefina Vázquez Mota, la más completa y versátil de los contendientes, con antecedentes como mujer de empresa y ya en política, integrada durante nueve años en el gabinete presidencial en las Secretarías de Desarrollo Social y Educación, y con experiencia parlamentaria adquirida como líder de la bancada panista en San Lázaro en los últimos tres años.

A pesar de los resultados de algunas encuestas, no se puede afirmar que la elección interna del PAN esté definida. La singularidad del proceso panista desmiente la tan frecuente como infundada apreciación de que "todos los políticos y todos los partidos son iguales" y por el contrario, con las luces y sombras que proyecta cada opción, se advierte que nuestra aún frágil democracia ofrece la variedad de esperanzas que los mexicanos hemos sido capaces de generar, y que a cada elector corresponderá impulsar con su voto, según su preferencia propia.

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