Electrónico vs. impreso
Aun cuando no se cierra la discusión sobre si los esfuerzos en materia de fomento a lectura son suficientes o muy pocos, efectivos o reales, un nuevo tema de discusión desplaza por momentos el fenómeno: los libros electrónicos y los nuevos formatos de lectura, una lucha entre pantallas digitales y el clásico libro impreso, que para muchos no tiene sentido en países en vías de desarrollo.
Aunque en el país han aumentado tanto el número de aparatos electrónicos, como los títulos y autores, no hay comparación al crecimiento de países como Estados Unidos, donde se vendió el año pasado arriba del millón de dispositivos solamente para Navidad y la mayoría de novedades editoriales están disponibles en formato "e-book" y en línea.
En España por ejemplo se vendieron en 2011 cerca de 280 mil aparatos de lectura y 180 títulos digitales, menos de uno por dispositivo, según cifras del portal de Amazon, principal distribuidor de libros digitales y aparatos como su Kindle, portal que no registra las cifras de mercados pequeños, como la mayoría de los países de Latinoamérica, incluyendo México.
LOS APARATOS
Durante un sondeo por tres diferentes tiendas departamentales, de La Laguna, los encargados de las secciones de electrónicos, sostuvieron que si bien el pasado mes de diciembre aumentó la demanda de tabletas electrónicas de diferentes marcas, ninguno de los compradores preguntó si estos aparatos servían para leer o si existían libros en formato digital para una tabla.
"Cuando un cliente se acerca al mostrador trae la inquietud del aparato, sea la marca que sea, nosotros preguntamos para qué la quieren o cuál es su expectativa. Muchos la refieren como una tabla para ver videos, otros para navegar en Internet, que es la función que busca casi el 90 por ciento de los clientes, otros como herramienta de trabajo, una mínima parte, pero hasta ahora ninguno ha preguntado si sirve para leer", comenta Jesús, vendedor de una de las tiendas.
Un fenómeno singular en México es que quienes compran libros electrónicos, generalmente son lectores y muy buenos, como lo indicó la encuesta realizada en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2011, en la que la mayoría de los encuestados confesó comprar un "e-book", por curiosidad, aunque manifestaron su preferencia por leer un libro físicamente, de la manera tradicional, es decir impreso.
En La Laguna Gandhi ofrece un lector electrónico económico, 2 mil 990 pesos, sin embargo no distribuye "e-books", a pesar de que en diciembre se vendieron algunos como regalo, la cifra jamás es de llamar la atención. Otro aspecto es que la mayoría de los libros que son de la preferencia de los lectores, no se encuentra digitalizado y muchas versiones electrónicas no están traducidas al español.
EL CONTENIDO
A finales de 2011 se realizó en México el Primer Simposio Internacional del Libro Electrónico, en donde más de medio centenar de expertos de Argentina, Colombia, Estados Unidos, Inglaterra y Nueva Zelanda, se reunieron para reflexionar sobre el futuro y los retos de este nuevo formato de lectura, donde por cierto una de las conclusiones fue el lento avance de este mercado en el país.
En 2011 el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) anunció la publicación de manera digital de títulos como "La Ciudad Quedó Atrás", de Francisco L. Urquizo, "Los Piratas del Boulevard" de Heriberto Frías, y "Novedad de la Patria" de Ramón López Velarde, entre otras obras, además lanzó la primera convocatoria para obra en formato digital.
Sin embargo librerías como El Fondo de Cultura Económica (FCE) ya cuenta con 176 obras digitalizadas en su catálogo, y espera ofrecer a fin de año, 400 títulos en este formato.
Según datos publicados en el portal de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2011, en el mundo el total de libros digitales vendidos representa sólo el uno por ciento de los libros comercializados, con excepción de los Estados Unidos, donde la cifra llegó al 25 por ciento, por la gran oferta de aparatos lectores.
OTRAS RAZONES
Mientras que algunos promotores de la ecología sostienen que los libros digitales tienen como plus el cuidado del planeta, al no imprimir sobre el papel, acción que podrá disminuir la tala de árboles, otros ven el benefició de la portabilidad, ya que en un solo aparato se pueden llegar a almacenar incluso hasta dos mil libros, un aspecto que en cuestión de espacio, resulta útil para quien vive en una pequeña casa o departamento.
Sin embargo, algunos oculistas como el doctor Felipe Cantor, cree que la lectura en aparatos digitales con el tiempo afecta la visión. "El ojos es un órgano fascinante, pero no está hecho para ver o leer directamente de aparatos o pantallas luminosas, por eso quienes pasan mucho tiempo en la computadora sufren dolor de cabeza, entre otras cosas, nosotros vemos las cosas porque la luz que proviene de alguna parte (foco o sol) rebota en las cosas, no la vemos directamente".
Sofía Cárdenas, promotora de libros de texto para secundaria y preparatoria, considera que el libro electrónico tiene futuro pero en textos escolares, ya que este formato permite herramientas como búsqueda por palabra, selección de texto y otras herramientas, además se debe tener encuentra que los únicos libros desechables son los de texto, que después de usarse pierden su valor, porque tienen que además ser actualizados.
Una de las opiniones colectivas de quienes realizan programas de fomento a la lectura, es que el libro es un objeto universal, que se puede llevar, regalar o distribuir en los sectores marginados o populares, que son la mayoría en México, "sería muy difícil llegar a colonias populares con estos formatos, se trata de fomentar la lectura, no mostrar el libro como objeto de lujo", manifestó Diana del Programa Alas y Raíces de Conaculta.
ALGUNAS OPINIONES
Como dato curioso ningún escritor lagunero cuenta con ediciones digitales de su obra, no hay librerías que distribuyan en "e-book" y de 20 compradores de libros a los que se les preguntó, en dos conocidas librerías de la región, si les interesaba estos formatos digitales de lectura, 18 contestaron enfáticamente que no, una que podría experimentar y otra no sabía que habían libros digitales.
DANIEL HERRERA, ESCRITOR LAGUNERO Y MAESTRO:
Desde mi perspectiva, el futuro del libro es oscuro. Digamos que no van a desaparecer. Esa industria seguirá funcionando y es probable que el placer de ir a una librería no desaparezca. El asunto es que el libro de papel va a convivir con el digital y este último va dominar fácilmente. Por un lado será una ventaja, por ejemplo, los libros de consulta o los textos escolares y universitarios pueden ser mucho más útiles y efectivos con su digitalización.
Lo malo es que los nuevos lectores que vienen, verán la lectura como porciones independientes. Me refiero a que, probablemente, no encontrarán placer en comenzar de principio a fin un libro. Que leerán como hacen zapping, saltando de una lectura a otra, sin orden ni método. Digamos que no es tanto la industria la que peligra, sino la lectura en sí.
DANIEL MALDONADO, ESCRITOR Y PROMOTOR DE LA LECTURA:
La llegada de nuevas tecnologías supone el mito de la supresión de sus antecesoras. Esto se dijo del cine, de la radio, de la televisión, de las computadoras y se presenta cuando hay una brecha tecnológica. El libro seguirá existiendo en su formato impreso y será una opción más ante las tabletas y los nuevos aparatos de lectura.
Para mí lo preocupante no es el modo en que se realiza la lectura sino cómo esta actividad se está convirtiendo en una opción aún más marginal, sin olvidar lo lesivas que las nuevas tecnologías resultan para la concentración, la retención y la comprensión, además del imperio del consumo y la ligereza. El creciente ejército de nulos mentales en formación del que hablaba Sartori.
Para muchos sectores la discusión de los nuevos formatos de lectura, se debe aplazar en el país, para poder superar un tema pendiente, el fomento a la lectura, ya que si el público no lee, no leerá ni el libro impreso ni el digital, y en el estado el panorama se torna gris, ya que la población de Coahuila lee menos de un libro al año y su red de bibliotecas públicas tiene menos de medio libro por habitante.