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ADELA CELORIO

 Con porras, con gritos, con aplausos, lágrimas y toda esa emoción desbordada de la que somos capaces los mexicanos; despedimos al Santo Padre. Durante su corta visita hubo Papa para todos, aunque no para todos igual. Los ricos y los poderosos pudieron verlo de cerca con derecho a besa-mano, a ser escuchados, atendidos y bendecidos personalmente. Los aspirantes a la Presidencia cerquitita para la foto. La gente del diario, con verlo de lejos o en la tele tuvimos que conformamos, aunque eso sí, lo mismo los de cerca que los de lejos nos sentimos hermanados, todos mexicanos y guadalupanos, todos más papistas que el Papa. Ahora los candidatos presumen en las redes sociales sus fotos saludando, participando en la misa, comulgando. Imagino que la idea es dejar claro a quienes votaremos el próximo primero de julio; que purificados con la bendición Papal, ahora son ahora más santos, más justos, más confiables. ¡Si Chucha, y sus calzonzotes!

Mientras escribo esto, AMLO me mira desde su foto de media página que publicó el diario español "El País", tranquilas, sus manos descansan una sobre otra, blanco el peinado y una sonrisa beatífica que ni el Dalai Lama. Da la impresión de que la cercanía con Su Santidad, lo ha dejado en estado de gracia plena; tanto así que en la entrevista que publica "El País" AMLO confiesa a corazón abierto: "He perdonado a Felipe Calderón". (Aunque no aclara de qué lo perdona). "No odio, no soy un hombre de resentimientos. Perdono a todos, lo perdono a él en particular". "Estoy extendiendo mi mano franca a todos". (Hasta a Vicente Fox que en la misa Papal se acercó a saludarlo y "ni modo que lo dejara con la mano extendida, dice. ¿Acaso no es conmovedor? Generoso como es el nuevo AMLO, quiere la Presidencia para transmitirnos el mensaje que cambiará la faz de México y sus alrededores: "Debemos entender la idea de que sólo siendo buenos seremos felices", afirma, convertido en un moderado guía moral en quien nada queda del Mesías Tropical que enloquecido de odio y de frustración, en 2006 secuestró Reforma y el Zócalo de esta capital, y se invistió en Presidente Legítimo. (Un grave error que en un país donde no hay reelección le impediría -por aquello de la congruencia- aspirar de nuevo a la Presidencia. Pero nunca es tarde y ahora la bendición Papal oficializa el giro de noventa grados.

El AMLO de ahora es un hombre bueno, muy bueno, tanto que ha perdonado también al Señor de las Ligas que embolsándose los paquetes de dólares frente a las cámaras de televisión hizo tan grave daño a su anterior campaña presidencial. Aunque nunca se supo dónde quedaron los dólares que se embolsó Bejarano, AMLO lo ha perdonando y para que no quede ninguna duda de su generosidad, lo ha acogido nuevamente en el pequeño círculo de sus discípulos más amados. Pero como no hay paraíso sin serpiente, la lengua beatífica de AMLO volvió a escupir veneno: ¿Es corrupto el presidente Felipe Calderón? Le preguntan en la entrevista antes citada, y él, contundente responde: "No es sólo corrupto, es deshonesto que es peor porque la corrupción es quedarse con dinero, pero la deshonestidad es quedarse con dinero y además no ser consecuente".

Seguramente muy pronto probará lo que dice porque siendo como es ahora, un guía moral de los mexicanos; sería impensable que afirmara algo tan grave sin las pruebas en la mano. En fin, que a pesar de la profunda crisis económica y moral que atravesamos, a pesar de los indignados del mundo que exigen un cambio y de que aún las estructuras más firmes se tambalean; arropados por nuestra Santa Madre Iglesia, los poderosos del mundo ni se enteran.

Yo compartí la alegría de la visita Papal, pero me obsesiona el sueño aunque sea guajiro, de que un día un Papa, un Cardenal o un Obispo se olvide del besamanos y le diga a los ricos: "Ustedes ya no necesitan mis bendiciones, ya tienen suficientes en la cartera. Ahora debo ocuparme de los indígenas dueños y señores de estas tierras; esos marginados de los que tanto me han hablado. Quiero darles la mano y ofrecerles ánimo, esperanza, mis bendiciones. Quiero caminar entre ellos aunque se ensucie la seda roja de mis zapatos".

Para mí que soy una niña muy antigua está bien Ratzinger, pero soñar no cuesta nada y yo sueño con un Papa que de acuerdo a los tiempos que corren, se acerque a los enfermos, consuele a los presos y escuche y atienda a las víctimas de mi iglesia siempre callada e hipócrita. Ahora lo que toca es que todos limpios y perdonados nos preparemos para celebrar una Semana Santa en oración y penitencia como Dios manda. Está demasiado reciente la Santa Visita como para pensar en playas, bikinis y esas cosas que no van con los días santos ¿o sí?

Adelace2@prodigy.net.mx

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