El día de hoy, si no hay algún cambio de última hora, la Comisión Federal de Competencia Económica decidirá acerca de la asociación que pretenden hacer Televisa y una filial de TV Azteca, Iusacell, para ofrecer servicios de telecomunicaciones.
El tema es de gran complejidad técnica, pero además se ha convertido en un asunto político, de forma que ya se hizo un mazacote. Primer asunto que debemos aclarar: falta competencia en el sector de Telecomunicaciones. Por eso el servicio y el costo no son tan buenos como podrían ser. Segundo: la asociación mencionada elevará la competencia en el sector, por lo que es muy probable que tenga un efecto positivo en el bienestar de los consumidores.
Ahora vienen los peros. Primero: puesto que Iusacell es filial de TV Azteca, todo se complica. Televisa y TV Azteca son los únicos proveedores de televisión abierta a nivel nacional, y como no hay competencia, tienen el mismo problema de las telecomunicaciones: calidad y costo. El costo usted no lo nota, porque no lo paga directamente, pero sí lo perciben los anunciantes, y se lo trasladan a usted. La calidad no requiere explicación.
Puesto que la decisión de Cofeco no tiene que ver estrictamente con el mercado de televisión, podría suponerse que no hay problema. Pero se requeriría ser muy ingenuo para suponer que si se autoriza una asociación como ésta no habría posibilidad de colusión en el mercado de televisión abierta. En consecuencia, la Comisión seguramente tendrá precaución al respecto. Cualquier comisión de competencia en el mundo lo haría.
Y aquí viene la política. Pues resulta que los señores dueños de los medios, acostumbrados a no cumplir la ley, porque en este país no se cumplía sino hasta hace poco, no quieren que la Comisión los regule. No me refiero sólo a los señores de Televisa y TV Azteca, sino a todos. Ya habrá visto usted los desplegados de otras empresas exigiendo a Cofeco que nieguen la asociación, y habrá visto los ataques directos desde la televisión a la Comisión, para que no se los nieguen. Puro Chicharronero, como decía López Portillo: quieren que nomás sus chicharrones truenen.
He comentado con usted que uno de los problemas más importantes que tenemos, que está en el origen de muchas de las fallas que acostumbramos criticar, es la incapacidad de cumplir la ley. Para muchos, la mera idea de tener que subordinarse a alguien más es inimaginable. No es sólo el caso de las "Ladies de Polanco" o el más reciente del señor Sacal.
Es algo muy común, en particular en quienes han sido poderosos: los grandes empresarios a los que me he referido, los líderes sindicales, campesinos o estudiantiles, los políticos destacados, y así hasta llegar a los maleducados.
Todos ellos, sin excepción, se subordinaban al presidente de la República cuando vivíamos en el viejo régimen. Sólo él decidía. No la ley, ni los jueces. Sólo el presidente. Así que cuando se nos vino abajo el régimen, hace ya 15 años, todos estos personajes pensaron que eran libres. Para su mala suerte, y para esperanza nuestra, eso no es totalmente cierto. Resulta que, con dificultades, pero la ley empieza a cumplirse. Y parte de esa ley la aplican Comisiones como la de Competencia, o la de Telecomunicaciones.
Pero si la ley se aplica a todos, entonces los privilegios que algunos han tenido empezarán a reducirse. No crea que van a desaparecer fácilmente, porque muchas leyes están hechas para beneficiarlos (así funcionaba el viejo régimen). De hecho, lo que hemos visto en los últimos años ha sido precisamente el enfrentamiento legal entre los diferentes grupos que quieren participar en Telecomunicaciones o en Medios. No sólo participar, también abusar, si pueden. Precisamente para eso existen las leyes, para evitar esos abusos.
Pero el proceso para ir ordenando estos mercados (y otros), no será nada sencillo. Y el caso que nos ocupa es un buen ejemplo. La incorporación de la alianza Televisa-Iusacell en telecomunicaciones sería un avance, sin duda. Pero puede complicar aún más el tema de la televisión. Para evitar eso, podría promoverse mayor competencia en ese otro sector, pero eso no le toca a la Cofeco, sino a Cofetel. Pero si Cofetel decide abrir a una tercera o cuarta cadena de televisión, seguramente será el señor Slim uno de los anotados, y entonces saltarán otros a criticar a esta comisión.
En estos negocios no hay santos, como tampoco los hay en la política, o para el caso, en ninguna parte. Es precisamente porque no hay santos por lo que se requieren las leyes. Como alguna vez dijo Kant, si las reglas están bien hechas, "hasta un pueblo de demonios" acabaría portándose bien. Bueno, pues acá todavía no tenemos buenas reglas, pero parece que lo del pueblo de demonios sí nos tocó.
El esfuerzo de las comisiones (competencia, telecomunicaciones, etcétera.) por ordenar los mercados no es sencillo. En el camino, van a ser atacados de forma inmisericorde por "Sacales" poderosos. Y por opinadores iluminados también. Y como los comisionados sólo son seres humanos, algunas de sus decisiones no serán las mejores.
Para acabarla de arreglar, en algún momento toparán con la Suprema Corte, que luego de estos temas no entiende bien.
A pesar de que ya nos acostumbramos en México a que no hay mejor cosa que golpear al gobierno, yo quisiera que en esta ocasión hiciese usted un esfuerzo por evitarlo. Aunque Cofeco y Cofetel, y otros organismos similares, puedan tener defectos, de lo que se trata es de empezar a ordenar a esos empresarios demasiado grandes y malacostumbrados. Necesitamos sumar esfuerzos para respaldar a estas comisiones. De lo que se trata es de educar(nos) en el cumplimiento de la ley y en la competencia económica.
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