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En campaña

ADELA CELORIO

 ¿T ú cómo te llamas? -preguntó Peña Nieto a un chiquillo. Pepito. ¡Ah! Entonces tú eres el famoso Pepito de los cuentos… No, yo soy el de los chistes, el de los cuentos eres tú, responde el enano. Ese es sólo uno de los chistoretes que cuenta el más pequeño de los retoños alrededor de mi mesa. ¡Dios, que efervescencia! Tal parece que en mi casa todos están en campaña. Yo ya vengo muy llorada. Mi sensibilidad ha hecho callo. La impotencia empieza a transformarse en apatía y la apatía en mi forma de estar en la vida.

Hoy, sin sorprenderme ni indignarme, puedo leer en mi periódico que la hija del líder del sindicato petrolero viaja en jet privado a Rusia acompañada de sus tres perros favoritos y navega por los mares del mundo en el suntuoso yate de su papi. ¿Y por qué no?, dinero es lo que sobra que para eso está la ordeña en los ductos y el gasolinazo que nos asestan cada mes -pienso- y lo único que me preocupa es que no se enfríe mi café.

Con absoluta indiferencia me entero de que la Gorda Gordillo apuntala su deteriorada imagen con bolsas de 35 mil dólares y envuelve su abundancia en trapos comprados en las tiendas más caras del mundo. ¡Pues sí! Ella conoce bien su oficio y ha desarrollado las habilidades y destrezas que le permiten explotar "legítimamente" al gobierno, a los maestros, y hasta a cotizar los votos de éstos en el mercado electoral -justifico- y sigo leyendo sin que se me mueva una pestaña al enterarme de que los Estados Unidos nos informan sobre los nexos de Tomás Yarrington con el crimen organizado. Hace ya bastante tiempo que lo sabemos, pero si nadie ha querido hacer nada, yo, ajo y agua. (Ajoderme y aguantarme)

Las campañas que hoy se meten a mi casa y se sientan a mi mesa han acabado por chuparme la energía de tal manera que he perdido toda capacidad de reacción; tanto que puedo escuchar a quienes afirman que los priistas "son narcopolíticos, pero por lo menos saben negociar con los cárteles"; sin ceder al impulso de voltearles un bofetón. Cuando uno lleva tantísimo tiempo de oír las mismas barbaridades, como que se acostumbra. A mí ya no me sorprende ni me enoja la burla de que arropado por Arturo Montiel, Mario Marín, Ulises Ruiz, Jorge Hank, Beltrones y Gamboa Pascoe; Peña Nieto llame al PRI "a romper con el pasado".

No se me indigesta el desayuno al verlos a todos ellos todos ellos cómplices, solidarios, relamiéndose ya con la idea de recuperar el poder que en sus excrecencias cerebrales siempre han considerado suyo. Todos vivillos desde chiquillos, todos sonrientes y satisfechos, todos impunes, todos ellos repartiéndose desde ya su rebanada de país.

Tampoco me revuelve el estómago saber que en pleno disfrute de concesiones como teléfonos, televisión, radio y tantas otras, tengamos en México al hombre más rico del mundo y al segundo y al tercero… ¿Y por qué no? si este país nuestro es pura Jauja.

Si mi sensibilidad no hubiera hecho callo, tendría que indignarme, pero como se trata de sucesos que han pasado a formar parte de nuestros usos y costumbres, ya es muy difícil que me escandalice.

Puedo leer mi periódico matutino sin que ninguna noticia me perturbe. Quizá la breve nota que descubro en un rincón de la página de Ciudad consigue sacarme por un momento de mi apatía: "En la Delegación Ixtapalapa, un hombre de cuarenta y siete años de edad fue detenido y presentado ante el Ministerio Público acusado de robar un pan dulce conocido como "ojo de buey". Según la averiguación FIZP/IZP-10/T2/ agentes de la Policía de Investigación (PDI) circulaban por la zona cuando observaron que un hombre salió corriendo de una panadería con un pan en la mano. Los elementos de la PDI detuvieron al hombre y lo llevaron hasta la agencia del MP de la fiscalía de Ixtapalapa donde se inició la denuncia por robo de negocio. El detenido declaró que no tiene trabajo ni casa ni familia y que tenía mucha hambre por lo que ingresó en la panadería y buscó el pan que costara menos, tomó uno de seis pesos y salió corriendo".

¡Pero qué imbécil! -pienso- y se me viene a la cabeza la vieja historia del Jean Valjean, el personaje de Los Miserables: "En octubre de 1815 le pusieron en libertad; había ingresado en 1796 por haber roto un cristal y cogido un pan". Otro sorbo de café y me tranquilizo con la idea de que alguien debe aconsejarle a ese pobre hombre que se meta de diputado y ahí puede robar lo que quiera sin infligir la ley. De que el mundo que conocemos se acaba; se acaba. No será el próximo veintiuno de Diciembre, tardará todavía un poco más, pero es un hecho que los jóvenes indignados del mundo han iniciado ya la demolición. A ellos les corresponderá construir uno nuevo. Sólo podemos desear que de verdad consigan hacerlo más equitativo y más justo. A los mayores sólo nos corresponde apoyarlos.

Adelace2@prodigy.net.mx

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