México sí es afectado por la expropiación Argentina de la empresa Yacimientos Petroleros Federados (YPF) porque se demeritaron los activos de la española Repsol, y de ésta posee acciones Petróleos Mexicanos por 9.8% de su total.
La versión de Pemex es de que no ha pretendido ganancias en dólares a través de los papeles bursátiles de Repsol, pero sí la obtención de tecnología de esa petrolera, la cual cayó en período crítico porque el gobierno gaucho de Cristina Fernández expropió 51% de YPF, correspondiente a Repsol, lo cual significa 18 mil millones de dólares.
Luego de esa decisión, criticada por gobiernos capitalistas y el presidente Felipe Calderón, porque pone en riesgo las inversiones en Argentina y esa práctica pudiera ser imitada por otras naciones, el valor accionario de Repsol bajo 6%.
En esa proporción desciende la inversión sospechosa de Pemex. Sospechosa porque para hacerla obtuvo un préstamo de 1, 600 millones de dólares de un grupo de bancos encabezado por Credit Agricol de Francia, sin consultar al Consejo de Administración de Pemex.
Ese crédito fue adquirido a propuesta de la constructora española Sacyr, la cual pretendió, con las acciones de Pemex, llegar al 30% del valor de Repsol y asumir el control de ésta.
Todo se vino abajo porque la paraestatal mexicana sólo aportó 9.8% y con el 20% de Sacyr no se llegó al 30% necesario. Luego fue expulsada dicha constructora de la petrolera hispana.
AHORA MÉXICO DEBE PAGAR los 1, 600 millones de dólares, con los intereses pactados, a costa de nuestros impuestos. Y el cuento de la tecnología para realizar exploraciones profundas de petróleo quedó en el aire.
Son los negocios del gobierno federal a la sombra de nuestra principal industria, la cual es saqueada sin ser construidas las urgentes refinerías y evitar la creciente compra de gasolinas caras en Estados Unidos.
La tan cacareada Refinería de Tula está en “paredes protectoras” que en parte rodean el predio adquirido por el gobierno de Hidalgo a muy elevado precio. También los hidalguenses pagan su cuota en beneficio de corruptos con etiqueta federal.
Si tanto se asombran los panistas con las obras que, a su decir dejó inclusas Enrique Peña Nieto en el Estado de México, el PRI debiera hacer un montaje en Tula y exhibir la “refinería” de Felipe Calderón.
O instalar otro escenario en Buenavista y preguntar por los dos ferrocarriles suburbanos presumidos por el Presidente, además del fracasado, de ese lugar a Huehuetoca.
Ha anunciado obras Calderón con gran bombo al colocar la primera piedra, o inauguradas cuando llevan avances medianos.
Esto afecta a la “diferente” Josefina Vázquez Mota, dispuesta a seguir los pasos del primer mandatario, incluso en el combate a la delincuencia con el Ejército y la Marina.
Calderón, quien confecciona sus viajes y conferencias en el extranjero, en plena veda electoral, se desentiende de Vázquez Mota, quien no era de su preferencia y el equipo chatarra enviado de Los Pinos sirve para maldita la cosa.
El primer mandatario prefiere seguir con el micrófono pegado a los labios y “ya no escucha a nadie”, dijo el diputado panista Javier Corral. ¿Pero alguna vez oyó a sus colaboradores o los instruyó en el desempeño de sus funciones? ¿Por qué el Ejecutivo federal autorizó al director de Pemex, Juan José Suárez Coppel, a endeudar a Petróleos Mexicanos e invertir en Repsol, en vez de construir la refinería de Tula?
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