"Los principios son flexibles y susceptibles de adaptarse a cada necesidad: es cuestión de saber cómo usarlos, lo cual es una tarea difícil que requiere inteligencia, experiencia y decisión proporcional".
A partir de la crisis financiera y económica que realmente se inició en Estados Unidos en el verano del 2008, debido a la situación explosiva que se ha venido desencadenando en el aspecto de la referencia mencionada anteriormente, creo que es conveniente destacar circunstancias de otra índole que nos invite a reflexionar sobre el significado de los valores y de la ética.
El espíritu innovador, del que tan orgullosa estaba Wall Street consistía en concebir nuevos productos que generaran más ingresos a corto plazo para sus empresas, al mismo tiempo las áreas de crédito y bursátiles de los bancos crearon paquetes en la cartera de inversionistas y acreditados que no reflejaban en modo alguno el riesgo que se podía correr. Existió falta de transparencia ya que si hubiera existido una buena regulación y las agencias de calificación hubieran hecho bien su trabajo, se habrían vendido menos hipotecas a los fondos de pensiones a y a otras instituciones, de tal manera que el desastre financiero hubiera sido sensiblemente menor.
El mercado valoró muy mal el riesgo y cometió un error aun peor en su autogestión añadido a un elevado apalancamiento bancario, es innegable que la avaricia motivó entre inversores e inversionistas una imprudencia, que propició que al estar interconectado el sistema financiero mundialmente, produjo echar abajo todo un sistema capitalista perjudicando a miles y miles de personas que no tenían ningún beneficio en la conducta imprudente de quienes les recomendaban o asesoraban tanto en la inversión como en el otorgamiento de crédito.
Lo anterior es otra cara de las ironías que han caracterizado a la crisis mundial que vivimos; es indudable que en la gran mayoría de las operaciones estuvo presente la falta de una verdadera ética profesional en los que intervinieron en todo tipo de operaciones, bien sea por desconocimiento, por conveniencia o por el hecho de obtener ganancias al costo que fuera.
La ética individual y profesional debe servir al hombre como guía en su vida personal, para contribuir dentro de la sociedad en los fines de prosperidad y bienestar que se buscan no solo para los fines de una empresa, individual o de terceros ya que los fines de prosperidad y bienestar que se buscan deben estar enmarcados por reglas éticas y de valores que guíe el comportamiento de quienes toman decisiones.
El progreso de un país, empresa y sociedad está estrechamente ligado a una cultura moral, ética y profesional, esta indudablemente se inicia y probablemente nunca debe de terminar en el hogar, en las aulas en donde se debe de fomentar el desarrollo integral de la persona como una obligación ética de desarrollo integral de la misma y que posteriormente debe estar comprometida como una obligación hacia su empresa y la comunidad; el hombre debe de entender que no se puede existir solo con los bienes materiales ya que los valores éticos en el ser humano es ineludible.
Los líderes que tienen el privilegio y la oportunidad de estar dentro de la estructura social, económica, política, empresarial etc. Deben de concebir el liderazgo como un arte para poder influir sobre la gente en el logro de resultados pero sin olvidar que al margen de conducir a las personas hacia un objetivo determinado, no se debe de olvidar de las virtudes humanas y definir lo que significa poder y autoridad, ya que no se trata de lograr un fin a cualquier precio es por ello que en estos momentos, se requiere que tengamos líderes en sus diferentes niveles de acción, con una estrecha vinculación entre humildad y liderazgo sin pretensiones ni arrogancia y lo que estamos viendo son líderes proclives a la soberbia a la imposición y a la vanidad lo cual pone en peligro el desarrollo de la sociedad y cuyos conceptos dentro de una globalización, competencia y tecnología propicia decisiones de riesgo olvidando lo esencial de los valores en el ser humano.