Benedicto XVI en México

Engalanan a santa patrona de los leoneses

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Engalanan a santa patrona de los leoneses

Cortesía am.com.mx

Por: José T. Méndez.

La patrona de los leoneses, la Virgen de la Luz, recibirá al Papa Benedicto XVI portando su corona original de oro y piedras preciosas, obra de arte fabricada en Nueva York hace 110 años.

En la próxima visita del Santo Padre a la Catedral Metropolitana de León, el domingo 25 de marzo, la Madre Santísima de la Luz lucirá majestuosa, dijo el rector de la Catedral, el padre José Salomé Lemus Domínguez.

Usualmente la imagen de la Virgen de la Luz, por cuestiones de seguridad, lleva una corona que no es la auténtica, pues en varias ocasiones trataron de robársela.

La original es una obra de arte que deslumbra por la riqueza de sus materiales.

Con motivo de la coronación de la Virgen de la Luz, el 8 de octubre de 1902 la Diócesis editó un libro en el que se da a conocer con detalle la belleza de la corona.

“La magnífica corona fue ejecutada por los diseñadores Benziger Broth, de Nueva York, y sus diseños fueron remitidos por el señor Alberto Armour, representante en México de dicha casa”, se lee.

La corona fue terminada el 6 de septiembre de 1902, “es de oro y pesa tres kilos, de los cuales son 2,800 gramos de oro de 14 quilates, y el resto de 24 quilates”.

Se añade en la edición que la mayor parte de este oro fue colectado entre los fieles de la Diócesis de León, quienes tuvieron la gran satisfacción de haber contribuido para una obra maravillosa de arte.

“Todos los adornos son realzados, y cada uno de ellos ha sido de los artistas de más renombre, la banda baja es de cuatro centímetros; está ricamente adornada con 20 brillantes, 10 rubíes y 10 zafiros, todos de gran tamaño”.

En 1902 se dio a conocer que la valiosa corona tiene un diámetro central de 60 centímetros.

La altura total, desde la base hasta la cruz, es de 42 centímetros.

“La parte principal de la corona está formada con diez ‘paneaux’, que se extienden de la banda baja hasta la otra más angosta adornada con 20 fúlgidos brillantes. Los paneaux anchos constituyen magníficos adornos ejecutados con insuperable primor”.

En la misma edición la Diócesis señala que cada ornamento está soldado al contiguo por medio de una hermosa figura.

Entre los paneaux o paneles anchos se mezclan otros angostos que le dan un efecto mágico, explicó la Diócesis.

“Sobre éstos y en la línea que corresponde al mayor diámetro resaltan bellísimas cabezas de ángeles admirablemente cinceladas, y en las esquinas figuran 10 flores de lis”.

Luego el libro apunta que las bandas se unen por medio de pasadores de oro. Cada uno de los paneles está montado con siete brillantes y zafiros.

“En el centro de la roseta está un rubí de gran tamaño y circuido por ocho brillantes. Cada flor de lis tiene 10 rubíes puestos en montaduras abiertas”.

Las bandas angostas llevan en el centro rosas artísticamente cinceladas, que a su vez tienen brillantes en el centro.

“Sobre el globo principal de la corona hay otra que descansa sobre la parte superior de los paneaux y que está asegurada por medio de pasadores y tornillos de oro.

“La segunda corona es un ascua de piedras riquísimas, sobre montaduras abiertas en las que hay cuatro grandes brillantes y 20 zafiros. La tercera corona que se desprende de la banda angosta superior, tiene 20 rubíes”.

La corona luce un orbe rematado por una cruz.

“El primero de los relieves tiene 10 hermosos brillantes y otros tantos zafiros, y está adornado en su parte superior por una cinta cuyos puentes están dispuestos hacia arriba, de donde se desprende un ramo de flores de lis”.

Se detalla que cada puente lleva un brillante y las flores tienen al centro zafiros.

“La cruz, verdadero primor del cincel, está cuajada de piedras finas y tiene al centro un gran brillante que se estima en más de 10 mil pesos cicundado por 8 rubíes y brillantes chicos”, esto en 1902.

En conjunto, la corona tiene 800 piedras medianas, 400 grandes, y 40 amatistas.

La obra de la corona duró un año, explicó la entonces Diócesis de León en el libro, se cree que es la más rica hecha por la empresa Brothers, de Nueva York.

El libro añade que esta obra de arte se encuentra “en una de las Diócesis más piadosas de la Iglesia en México: León.

“Un obsequio nunca será signo de la Emperatriz de los Cielos. Esta corona, por su riqueza, por el insuperable arte con que está ejecutado, y por el amor de un pueblo, que simboliza, es un obsequio no indigno de la excelsa Señora”, añade.

Durante algún tiempo la imagen de la Virgen conservó la corona. Luego se dijo que había sido robada. Pero el que fuera entonces rector de la Catedral, José Guadalupe Mendoza, hace algunas décadas, lo desmintió y dijo que se encontraba bajo estrictas medidas de seguridad.

El 8 de octubre del 2002, con motivo del centenario de la coronación, en procesión, se exhibió la majestuosa corona, a los pies de la Catedral de León, presidiendo la ceremonia el último obispo de León y primer arzobispo de León: José Guadalupe Martin Rábago.

Comienza  devoción en 1732

En 1731 la congragación jesuita llegó a evangelizar a León y años después construyó lo que hoy es el templo del Inmaculado Corazón de María.

La imagen de la Virgen de la Luz llegó el 2 de julio de 1732, cuando aún no había Catedral, por lo que inicialmente llegó al templo de la Vieja Compañía, como se conocía al templo del Inmaculado hasta 1906.

En el Archivo Histórico Municipal de León el cronista de la ciudad, Carlos Arturo Navarro Valtierra, informó que en 1760 los jesuitas iniciaron la construcción del templo de La Nueva Compañía de Jesús, que se convertiría en la Catedral de León.

Posteriormente la construcción se suspendió en 1767 por la expulsión de los jesuitas por el Papa Clemente XIV, a petición de las monarquías europeas.

La Catedral fue concluida en el siglo XIX, bajo el episcopado de monseñor José María Diez de Sollano.

En el portón que da a la calle Hidalgo aún se puede apreciar la estructura original barroca.

En la “Vieja Compañía” o Santa Escuela de Cristo se veneró durante algunos años la imagen tutelar de la Madre Santísima de la Luz, y en torno a ella ha girado, desde 1732, la vida espiritual de los leoneses, señaló Carlos Arturo Navarro, historiador.

El 6 de agosto de 1777 el padre Juan Joseph Moreno, cura y juez eclesiástico de la Villa de León, a nombre del Ayuntamiento solicitó al Obispo de Michoacán la erección de la Cofradía de la Madre Santísima de la Luz, que subsiste actualmente y es uno de los principales núcleos de difusión a esta Virgen, la santa patrona de los leoneses.

En 1779 León apenas contaba con una población de mil 200 habitantes: 391 vecinos españoles y 80 indios, además de 754 de otras “castas”, lo que sumaba mil 200 habitantes.

Ahora que Benedicto XVI llega a León hay un millón 500 mil habitantes.

El cuarto obispo de León, Leopoldo Ruiz y Flores, gobernó la Diócesis de León por nueve años, y para coronar la imagen de la Virgen Santísima de la Luz llevó a cabo las mejoras en la Catedral.

Amplió el último arco del altar y levantó el nuevo altar con materiales que trajeron de Tennessee (USA), e hizo la decoración estilo renacentista, adquirió el órgano tubular, construyó el nuevo coro capitular, tribunas para ceremonias, etc.

La Catedral se cerró de septiembre hasta el 1 de octubre, y una semana después, el 8 de octubre de 1902, se llevó a cabo la coronación de la Virgen de la Luz en medio de una ceremonia solemne, a la que acudieron cuatro arzobispos y 10 obispos, en un día de fiesta para la ciudad.

En 1903 se vendieron medallas conmemorativas a la coronación de la Virgen de la Luz: por un lado estaba la imagen coronada y por otro el altar mayor.

Por iniciativa del obispo Emeterio Valverde y Téllez, el Papa Benedicto XV le dio a la Catedral el título de Basílica, y fue la segunda después de la de la Virgen de Guadalupe, de la Ciudad de México. A esta ceremonia, el 11 de septiembre de 1921, asistieron dos arzobispos y tres obispos.

Para esta ocasión se colocaron los bustos escultóricos en honor al Papa Pío IX, por haber erigido a León en Diócesis de León, y el de Benedicto XV por haber elevado a rango de Basílica la Catedral.

Las piezas escultóricas estuvieron a cargo de Adolfo Ponzanelli, y están fabricadas en mármol blanco de Carrara.

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