Hace un par de días el famoso arquitecto mexicano Enrique Norten (1954) visitó tierras laguneras, seguramente se trató de su primera estancia en nuestra ciudad y me imagino que tanto su conferencia como el encuentro que tuvo con alumnos fueron sumamente interesantes y fructíferos.
Desdichadamente no pude asistir a su plática, pero estoy seguro que quienes sí lo hicieron tuvieron la oportunidad de conocer algunos de los proyectos más interesantes que se han producido en nuestro país. Norten pertenece a una generación de arquitectos mexicanos que ha sabido trascender fronteras, una a la que pertenecen también Isaac Broid Zajman(1952) y Agustin Landa Vertiz (1953), los cuales recibieron su formación profesional durante los años setenta en el Departamento de Arquitectura de la Universidad Iberoamericana en la época en que era dirigida por el Arq. Rodolfo Barragán Schwartz y en la que personajes como Carlos Mijares Bracho y Francisco Serrano eran maestros de dicha institución.
Broid, Landa y Norten abandonaron México durante parte de su vida para proseguir sus estudios de posgrado en diversas universidades de Europa y de Estados Unidos; en el caso de Norten, la de Cornell. Esa visión internacional fructificó en un lenguaje que revolucionó a principios de los años noventa la estética de la arquitectura mexicana, la cual abandonó el cromatismo y los principios de composición que pusieron en boga Luis Barragán (sin parentesco alguno con Rodolfo Barrragán) y Ricardo Legorreta en favor de uno que tomó su inspiración en movimientos internacionales contemporáneos como el llamado Deconstructivismo o el Minimalismo.
Más de dos décadas han pasado desde que el nombre de Norten comenzó a difundirse más allá de nuestras fronteras -la primera vez que escuché alguna referencia a algún proyecto suyo fue en 1987 en el Architectural Association en Londres- desde entonces su fama se ha expandido, ha construido una infinidad de edificios que han ganado premios, sus proyectos se han publicado en las revistas de arquitectura más importantes del orbe, ha dado cientos de conferencias -tal vez similares a la que brindó el lunes pasado aquí en Torreón- ha ganado decenas de concursos, realizado proyectos en muchos países e incluso establecido un despacho en Nueva York.
Su arquitectura es internacional y también global. Internacional porque el lenguaje que utiliza toma su inspiración en los principios de ruptura, tensión, asimetría y dinamismo que rigen el arte contemporáneo. Global porque muchos de sus edificios son proyectados en países diferentes, es decir, la concepción inicial puede haberse generado en Nueva York, el desarrollo realizado en México y la ingeniería en Inglaterra, mientras que sus materiales provienen de todas partes del mundo, tal y como fue el caso del Edificio de Servicios de Televisa en la Ciudad de México. Por otro lado, también es internacional pues su práctica profesional le ha llevado a realizar proyectos que se han construido en varios países del mundo.
Si bien es cierto que otros arquitectos mexicanos entre los que se encuentran Carlos Obregón Santacilia (1896-1961), Mario Pani (1911-1993), Pedro Ramírez Vázquez (1919) y Ricardo Legorreta (1931-2011) lograron realizar proyectos fuera del país, ninguno ha hecho tantos ni tan exitosamente como Norten. Cabe mencionar que a pesar de jamás haber construido un edificio más allá de nuestras fronteras, hasta ahora Luis Barragán (1902-1988) es el arquitecto más reverenciado y de mayor fama a nivel internacional que ha nacido en México. Este hecho es hasta cierto punto sorprendente pues si se le compara con Mario Pani (1911-1993), realizó relativamente pocos proyectos y en su mayoría relativamente modestos.
Por otro lado, Norten está en la plenitud de sus facultades, con una creciente experiencia internacional, gran creatividad, una visión de vanguardia, un oficio y sensibilidad urbana asombrosas, además de que es en la actualidad el más famoso y connotado arquitecto de nuestro país.
Lamento profundamente no haberme encontrado en Torreón durante su primer visita, la cual espero no sea la última. Ojalá venga con más frecuencia y -¿por qué no?- qué algún día nuestra región tenga un edificio o proyecto urbano suyo.
