Por el cine de los americanos conocemos a los vaqueros quienes forjaron una gran parte del país que tenemos de frontera al norte y colonizaron lo que nosotros perdimos. Por ese mismo cine conocemos a los romanos, antiguo imperio antecedente de lo que es hoy Europa. También tenemos noticias de los griegos y de sus guerras médicas.
En algunos documentales de la televisión nos podemos enterar de Cartago o de Alejandro el macedonio. De la historia de México nos llegan datos del siglo XIX y XX, hasta de los chinos conocemos la obra de su primer emperador, la gran muralla, por supuesto; y estos americanos que han metido su cuchara en todo, hasta nos han dado su versión de los mayas, tema que en este año se ha tratado con el morbo del fin del mundo. Si no es de esta forma, como enfrentarnos a nuestra historia.
De la época colonial mexicana, si mucho conocemos a sor Juana. Como si esos tres siglos hubiesen sido nuestra edad media de la que nada tiene que contarse, y sobre todo el siglo XVI, la época de nuestra expansión, de exploración y conquista del territorio nacional, que pocos datos tenemos. A los colonizadores los tenemos satanizados. Cortés es el diablo y tal vez más diablo que Nuño de Guzmán al que nadie conoce, por haber sido tan maldito. La crónica de la conquista tan basta y con puntos en pro y en contra no ha servido de base a ningún guionista para realizar una media película de acción. (Libros, si hay, varias biografías de este personaje).
Pero ¿y los aztecas? Monumentos, tenemos monumentos de Cuauhtémoc y de Moctezuma, supongo que el primero, quien flechaba el cielo. La pregunta es ¿por qué flechaba el cielo?
Si, ya sé, nuestro sistema educativo anda mal y los nombrecitos aztecas es difícil de aprenderse. Yo digo que no tanto, Itzcoatl y Tlacaelel, aunque se batalle con la pronunciación se pueden pronunciar. Puede que si pronunciamos Axayacatl o Ahuítzol nos tardemos un poco y tratándose de Tizoc digamos, ¡Oh! Si se ha hecho películas de indios, con Pedro Infante.
Por un lado, odiamos al conquistador español y por el otro, nos sentimos tan ajenos a nuestros ancestros los aztecas. A lo mejor en las tierras del sur, más cercanos a las etnias autóctonas de nuestro país, tengan una mayor comprensión para esas culturas y más información. No puedo negar que en México hay un fabuloso museo de antropología y lo mismo se puede decir de Jalapa, museo que acabo de conocer.
Ahora, si eso pasa con los aztecas, mucho menos se conoce de las culturas anteriores a ellos que formaron la tradición náhuatl: Toltecas, Olmecas, Teotihuacanos. ¿Serán temas especializados para los antropólogos?
Ahora que si nos caen mal los aztecas, podría haberse hecho una película sobre los tarascos y la defensa de su territorio contra el gran imperio, porque de algunos es sabidos que con ellos los aztecas no pudieron; o una telenovela donde se planteara la relación entre Tlaxcala y el gran imperio, sus guerras floridas.
A lo mejor se pensaría que las producciones cinematográficas estarían llenas de sangre y de víctimas para el sacrificio, de calaveras colgadas en palos y que eso no es conveniente de mirarse en las pantallas. Se podría entonces recurrir a la prensa sensacionalista para que nos cuente esa historia.
Bueno, bueno, a lo mejor tienen razón. Los veinte mil sacrificios humanos que se realizaron en la consagración del templo a Huichilobos, no es conveniente que lo conozca nuestra juventud y nuestra niñez. ¿Cuántas victimas van en este sexenio? Ya no insisto, pero yo sigo pensando que los medios de comunicación nos servirían para contarnos la historia nacional. Los que han visto lo que es capaz de Hacer Paco Taibo II con la historia, saben que los medios también sirven para eso. Aunque fuera la historia oficialista del vuelo del águila y demás telenovelas; en el mundo prehispánico hay tela de donde cortar.
¿Y saben por qué? porque ahora necesitamos a alguien como Tlacaelel, alguien que le de a nuestro espíritu patrio una razón de ser. Estamos urgidos del personaje que venga a renovar nuestras esperanzas en el futuro; si no nuestro futuro, que eso va a estar muy difícil, si en el de nuestro hijos y que nos haga entender que ese futuro sólo vamos a conseguirlo con esfuerzo y con trabajo; así como le dijo Churchil a los ingleses, yo sólo te prometo lágrimas.
Necesitamos a un Itzcoatl y a un Moctezuma primero, hombres aguerridos capaces de enfrentarse a Maxtla, el señor de Azcapotzalco y vencerlo, para después construir el propio imperio para bien o para mal.
Por lo menos que nos construyan la historia mítica, el largo peregrinaje desde Aztlán hasta la tierra prometida, sentirnos de nuevo en la diáspora Judía en busca de nuestro paraíso.
¿Si los medios supieran que nos harían un gran favor alimentando nuestro espíritu nacional? Todos los comerciales de partidos políticos y de gobierno lo pagan nuestros impuestos, por qué no podrían darnos ellos a cambio este servicio, hablarnos de lo que somos los mexicanos, de nuestra riqueza de nuestros logros. Eso fue algo de lo que hicieron los de la generación del 98 en España para sacar del hoyo a su país.
Si los medios viven de nosotros, algo nos deben. ¿No lo cree usted?