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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

¡Adiós, Sor Juana!

José Luis Herrera Arce

No sé cuando, pero, a la entrada de Torreón Jardín, había, y habremos de decir, de un tiempo a esta parte, había, una escultura, pequeña si quieren, de la décima musa, o sea, de Sor Juana Inés de la Cruz, la máxima poetiza de la colonia, mexicana de todos los tiempos, que engalanaba, por los grandes esfuerzos realizados por personas particulares, la entrada a la Torreón Jardín.

¿A dónde fue a dar? Seguramente al kilo, como lo fue, la tapa que yacía en la casa de al lado de mi vivienda, que anteriormente resguardaba las instalaciones de la CFE. (Ya hablamos, han pasado dos semanas y ni sus luces. A una cuadra, existe otra tapa desaparecida, lo cual representa un caso para Holmes y Watson).

Acuérdate estatua que fierro eres y en kilo te convertirás.

Ni que decir que en la Alameda los bustos han ido desapareciendo. Han comenzado los de los escritores; más tarde que temprano habrán de caer también los de los famosos. ¿Pesarán más?

La ciudad va perdiendo el empuje de los que vencieron al desierto para quedarse con estos impotentes que somos nosotros, como los chinitos, nomás mirando como desaparece la herencia que nuestros ancestros nos dejaron.

Cualquier libro que se refiera a aquel Torreón, hablará con orgullo de la avenida Morelos, la primera calle en perder estatuas que porque no eran tan santas; como no lo ha de haber sido la maja desnuda o vestida, la Venus, en todas sus versiones. Hoy, de la Morelos apenas y si quedan las palmeras que a pocos llaman la atención.

En la merita Plaza de Armas, al reloj hay que descomponerlo porque molesta a los huéspedes de los hoteles, y ya han desaparecido construcciones que en un tiempo tuvieron su prestigio como: El Princesa y El Apolo. También había una estatua rememorando a los chinos que murieron en la primera toma de Torreón que quiero imaginarme es la que se encuentra en el Bosque Venustiano Carranza. ¿Por Allá tenían sus hortalizas?

Lo que si es cierto es que la ciudad se nos está desmoronando, a pesar de los discursos políticos. ¡Qué porquería de ciudad le estamos legando a las nuevas generaciones!, no ha bastado con las pintas, o el cholo art, ni siquiera con la inseguridad, ahora cualquiera, tranquilamente, y a cien metros de distancia de una caseta policiaca, se roba una escultura que estaba a la vista de todos. Al ratito veremos a Don Quijote de la Mancha y a Sancho Panza (esos si que pesan) arriba de un camión, rumbo al kilo.

Pero que podíamos esperar cuando noticias anexas nos dicen que los policías ni siquiera tienen confianza en el seguro. ¿Tu tienes confianza en el seguro? Y en sus casitas ¿Ya tienes casita? ¡Ojo! Puedes recuperar lo del Infonavit, si no obtuviste casa. Quien va a ponerse a defender las estatuas en contra de su vida. Sin seguro menos. Y sin patrullas, porque según las últimas, el 40por ciento de las patrullas mueren en el taller.

¿En dónde están las voces que antaño clamaban para que estas cosas no sucedieran? Vaya usted a saberlo. Lo que si es seguro es que se habrá de conformar con una presidencia de cartón, en lugar de mármol, a pesar de los cerros de este material que nos rodean.

Y suben las actas de nacimiento y la papelería escolar y el plaqueo, las multas, todo lo demás.

Y parodiando a Sor Juana diremos: Hombres necios que acusáis al metal sin razón sin ver que sois la ocasión de lo mismo que robáis.

¿Si con ansia sin igual solicitáis sus efectos, porque queréis que obren bien si te incitán al mal?

Combatís su resistencia y luego sin ambigüedad decís que fue libertad lo que hizo tu concuspicencia.

Parece que quieres de nuevo, de tu parecer loco, al niño que mama la teta y no se conforma con poco.

Queréis, con ilusión necia, hallar lo que buscáis, el carrujo que quemáis, y la pastilla con demencia.

¿Qué humor puede ser más raro que el que, por ese maldito efecto, se ve en un espejo, y se sabe despreciado?

Con el candor del tontuelo, tenéis condición del imbécil, quejándote de las agruras, burlándote del normal.

Opinión ninguna gana, pues todo mundo le saca, y ninguno por ti se mata, la amistad es la paga.

Siempre tan necios andáis y con desigual mercancía, a una culpáis la química, a otra el interés que pagáis.

¿Pues como ha de ser templada, la que vuestra muerte pretende, si la que es efectiva, da muerte, y la que ingrata, cueste, el billete que no ganas.

Y hasta aquí le dejamos porque de ninguna manera soy Barroco y mucho menos poeta.

Lo que si es cierto es que nuestra ciudad, que nunca tuvo nada de barroca, se está desintegrando aunque nos suban más todos los servicios y la demás demagogia política y hasta la burla de nuestras necesidades.

Que suben las placas y la papelería escolar, que suba el impuesto y las multas, además; como suben las paredes de la casa del gober, y no suben los sueldos ni siquiera los empleos.

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