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ENSAYO SOBRE LA CULTURA

Maestros y sindicatos

De nuevo se pone de moda la protesta de los maestros ante los exámenes en donde se tiene que demostrar el avance de sus alumnos. De alguna manera o de otra impiden que se de a conocer su ineficiencia, porque ¿qué otra cosa habría detrás de este movimiento? La demagogia barata sale sobrando. Los más perjudicados son los niños de las clases sociales más bajas, que ante tales mentores, no se les augura poder salir adelante para ocupar una mejor posición en la escala social.

Saldrán a relucir las condiciones sociales y políticas pero no podemos olvidar que en el siglo XIX, precisamente de estas clases olvidadas de la mano de Dios, salieron muchos de nuestros héroes que le dieron a nuestra nación el impulso necesario para adaptarse a la modernidad. El caso más sonado es Benito Juárez. ¿Se imaginan que hubiera sido de él en las manos de un maestro baquetón que no le diera importancia al avance de sus alumnos?

Pero los maestros están protegidos por los sindicatos y eso está bien. Los sindicatos en sí son una necesidad para la clase trabajadora, lo que está mal son los excesos a los que se han llegado de tal manera que nomás sirven para que el trabajador exija sin acordarse de que también debe de cumplir.

Sin sindicatos volveríamos a las circunstancias del trabajador en el siglo XVIII y XIX donde se explotaba al ser humano y muchas veces era preferible matarlo de hambre y de exceso de trabajo porque salía más barato conseguir otra persona que le supliera y que lo haría por hambre. Los movimientos obreros son los que a la larga han producido todas las ventajas con las que ahora cuenta el trabajador: ocho horas diarias de trabajo, seguro social, pensión, pago de horas extras y todo lo demás que da una forma de vida más humana. A pesar de ellos, hay muchos que siguen aprovechando las debilidades de la ley del trabajo para no comprometerse con sus trabajadores para explotarlos evitando que creen derechos con el tiempo. Son las complicaciones de las relaciones humanas.

Estas complicaciones han llevado al caos lo que debiera de funcionar de otra forma. En el caso que comentamos, los maestros, han creado una serie de derechos que muchos no consideran que sean del todo justo como adueñarse de las plazas y poderlas heredar. Pensaríamos que porque alguien trabaja toda su vida en algo, esa plaza la puede pasar a un familiar suyo. Pero en el caso de los maestros, si ese alguien no está preparado entonces no va a funcionar en el puesto y tratándose de la educación mexicana eso es un riesgo. Claro, quien no tiene la preparación se le da otro puesto en otro departamento, pero entonces los que están en ese departamento que también pueden generar herederos pueden generar conflictos con los maestros. Aumenta la burocracia y se obliga a tener a personal no capacitado o no necesario en la educación.

¿Hasta donde llegan los derechos laborales y los derechos de la nación? Eso es un grave conflicto. Ya vemos lo que ha pasado con el sindicato de electricistas del centro; y es que los sindicatos mismos no se ve del todo claro que apliquen la democracia ya que se han convertido en negocios familiares algunas veces, porque como en el caso de los mineros, el puesto de secretario general también puede heredarse como si se tratara de un negocio privado.

Los sindicatos te dan dinero y te dan poder. ¿Por qué habría alguien de dejar el puesto? Prometer no empobrece y aún conceder las cosas más fantásticas como aquellas Humer que concedió la maestra. Es aquí donde las instituciones comienzan a corromperse y después ya no hay quien las detenga, en contra de la función que deberían de prestar. Dicen que la unión hace la fuerza y los tumultos de personas, tengan razón o no, son una fuerza difícil para sentarse a dialogar. El daño ya está hecho y no veo como se resolverá el problema de los maestros cuando del otro lado de la mesa están los políticos más preocupados en permanecer que en solucionar plenamente este problema.

Insisto, se habla mucho de la educación en México, pero nadie tiene la más mínima idea de lo que se tiene entre las manos. Más sabían nuestros ancestros como Altamirano, Justo Sierra, Vasconcelos, que los políticos actuales, porque no leen su propia historia. No estaremos en los tiempos del positivismo, y a lo mejor ni siquiera del humanismo, pero son cosas que deberíamos de recuperar.

  Por: José Luis Herrera Arce

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