En nuestro país, muchas de las cosas que se hacen se reducen a campañas de publicidad y uno nunca está seguro de que esas campañas tengan buenos resultados. Por ejemplo, la lectura. ¿Qué tantas mediciones conoce usted donde se refleje el éxito o el fracaso de las campañas que se hacen sobre este tema?
En relación a ello, hay dos cosas básicas que se deben de resolver: la primera sería ¿por qué leer? Y la segunda ¿qué leer?
Si una persona se mueve "exitosamente" en el mundo sin leer, va a ser muy difícil que una campaña de publicidad lo convenza para hacerlo. Hay que acercarse un poco para descubrir sobre los temas de que habla la gente: política, deportes, el mundo artístico. La mayoría de la información que se recibe a este respecto se hace por los medios masivos de la comunicación y todo mundo se conforma con ello, o con la oralidad producto de los comentarios de la gente. Si mucho se lee el periódico y esto va siendo suplantado con la información que se recibe por medio de la televisión.
¿Para qué leer? ¿Para aumentar nuestro capital cultural? La cultura, por lo general nos la han referido a una élite y casi siempre esa élite tiene símbolos negativos. (A lo largo de la historia de la humanidad se nos plantea la relación de lucha entre las clases altas y bajas y consideramos que las altas son las que tienen cultura y las bajas no, lo cual es falso). La pregunta sigue, ¿para qué queremos ser cultos si nadie a nuestro alrededor nos lo está exigiendo? ¿No lo acabamos de ver en nuestros políticos? Todos los que criticaron a ciertos políticos por no leer, seguramente tampoco lo hacen (eso es fácil de descubrir por el promedio de lectura en México) pero como es tema del día (agenda Setting) entramos en la crítica.
Entonces, ¿para qué leer si se puede volar a los altos puestos políticos sin tener una cultura literaria?
Pensaríamos que en un universitario surgiría la necesidad de leer, mas no sucede eso. Hoy se va a la universidad para obtener un título porque eso se supone que nos da acceso a las fuentes de trabajo. Muchos de los alumnos resuelven sus necesidades de información con la oralidad, o pensando que todavía se puede aplicar lo que antiguamente se decía de "inscribirse y no morirse para recibirse". ¿Qué van a hacer en su vida laboral? Reproducir lo que siempre se ha hecho y hacerlo peor.
Podríamos referirnos a los profesionistas a quienes les resulta lo que hacen. ¿Para qué indagar sobre los adelantos científicos y tecnológicos si hasta ahora nos ha ido bien?
Por supuesto, hay ciertos temas que son la excepción como la tecnología digital que hoy por hoy utilizamos como un fetiche con el fin de ahorrarnos muchos esfuerzos.
Tenemos que aceptar que las lecturas que han tenido éxito son aquellas que se refieren a este estado de cosas de la semi oralidad a la que todo mundo recurre. Éxito han tenido los libros de superación personal porque el hecho de vivir lo reducen al recetario de cocina. Para sentirte filósofo no necesitas recurrir ni a Aristóteles o Platón o Descartes o cualquier otro autor, no quebrarte la cabeza por entender a Kant. La recetita te consuela y con ello basta, ¿para qué leer más?
¿Qué leer? ¿Por qué referir la lectura a la ficción, si como el nombre lo indica, se trata de lo que no es real? ¿Qué pasa con todos esos libros y revistas especializadas que hablan de teorías y de adelantos en cada una de las actividades humanas; información que es necesaria para cualquier profesionista que se quiere mantener actualizado? ¿Qué pasa con toda esa información que te habla sobre historia y que te permite comprender los procesos sociales que hoy por hoy están sucediendo en nuestro mundo?
Aún hablando de la ficción, ¿cómo separar lo bueno de lo malo, lo que está escrito sólo para ser éxito o mejor vendido de aquello que tiene realmente un valor estético literario? Bueno, también nos podríamos preguntar, ¿por qué no leer aquello que explota el tema del momento si es lo que nos ofrecen los diarios sensacionalistas y eso es lo que todo mundo lee?
Otro elemento más sería el costo de los libros. Si se hace una campaña para la lectura se debería ofrecer un producto accesible. Los ha habido en diversas ocasiones, desde las publicaciones de Salvat hasta la última que me acuerdo de RBA editores. Claro, siempre puedes recurrir a sepa cuántos. Bueno, ¿y las novedades? ¡Hay mucho qué leer! Pero a cuatrocientos pesos (lo que cuesta una de las novelas de Posteguillo) va a ser muy difícil que el pueblo lo pueda sufragar.
Alrededor nuestro los problemas se multiplican. Hemos perdido la credibilidad en todo porque nada nos resulta. La religión, las corrientes ideológicas, la política, las universidades han dejado de ser lo que antes era. Para resolver los problemas que tenemos necesitamos información. Solamente la información nos hará libres.
Una de las cosas que significó el renacimiento fue la capacidad de indagar sobre la información que anteriormente nos había sido vetada. Es como el mundo ha evolucionado, indagando sobre la naturaleza y él mismo. Sin información vivimos en la prehistoria, aborrecemos nuestra conciencia, porque la información también es conciencia.
Somos racionales porque descubrimos que tenemos conciencia; pues a esa conciencia hay que alimentarla (y si no, ¿para qué somos hombres?).