Hoy España festeja su fiesta nacional en uno de sus momentos más difíciles desde la guerra civil. El 10 de octubre Standard & Poor's redujo la calificación de su deuda soberana a BBB-, apenas arriba de los bonos basura. La economía española, durante años vigoroso ejemplo de desarrollo en Europa, ha estado estancada o en recesión desde 2008. Para este 2012 el FMI le pronostica una contracción de 1.5 por ciento seguida por otra de 1.3 por ciento en 2013.
España ha registrado tradicionalmente una tasa de desempleo muy alta. Entre 1991 y 1997 el "paro", como le llaman allá, se mantuvo por arriba del 20 por ciento a pesar de que el país tenía un buen ritmo de crecimiento. Este alto desempleo es estructural, en parte consecuencia de una rígida ley laboral que hace excesivamente costoso el despido. El gobierno de José María Aznar flexibilizó de manera parcial la ley, al permitir la creación de nuevos y menos costosos contratos aunque sin tocar los anteriores, lo cual ayudó a que el desempleo bajara a 8.5 en 2006 y a 8.3 en 2007. Pero con la actual crisis el paro ha regresado a 24.4 por ciento.
El gobierno español no cometió los excesos de Grecia sino que mantuvo un superávit presupuestario entre 2005 y 2007. El pecado radicó en una burbuja inmobiliaria que, al estallar, arrastró a toda la economía nacional. El resultado podría ser una década perdida similar a la que tuvo México en los años ochenta.
La crisis ha dejado al descubierto el costo de una estructura gubernamental obesa y con múltiples capas (municipal, provincial, regional y nacional). En los tiempos de vacas gordas era posible financiarla, pero hoy se vuelve cada vez más difícil.
La crisis económica ha hecho que afloren en el reino problemas de unidad nacional presentes siglos atrás. Los nacionalistas vascos han defendido por décadas su derecho a la independencia. El presidente del gobierno de Cataluña, Artur Mas, ha anunciado su intención de convertir las elecciones regionales del 25 de noviembre en un plebiscito sobre el derecho a la autodeterminación, esto, sin embargo, violaría la Constitución de 1978, que en su artículo segundo establece "la indisoluble unidad de la Nación española".
A pesar de la profunda crisis, España sigue teniendo un producto de país rico. En 2011, de acuerdo con el FMI, contaba con un PIB per cápita de 30,543 dólares nominales, muy por arriba de Corea del Sur, con 21,052, o de México con 9,101. En 1950, en contraste, España alcanzaba apenas un PIB per cápita de 2,189 dólares (internacionales de Geary-Khamis), abajo de México que tenía 2,365 dólares (Angus Maddison). El gran desarrollo español desde 1950 hasta 2007 es indudable.
España tiene la infraestructura física y el nivel educativo para salir adelante de la crisis, aunque esto requerirá varios años. Para lograrlo necesitará una serie de reformas de fondo que le permitan recuperar la competitividad que permitió el crecimiento acelerado de 1950 a 2008. Una reforma laboral a fondo y un desmantelamiento de los obstáculos a la inversión y a la productividad son indispensables para ello.
Por otra parte, la Constitución española podrá declarar que la nación es indivisible, pero la experiencia nos dice que un país no puede permanecer unido si no cuenta con la voluntad de sus pueblos. Para España, y para Cataluña y el País Vasco, será más fácil salir adelante si permanecen unidos bajo una constitución muy generosa en las libertades y facultades que otorga a sus pueblos. Los nacionalismos, sin embargo, no tienen la misma lógica que la economía.
MED ATLÁNTICA
A pesar de lo dicho con anterioridad por el juez Felipe Consuelo, la nueva jueza del concurso mercantil de Mexicana, Edith Alarcón, determinó ayer que Med Atlántica no ha demostrado contar con recursos para rescatar a la aerolínea. Por lo tanto deja de tener "el carácter de potencial inversionista".
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