Benedicto XVI en México

Espera casi un día para estar en la Misa

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Cortesía am.com.mx

Por: Luz Zárate

Ma. Guadalupe Plaza Rayo duró más de 18 horas sentada en el mismo banco, no se movió ni un solo instante para no perder su lugar en la zona D del Parque Bicentenario para estar presente en la Santa Misa del Papa Benedicto XVI.

Fue un logró que pagó con el intenso frío que padeció, con las horas que no comió y luego de estar toda la mañana bajo el rayo del sol. Mientras en la zona A y VIP había unos 200 lugares desocupados.

Las sillas de la zona A fue acondicionada para personajes públicos, funcionarios, políticos, empresarios, representantes de asociaciones, familias ricas o con representatividad social.

Pero ahí sobraron sillas, mientras en las zonas C, D y E y en el exterior la gente estaba arremolinada no había un solo lugar para moverse.

“Yo me vine desde ayer porque tenía que apartar mi lugar, yo llegué y no me he movido de aquí para que no me ganen mi lugar. Siento que mis pies están dormidos, ya no puedo mover mi cuerpo, mis manos están tiesas, me duele la cabeza y siento que la cabeza me duele mucho, pero vine de lejos, ya duré muchas horas y no me pienso mover de aquí”, dijo la señora.

La señora viajó de Comonfort a León, llegó desde la tarde del sábado para agarrar buen lugar, en tanto que las familias que contaban con pase VIP y que iban a la zona A no duraban más de 45 minutos en ingresar.

Y aunque en el interior del Parque se notaba la sectorización de las zonas, los baños de la zona A estaban más limpios que los de la zona E; la atención médica entre una zona y otra también era diferente.

“¿Porqué esas distinciones?, ¿para la Iglesia no somos iguales o qué?, yo me tuve que venir desde ayer, viajar desde muy temprano y estar todo el día aquí, estoy cansada, enferma y veo que las personas que están allá adelante sólo tienen que llegar y sentarse”, dijo la señora de 71 años.

Sin embargo, el fervor de la gente era el mismo, pues lo mismo estaban arremolinados en el exterior, y en el interior corrían de un lado a otro para dónde creían que se movería el Papamóvil.

Pero a pesar del sacrificio, Doña Lupita sabe que Dios se lo recompensará, aunque para “los religiosos y las autoridades haya clases sociales”, para ella Benedicto XVI es el representante de Dios en la tierra y vale la pena “un poco de sacrificio”.

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