¿R Ealmente está bajando la inseguridad en el país? La pregunta ronda en diferentes ámbitos empresariales, académicos y periodísticos. La mayoría de las respuestas son ideológicas: a quienes les cae bien Calderón, o tienen corazón azul, no tienen duda del éxito de la estrategia. Por el contrario, a los que les cae mal el presidente, tiene corazón rojo o amarillo o, simplemente, son eternos pesimistas no tienen duda de que se trata de una despliegue propagandístico del Gobierno Federal de cara a la elección de julio próximo.
Tratemos de ubicar el problema.
Primero. Sí hay una tendencia a la baja del numero de muertes asociadas a la delincuencia organizada en los últimos seis meses, lo cual no quiere decir que esto ya se acabó. Lo más probable es que enero 2012 tenga una cifra de muertos menor a la de enero del año anterior. Será el primero año que esto suceda en todo el sexenio.
Segundo. La violencia se ha ido localizando cada vez más. Son pocos municipios los que aportan la mayoría de las muertes, lo que genera que en muchos otros se vea una mejoría en este rubro.
Tercero. El hecho de que tengamos menos muertes violentas no significa que nos sintamos más seguros, porque el fenómeno de percepción tarda en asentarse, no es automático.
Cuarto. Si bien baja el número de muertos, hay otros delitos de alto impacto que van al alza. En Monterrey, por ejemplo, lo que más crece ahora es el secuestro exprés, que se disparó de manera alarmante. Ese delito genera tanto o más sentimiento de inseguridad que los propios asesinatos entre otras cosas porque tienen mayor incidencia: la probabilidad de que te toque a ti o a un conocido es mucho más que alta que el asesinato.
Esto mismo los vamos a ver en muchas ciudades del país. La disminución de flujos del narcotráfico irá orillando a los grupos de delincuentes a buscar otras fuentes de financiamiento: secuestro, robo, piratería, etcétera. Ese es sin duda un signo de debilitamiento de las organizaciones criminales, pero tienen un efecto sobre la delincuencia común (la que en teoría deberían combatir las policías estatales y municipales) y sobre un gran impacto en la vida cotidiana de los ciudadanos de a pie.
El debate por la seguridad será uno de los más sensibles el periodo electoral. Más allá de las encuestas de percepción, que sin duda serán importantes, los medios jugarán un papel fundamental para acrecentar o disminuir los miedos.
Es un fenómeno complejo, nada sencillo de explicar para la autoridades ni de procesar para los medios y los ciudadanos. Es algo muy similar a aquella frase que, con respecto a la marcha económica del país, se acuñó en los años ochenta a manera de burla a las rebuscadas y por lo general falaces explicaciones del Gobierno: "Estamos mal, pero vamos bien". En seguridad es lo mismo. Las cosas van a dejar de ir mal sólo cuando estemos, y nos sintamos, bien.