Benedicto XVI en México

Exponen violencia ante Papa

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Cortesía am.com.mx

Por: Francisco Picón y Néstor Galindo.

SILAO.- El Arzobispo de León dijo durante su mensaje a Benedicto XVI, que la visita se desarrolla en tiempos en que la violencia, la pobreza, la corrupción y la deficiente procuración de justicia lastiman a México.

“Llega usted a nuestra patria mexicana en momentos en que oramos constantemente: oh Dios, escucha mi plegaria, pues veo en la ciudad violencia y discordia, en su recinto, crimen e injusticia, dentro de ellas calamidades”.

Luego agregó: “Hemos vivido en estos últimos años, acontecimientos de violencia y muerte que han generado una penosa sensación de temor, impotencia y duelo”.

Atribuyó el clima de violencia a “raíces perversas que la alimentan”, como la pobreza, la corrupción, la impunidad y la pérdida de valores.

Esas fueron las palabras del Arzobispo frente al presidente Felipe Calderón y el gobernador de Guanajuato, Juan Manuel Oliva Ramírez.

También escucharon el duro mensaje los candidatos presidenciales: Enrique Peña Nieto del PRI, Josefina Vázquez Mota del PAN, Andrés Manuel López Obrador del PRD y Gabriel Cuadri, del Panal.

Sin embargo, Martín Rábago también aclaró que son más los mexicanos que quieren alejarse de la mala vida.

“La inmensa mayoría de nuestra gente, no quiere caminar por los caminos de muerte y destrucción, anhela más bien, vivir en paz y gozar de la felicidad en Cristo”.

Para ello manifestó que es imperativo fortalecer la convicción de la fe en Jesucristo a través de evangelizadores convencidos de que la vida en Cristo sana, fortalece y da vida.

“Necesitamos un mensaje de esperanza, como el que usted predicó, comentando el salmo 110, y cito sus palabras, no obstante todas las cosas que nos hacen dudar sobre el desenlace positivo de la historia, vence el bien, vence el amor y no el odio”, dijo.

Finalmente, el Arzobispo le dio la bienvenida al Papa Benedicto XVI, deseando que Cristo bendiga con abundancia su vida.

El mensaje fue dirigido previo al inicio de la misa que el Papa ofició ayer por la mañana en el Parque Bicentenario.

Mensaje de bienvenida

Por considerarlo de interés público, a continuación se reproduce

el mensaje del Arzobispo al Papa

anto Padre, desde que nos fue notificada la gratísima noticia de que Su Santidad nos visitaría, hemos orado agradeciendo al Dios de las bondades que nos ha privilegiado eligiéndonos para tener con nosotros al sucesor del apóstol Pedro al pastor de la Iglesia universal. Su visita es un acontecimiento de gracia, viene como mensajero de buenas nuevas a reanimarnos, a invitarnos a conseguir metas superiores de vida cristiana, viene a alentar los trabajos de la misión continental asumida por nosotros los obispos y que nos impulse a ir de manera especial en busca de los alejados y de los que poco o nada conocen a Jesucristo. Expectantes, queremos oír su mensaje que nos renueve en una espiritualidad misionera y contagiar a los demás, de lo que hemos visto y oído.

Ya Su Santidad lo señaló en la misa celebrada en la Basílica de San Pedro el día 12 de diciembre, cuando expresó su intención de venir a nuestro continente, dijo usted, para proclamar la palabra de Cristo afianzar la convicción de que este es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente.

Para nosotros es muy claro que el afán que impulsó a Su Santidad y lo trajo hasta nuestra tierra, no es sino realizar el oficio de amor, que como Sumo Pontífice, le corresponde, hacer presente con sus palabras y ejemplo, al supremo pastor y guardián de nuestras almas, Jesucristo, que ha visitado y redimido a su pueblo.

Santísimo Padre, llega usted a nuestra patria mexicana en momentos en que oramos constantemente, o Dios, escucha mi plegaria, pues veo en la ciudad violencia y discordia, en su recinto, crimen e injusticia, dentro de ella calamidades.

Hemos vivido en estos últimos años, acontecimientos de violencia y muerte que han generado una penosa sensación de temor, impotencia y duelo.

Hay que decirlo con toda claridad, sabemos que esta dramática realidad tiene raíces perversas que la alimentan, la pobreza, la falta de oportunidades, la corrupción, la impunidad, la deficiente procuración de justicia y el cambio cultural, que lleva a la convicción en que esta vida sólo vale la pena ser vivida si permite acumular bienes y poder rápidamente y sin importar sus consecuencias y su coste.

Somos conscientes de que padecemos también, hay que reconocerlo, una grave crisis de moralidad, porque se ha debilitado la experiencia religiosa en algunos sectores de nuestro pueblo con graves consecuencias en la vivencia y educación de los valores morales.

Sin embargo, la inmensa mayoría de nuestra gente, no quiere caminar por los caminos de muerte y destrucción, anhela más bien, vivir en paz y gozar de la felicidad en Cristo.

Para alcanzar tan legítimos deseos necesitamos predicar el Evangelio de la conversión, que nos lleve a realizar gestos concretos de reconciliación, justicia y paz.

Santo Padre, necesitamos fortalecer la convicción de que la fe en Jesucristo engendra vida nueva y transforma a los individuos y a las sociedades, necesitamos acrecentar en todos los evangelizadores, una espiritualidad que nos comprometa en un proceso de cambio, así, testificaremos que la vida en Cristo sana, fortalece y humaniza.

Conociendo su valiente y decidido magisterio, Santo Padre, le pedimos nos aliente para ser constructores de una sociedad con rostro humano y solidario.

Necesitamos un mensaje de esperanza, como el que usted predicó, comentando el salmo 110, y cito sus palabras, no obstante todas las cosas que nos hacen dudar sobre el desenlace positivo de la historia, vence el bien, vence el amor y no el odio.

Santísimo Padre, en nombre de todas las patrias hermanas de nuestro continente, en nombre de nuestra patria mexicana, y desde estas tierras de Cristo Rey y de Santa María de Guadalupe, le deseamos que Dios bendiga con abundancia su vida y su ministerio. Lo recibimos con respeto, veneración y aspecto filial, sea usted bienvenido, bienvenido Santo Padre.

Monseñor José Guadalupe

Martín Rábago,

Arzobispo de León

Reza Papa por la Paz

Benedicto XVI ofreció el fervor por la Virgen de Guadalupe y por Cristo Rey como vía para encarar la creciente violencia en México.

El Papa respondió así al planteamiento de José Guadalupe Martín Rábago, arzobispo de León, quien dio un breve mensaje antes de la misa en el Parque Bicentenario.

“El Santo Padre llega a un México que vive acontecimientos de violencia y muerte… esto ha generado una penosa sensación de temor, impotencia y duelo”, dijo Martín Rábago.

El Santo Padre respondió primero en la homilía. Asumió el compromiso de confortar a la sociedad mexicana y recordó la valiente forma en que varios países latinoamericanos viven el dolor y la esperanza a la vez.

Incluso, comparó la situación mexicana con los escritos del Antiguo Testamento en torno a los judíos. “(Para el pueblo de Israel) quedaba sólo confiar en la misericordia de Dios omnipotente y la esperanza de que él cambiara una situación insoportable, oscura y sin futuro. Así fue abriéndose paso el recurso a la misericordia infinita del Señor, que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva”, leyó Benedicto XVI.

Tras culminar su mensaje exaltando los valores de la solidaridad, la paz y la salvación, y ya en el Angelus Domini, el Papa reforzó la confianza en los símbolos religiosos puramente mexicanos.

“Nuestro pueblo (mexicano) debe ponerse nuevamente bajo la mirada de Nuestra Señora de Guadalupe”, señaló. “En tiempos de dolor, ella ha sido invocada por los mártires que, a la voz de ‘Viva Cristo Rey y María de Guadalupe’, han dado testimonio inquebrantable de fidelidad al Evangelio y entrega a la Iglesia”.

Sus palabras tuvieron una intención de comprensión del sacrificio, pero también en torno a la brutal guerra entre fuerzas policiales y grupos del crimen organizado.

“Pedimos para que la invocación guadalupana continúe llamando al respeto, defensa y promoción de la vida humana y al fomento de la fraternidad, evitando la inútil venganza y desterrando el odio que divide”, dijo el Pontífice.

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