Las empresas en México son un asunto familiar. Incluso firmas de gran tamaño son controladas por familias. La política no es todavía un negocio estrictamente familiar, pero no hay duda de que algunas familias tienen una presencia persistente.
Un diputado federal del PRD, miembro también de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, Gabriel López Rosado, pidió licencia indefinida a partir de este 1º de septiembre, el mismo día en que se instaló formalmente la LXII legislatura, para dejar la curul a su hermano Roberto. La decisión parece tener un propósito práctico: como diputado, Roberto goza de fuero y queda protegido de unas acusaciones por despojo de tierras. Lo importante, sin embargo, es que la curul queda en familia.
La presencia de familias no es nada nuevo en la política mexicana. Ya Miguel Alemán Valdés, quien asumió la Presidencia de la República en 1946, fue descrito como el "cachorro de la revolución" por Vicente Lombardo Toledano por ser el primer mandatario hijo de un general revolucionario. José López Portillo impulsó abiertamente a su hijo, a su hermana y a su pareja.
En el equipo de transición de Enrique Peña Nieto, un político originario de Atlacomulco, donde se entrecruzan las familias políticas, se percibe que el virus de la política corre en las venas de muchas familias.
Emilio Lozoya Austin, nombrado vicecoordinador de asuntos internacionales en un momento en que todavía encabeza el grupo de trabajo que prepara la propuesta para una Comisión Anticorrupción, es hijo de Emilio Lozoya Thalmann, quien fue secretario de Energía en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari.
Enrique de la Madrid, coordinador para el campo, es hijo del expresidente Miguel de la Madrid.
Alejandro Murat, coordinador de vivienda, es hijo de José Murat, quien fue gobernador de Oaxaca.
Claudia Ruiz Massieu, coordinadora de derechos humanos y transparencia, es hija de José Francisco Ruiz Massieu, el exgobernador de Guerrero asesinado en 1994 cuando era secretario general del PRI, y sobrina del expresidente Carlos Salinas de Gortari.
Los lazos familiares no se detienen en ideologías. Paloma Guillén Vicente, coordinadora de la agenda legislativa de Peña Nieto, es hermana de Rafael Guillén Vicente, el subcomandante Marcos.
Eugenio Ímaz Gispert, coordinador operativo, es hermano de Carlos Ímaz Gispert, quien fue presidente del PRD en el Distrito Federal y jefe delegacional de Tlalpan.
Andrés Massieu Fernández, coordinador de identidad institucional, es hijo de Andrés Massieu Berlanga, secretario particular de Carlos Salinas.
Los hijos, sobrinos y parientes pueden ser, por supuesto, tan buenos o mejores que quienes no tienen conexiones familiares.
Emilio Lozoya Austin tiene una brillante carrera que lo llevó a ser director para Latinoamérica del Foro Económico Mundial y a fundar su propio negocio de banca de inversión.
Enrique de la Madrid, diputado y director general de Financiera Rural, cuenta con un gran conocimiento de los problemas financieros del campo.
No es fácil encontrar estas dinastías políticas en los países ricos. Los Kennedy son más una excepción que una regla en los Estados Unidos. El ejemplo de un padre o pariente político puede, por supuesto, motivar a alguien a seguir una carrera política, como yo fui inspirado por mi tío Rogelio Cárdenas Pereznieto, fundador de El Financiero, para seguir una vocación periodística. Pero no hay duda de que en la política en México encontramos más lazos familiares de lo que es usual en otros países.
COMPETITIVIDAD
El ascenso de México del lugar 58 al 53 en el Índice Global de Competitividad del Foro Económico Mundial es una buena noticia. Pero los problemas por la falta de buenas instituciones públicas y de una adecuada ley laboral, así como la violencia y los monopolios, impiden un avance más rápido y sólido en la competitividad.
Twitter: @sergiosarmient4