"La soledad de nuestros hijos"
Mientras que su sueño lo abrigaba mágico y eterno, escuchó una voz ronca que le decía...
¡Despierta campeón, soy el doctor Granados, te vine a ver a ti!
Lo revisó minuciosamente y luego le hizo varias preguntas, las que Pepito contestó con desgano.
El doctor tomó su maletín y se dirigió hacia el comedor, donde lo estaban esperando los padres del niño y la buena Clara.
Para ese entonces Alicia y Alfonso habían tomado conciencia del daño que sin querer habían provocado en su hijo adorado.
El doctor parpadeó, tragó saliva, y les habló a los padres de frente, sin tapujos, con la verdad, el pobre niño estaba sufriendo una depresión debido a su profunda soledad. ¡Hay que tomar riendas en el asunto! Dijo el doctor.
Si realmente quieren que les diga lo que pienso como padre que soy, al doctor lo dejamos de lado por un momento.
¡Vayan ya, abrácenlo con todas sus fuerzas, díganle cuanto lo aman, él sólo necesita eso, nada más.
Ahora yo me pregunto ¿era en realidad mucho lo que les pedía?
Ustedes lo trajeron a este mundo, demuéstrenle que vale la pena que es hermoso vivir, es tan sólo un chiquillo. Ejem! carraspeó el doctor con profundo dolor. Le costaba hablarles.
Es hora de que actúen como padres ¿dónde estaban en estos once años?
¡Su hijo los necesita, y ya! Él ya les dio suficiente tiempo, no puede esperar más.
Sin más el doctor Granados saludó a la familia y se marchó con los ojos humedecidos por las lágrimas, pensando quizás en qué se había transformado este mundo tan acogedor en egoísta.
Alicia y Alfonso se miraron con una inmensa pena que embargaba sus corazones.
¡Qué hicimos Dios mío! Repetía Alicia sin cesar, desconsolada. ¿Qué nos pasó? Se preguntaba Alfonso con profundo pesar.
Desde ese día tan duro para todos decidieron que no podían seguir así.
Habían reflexionado tanto sobre todos estos años, y se habían dado cuenta de sus errores.
Ya Alicia había dejado su frívola forma de actuar, ya no le interesaban sus reuniones de té con sus amigas, ni los días de "Shopping" sólo para ella, malgastar su dinero en vestimenta, que muchas veces quedaba guardada en el ropero.
Desde ese día tan duro, ellos siguieron con los horarios habituales de trabajo, pero una vez terminadas sus tareas corrían hacia su hogar.
Allí los estaba esperando un niño alegre, tan feliz ¡tan cambiado!
Este cambio se debió a que el amor de padres existía, y era inmenso, lo que nunca habían sabido era demostrárselo a su hijo.
Y así Pepito todos los días se sentía con ansias de vivir, y de compartir todo lo suyo con sus padres.
¡Ay mami! ¿No sabes lo que me pasó hoy en el colegio? bla bla bla, decía Pepito...
¡Ay papi! ¿Hoy jugamos al juego nuevo de compu que tengo? Me lo prestó Eliana, le decía...
¡Pepito necesitaba tan poquito! ¡Con tan poco un hijo vive feliz!
¿Por qué llegar a esta situación que vivieron los tres, si no era necesario?
¡Pepito cómo te amamos! Exclamaban los padres, en cualquier momento, bajo cualquier circunstancia, le demostraban cuánto lo amaban.
El amor de padres es tan puro, tan bello. ¿Cómo no amar a nuestro hijo, si es carne de nuestra carne?, y no sólo amarlo, sino sabérselo demostrar a tiempo, que es lo que cuenta.
De esta manera vamos a construir un mundo nuevo, mágico como solía soñar Pepito,
¿Saben cuál?... El del amor...
Que esto no quede en nosotros sólo como un cuento, abracemos a nuestros hijos ya, digámosles que los amamos, no cuesta nada, y qué felices los hace!
Allá a lo lejos se escucha la dulce vocecita de Pepito, diciéndole a su amado perro Browny...
¡Uy! ¡Qué dicha la mía! ¡Los tengo a ustedes tres!
¡Guau, guau, asentía Browny, feliz también por la nueva vida que le esperaba a su amigo.
Pepito es como cualquier niño de su edad, bueno, inquieto, pero le faltaba lo esencial para poder seguir creciendo sano, el amor de sus padres...
No dejemos que esta triste historia se vea reflejada en nuestros hijos, no nos lo permitamos a nosotros mismos, esto es sólo un cuento. ¡Qué no se transforme en una cruda y triste realidad!
¿Qué hubiera sido de Pepito si no se enfermaba para demostrarles a sus papás cuán errados estaban? ¿Qué hubiera sido de este pobre ángel?
Vamos juntos a penetrar al mundo mágico, del que en sueños Pepito tenía tanto amor, como el que merecía tener, como cualquier niño, y edificar en él, el futuro de nuestros hijos...
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"Me sedujiste Señor y me dejé seducir, fuiste más fuerte que yo, y me venciste". Jr. 20, 7. Decía Jesús, "No me digas que me amas, dime cómo vives", "La familia que reza unida, permanece unida", "Sígueme este domingo a Misa". Iniciativa laguna un proyecto de valor y de valores de los laguneros y para los laguneros y el mundo! Esperamos como siempre sus comentarios en: despertar_es@live.com. Lo invito a visitar mi blog en donde encontrará más artículos de su interés. www.familia.blogsiglo.com
"QUIEN NO VIVE PARA SERVIR, NO SIRVE PARA VIVIR".