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Felipe Calderón y su sexenio

JULIO FAESLER

Las dos presidencias panistas que ahora cierran para dar paso al regreso del PRI que durante 70 años rigió al país alcanzaron logros que quedan sin hacérseles justicia por razón de pésimas estrategias de comunicación pública que las caracterizó y el insistente descrédito que el PRI y la demás oposición les dirigieron.

Desde luego que el saldo neto de un sexenio no puede aquilatarse al día siguiente de cumplirse su plazo. Los sexenios de presidentes tan remotos para la juventud actual como los de Díaz Ordaz, Echeverría, Salinas o de Zedillo están en todavía en evaluación. Los efectos de muchas de sus decisiones siguen vivos en la vida diaria del cada uno de nosotros en términos de oportunidades de trabajo, acceso y respeto a las instituciones democráticas.

Los hechos que en su momento fueron anunciados como éxitos de administraciones priístas como el TLCAN o las reformas políticas siguen vigentes.

Sucede lo mismo con el sexenio de Felipe Calderón que tiene que ser visto en el contexto de los cientos de problemas la mayoría de cuidado que le fueron heredados. Problemas en a las más disímbolas áreas: salud, economía, inversiones, recesión internacional y encima de todo, desastres naturales y epidemias

La administración de Calderón estuvo marcada desde el principio por los desastres y la muerte. Los tres secretarios de estado que murieron en su administración la afectaron más de lo que suele admitirse. En ellos se fueron talentos que eran imprescindibles para aportar los valores humanistas que el panismo postula.

El área de salud es un renglón que más importancia tendrá en los años venideros. El haber logrado la cobertura total no tiene parangón en el mundo.

La otra conquista fue la de la proliferación de viviendas, no solamente por su número sino por la calidad de las mismas. La extensión de las comunicaciones de televisión y telefonía es tanto o más importante que lo que se alcanzó en materia de carreteras.

Los avances de Calderón, de corte estructurales han de ser evaluados por historia con visión más larga. Muy especialmente lo tiene que ser para un asunto de la mayor transcendencia que fue el combate ininterrumpido al crimen organizado que desde el principio se emprendió con escasos recursos humanos y contra un escenario de corrupción.

El drama que el país vivió todos los días por su causa marcó para siempre la psicología nacional. Esta marca ha de servir para inmunizar a nuestra juventud contra los peligros de las drogas, muy especialmente las de fabricación industrial.

Las críticas que podemos esperar se lancen contra la administración calderonista irán amainando para convertirse en reconocimientos expresos.

Las generaciones que vienen son los que más importan. Ellas, dentro en pocos años, irán entendiendo el valor del combate al narcotráfico que se libró. Generaciones futuras que no fueron ya forzadas al vicio o a las operaciones horriblemente ilícitas.

El futuro del país, más digno y generoso. Mano Firme, Pasión por México, fue su lema de campaña. Nade podrá decir que no la cumplió.

juliofelipefaesler@yahoo.com

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