EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Figura opacada

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

La maternidad deriva del hecho mismo del nacimiento, por ello la madre rara vez tiene que probar que es la madre.

En cambio, la paternidad es casi un acto de fe, por más de que haya niños que al verlos, uno se convenza plenamente de que son hijos de fulano o zutano, pues, por su fisonomía, parecería que ellos los parieron.

Resulta así que la figura de la madre en la familia es la preponderante. El padre suele pasar a un segundo término y por ello usamos comúnmente la expresión: "Mi casa materna".

Donde está la madre, está el hogar. Y al morir el padre, los hijos se reúnen con mayor fuerza alrededor de ella; y cuando llega a faltar, si hay hermanas mayores, ella o ellas asumen el papel que tenía aquélla.

Por ello también en nuestra cultura nos duele cuando nos mientan la madre, como ofensa. Hay culturas en que las ofensas van dirigidas a la figura del padre, pero en la nuestra eso no nos dice nada.

Vale entonces la pena analizar ¿qué papel juega el padre en el entorno familiar?

El padre no es sólo el principal proveedor de la casa, es más eso ya dejó de serlo hace mucho tiempo. Es también la máxima instancia de autoridad familiar.

Cuando los reclamos y castigos de la madre no surtían efectos, se pronunciaba la consabida frase lapidaria: "Pero nomás deja que llegue tu padre". Y cuando llegaba allá iba la madre con la lista de reclamos para que el padre impartiera justicia y pusiera orden.

No recuerdo ningún castigo fuerte de mi padre, porque a la hora de pedir cuentas o le ganaba la risa o se daba por vencido antes de aplicar el castigo ante la necesidad de razonar el porqué estaba mal aquello que yo había hecho.

El recurso más simple y efectivo era correr a la calle cuando mi madre llamaba a cuentas. Pero había que esperarse hasta la llegada de mi padre para poder entrar nuevamente a casa. Andaba uno a salto de mata hasta eso de las siete o siete y media que el viejo llegaba medio muerto del trabajo para ingresar al hogar bajo su cobijo.

Por que por duro que pudiera ser un castigo, siempre sería menor al de la madre que en cierto momento del día ya estaba harta de tantas travesuras y llamadas de atención.

El padre se encarga de formar a los niños para que lleguen a ser "hombres de bien"; y ejerce una influencia decisiva sobre las mujeres que llegan a conocer a los hombres al través de esa figura y por ello, muchas se pasan la vida buscando inútilmente a un hombre como su padre.

Desde niñas ellas aprenden los secretos de la coquetería para convencer al padre de tal o cual cosa que desean. Lo ponen a jugar a las muñecas o a los desfiles de modas y hasta lo sientan a jugar a los trastecitos.

El padre puede ser duro con los hijos, mas no injusto; y con las hijas se derrite en cuanto las ve.

Nunca he visto tanta felicidad en un padre como cuando tiene por descendencia puras hijas. Basta su símpele vista para que se entreguen como corderos al matadero.

Por lo común la figura del padre es opaca, mientras que la madre brilla con todo su esplendor siempre.

Mas hay mujeres a quienes su padre las marcó de por vida y son felices a su simple recuerdo. Esos son los padres buenos, que supieron irradiar felicidad, dar amor y comprensión a sus hijas e hijos.

Yo recuerdo al mío en estas líneas y no puedo menos que darle gracias a Dios, por habérmelo dado y dejado que lo disfrutara muchos años. Aún pienso en él y lo extraño, lo extraño mucho.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 753745

elsiglo.mx