Necesitamos reflexionar
La reflexión es una actividad necesaria para buscar la verdad y el bien, para el conocimiento propio y para la acción. Reflexionar antes de la acción y de los acontecimientos, hace posible clarificar fines, medios y consecuencias, así como rectificar a partir de la experiencia.
La vida nos lleva de una actividad a otra, de un lugar a otro, sin que nos paremos a reflexionar: qué hacemos, cómo y con qué sentido.
Juan era consciente de sus prioridades: su familia, profesión, amigos, y solía reflexionar a partir de la experiencia. Pero las circunstancias le estaban alterando sus equilibrios. La reducción de recursos económicos y otros cambios familiares le ayudaron a “caer en la cuenta” de que necesitaba pensar “reflexionar” “antes de los acontecimientos”.
Desde su situación, las tensiones familiares y profesionales, decidió tomar la iniciativa: analizar, clarificar su situación actual y en principio habló con su mujer expresándole con sinceridad su estado de cansancio, de las dificultades en la empresa, de su estado de ánimo.
Decidieron descansar unos días en un lugar tranquilo. Hablaron, analizaron y establecieron prioridades y cómo afrontarlas.Ya de vuelta hizo cambios en la empresa familiar. Necesitaba una reconversión: se transformaría, en “empresa de proyectos de rehabilitación”.
Juan era ingeniero técnico de la construcción y los otros dos empleados podrían responsabilizarse de tareas específicas. Conectarían con otros profesionales y con pequeñas empresas del ramo.
En los meses siguientes, los resultados empezaron a notarse: optimismo, distensión en el trato con las personas, ambiente de trabajo (...). Y con ello, conocimiento de las situaciones, sin olvidar la relación con las personas, las aficiones y la capacidad de rectificar; sabiendo que, nuestros aciertos y errores, en la consecución de los fines y los medios, es responsabilidad de cada uno.
Hoy siente el agradecimiento por los apoyos que le hicieron reflexionar, a veces, con breves expresiones de un amigo, como “Juan deberías pararte a pensar”, o la seguridad y la ayuda de su familia.
Tras tomar como objeto de reflexión, en los párrafos anteriores, la situación motivada por “tensiones profesionales y familiares es obligado plantearnos esa misma necesidad en ámbitos más personales, más interiores, tales como la formación, el carácter y todo aquello que favorezca el desarrollo de las potencialidades personales.
La formación, humana, intelectual, profesional, religiosa, es fuente de renovación. Desde ella, podemos conocer, comprender, reflexionar, valorar, juzgar, aplicar. La formación profesional, nos puede sugerir cambios decisivos: objeto y finalidad de nuestro trabajo, motivaciones, competencia, justicia, relaciones personales.
Si se trata del carácter, podemos plantearnos cambios significativos en el desarrollo personal a partir del propio conocimiento (comportamientos, preferencias, acciones, omisiones, reacciones, (...), incluyendo, cómo nos ven las personas que nos rodean (familia, trabajo, amigos).
Puede ayudar escribir en dos columnas las respuestas a estas dos cuestiones: 1: ¿cómo soy? ¿cómo dicen que soy?, 2: Cambios que quiero conseguir (¿qué, cómo, cuándo, dónde?).
Tomarse en serio la vida, ese desarrollo personal, apuntar a una “vida lograda y con sentido”, puede encontrar el obstáculo de dejarlo para después, cuando tenga más tiempo, cuando pasen los problemas.
En esta cuestión de apostar por la mejora personal, el momento oportuno es cuanto antes y de forma continuada, revisando su consecución periódicamente. Es cuestión de unir lo que es importante con cierta urgencia. En tal sentido, nos puede ayudar el símil de la construcción de un edificio, hecho con ladrillos, que se inicia y se levanta colocando, técnicamente y en su lugar, uno a uno y con la constancia de días de trabajo, meses y a veces años.
José Arnal Agustín.
