Ecos de la fauna
El viento cálido que se escurre entre el verde esmeralda de los árboles lleva un mensaje por todos los rincones de la selva y con atención se puede escuchar que:
Un príncipe (y no precisamente azul) pretende recuperar tras doce años de ausencia, el poder absoluto.
Se trata de un león, no de gran cabeza, de mediana melena, algo torpe pero con mucha imagen, nacido en la peña y nieto de otro monarca y que con paciencia fue preparado desde cachorro por los viejos leones ahora sedentarios, para asumir el mandato total de la selva.
Se dice llamó a toda la fauna para externar su deseo de conformar una alianza y a la vez comunicar que él sería el presidente.
Los súbditos acostumbrados al llamado de su líder, no podían levantar la cabeza frente a él; así que aceptaron todas sus condiciones del pacto de unidad y en donde recibieron la lista, de los que, a juicio del león de la peña y nieto, deberían ser, porque así lo dispuso, quienes representarán a cada una de las especies que en breve podrán estar bajo su mando.
A punto de terminar la reunión una abeja resolvió levantar una de sus alas para señalar irían a la alianza con él pero bajo la condición de que serían las abejas y los zánganos de ese gran enjambre los que propondrían a sus representantes rechazando las condiciones del posible soberano.
Extrañados, los animales voltearon a ver a los del enjambre y con duras miradas los señalaron como indisciplinados y les pidieron reconsiderar su postura.
Entonces intervino la abeja reina, misma que por años ha controlado este enjambre y decidió romper la alianza manifestando que tan sólo le estaban ofreciendo para sus zánganos doce lugares de quinientos; y dos más de ciento treinta y dos a otro nivel, los cuales deseaba dejar para su hija y su yerno (el avispón). Pero con la actitud asumida por el león de ser él quien nomine no le dejaban otra opción más que separarse y solitos tratar de defender los catorce lugares.
Siendo casi dos millones las abejas obreras y miles los zánganos no duda alcanzar el porcentaje que le daría derecho a tener acceso a ese número pero sin someterse a la voluntad, en caso de ganar, del león; mas esta postura la puede dejar endeble ante el resto de los animales que muchos de ellos ya pactaron.
Hoy la abeja está en el ojo del huracán ya que por un lado tendrá un enemigo no muy pequeño y por el otro ella no se avispó y eligió como su candidato para representarlas a un abejorro poco conocido por todos del cual se duda alcance las metas.
El viento sopla y nos dice que la historia no acaba aquí; que tal vez las obreras y los zánganos pierdan el “Panal” ... pero no a su abeja reina.
¿De ganar el león qué futuro le espera a la abeja reina?
¿Pactará el león de la peña y nieto con la abeja, con las obreras, con los zánganos o con aquéllos que siendo de la misma especie se han separado para formar su propio hábitat?
No deje de leer el próximo capítulo de esta interesante historia.
Gómez Palacio, Durango.
Miguel Gerardo Rivera