Los candidatos
He visto con profunda tristeza cómo los institutos políticos han ido alejándose cada vez más de la sociedad, misma que supuestamente alguna vez representaron, al grado que ninguno de los “suspirantes a la sillota” nos satisface. Ninguno de los tres puede estar ni siquiera seguro de que su propia familia votaría por él o ella. Y por favor, no me digan que son cuatro, porque el lacayo de la profesora no cuenta, la lucha real es sólo entre tres.
Estos personajes se dan hasta con la cubeta, pero ninguno se ha comprometido a derogar alguno de los excesivos impuestos que nos agobian y que han sido la causa del cierre de muchos pequeños negocios, ni mucho menos a adelgazar y minimizar el aparato burocrático que alcanza dimensiones insostenibles.
Nos han fallado desde aquel bufonesco “Arriba y Adelante”, pasando por “La Renovación Moral”, hasta el “Presidente del Empleo”. No hay un candidato que nos satisfaga, que se comprometa a trabajar por el país y acabar de manera definitiva con la inmensa brecha social que cada día es más grande, que no esté pensando en cómo entregar a México a las garras del clero, que se comprometa a luchar por acabar con los exagerados privilegios de la “clase dorada” en que se han convertido los políticos desde muchos sexenios atrás, que se comprometa a derogar impuestos y dependencias inútiles.
En mi opinión, 500 diputados son muchos, bastaría con menos de la mitad y habría que revisar cada uno de los organismos oficiales y verificar que se justifique su existencia.
Roberto David Horta M.
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Los semáforos
En Torreón los semáforos están sincronizados al revés. ¿Te gustaría que hubiese un semáforo en cada esquina? Ocurren frecuentes accidentes automovilísticos en varios cruceros de avenidas principales tales como la Calle 21 y avenida Hidalgo, otro punto frecuente es la calle Comonfort y avenida Presidente Carranza, seguramente el lector sabe de otros donde a cada rato al menos una vez al mes chocan autos.
Íbamos a ver cada choque, pero no con la intención morbosa de ver qué pasó, sino preguntando: ¿está usted bien, le llamo a la ambulancia, le llamo a su familia? Acaba uno por preguntarse a qué se debe que choquen con tanta frecuencia en esas avenidas principales. Y al ir uno conduciendo y llegar a esos cruceros, puede, si es observador y tiene oportunidad de haber viajado a ciudades más grandes, puede darse cuenta que hay una diferencia básica en la sincronización de nuestros semáforos contra los de Monterrey o la Ciudad de México.
Aquí va uno conduciendo y de pronto el siguiente semáforo empieza a parpadear, acelera uno “para alcanzar el verde”, a la siguiente avenida, otra vez empieza a parpadear el verde y aceleras un poco más, ya que van cambiando conforme avanzas, si le aceleras lo suficiente puedes llegar a tener puros verdes un buen trayecto, pero en caso de que apenas cruces en ámbar y por una fracción de segundo tu auto avanza a la mitad de la calle, y el semáforo ¡cambió a rojo!, puede darse la “casualidad” de que otro vehículo venga por la avenida a más velocidad que la reglamentaria y a él le acaba de cambiar a verde… y ocurre un encontronazo.
En la Ciudad de México va uno por una avenida y en cada esquina hay un semáforo, los ve uno todos en verde hasta donde le alcanza la vista, allá a lo lejos cambia uno a rojo, Luego el siguiente en dirección al que maneja, luego otro más y otro más, los ve venir el automovilista y automáticamente va reduciendo la velocidad, no tiene caso pasarse el semáforo ya que de todas formas el que sigue está en rojo, así que hace alto total. Por esto opino que en esta ciudad están al revés, van cambiando en dirección del que va avanzando, y en ciudades más grandes avanzan en sentido contrario a la circulación vehicular.
Torreón, Coahuila.
Eduardo Ruiz Gutiérrez,