Uso de aviones privados
Hace aproximadamente tres años me sucedió algo chusco. Viajando de El Salvador a México, al llegar a los mostradores de la compañía aérea, me di cuenta que uno solo de estos estaba abierto para atender a los pasajeros mientras que los demás estaban al servicio de un pequeño grupo de privilegiados quienes recibían de inmediato sus documentos de acceso al vuelo. Esta condición desigual provocó una larga fila y la desesperación de su servidor por no ser atendido con la acostumbrada celeridad.
Con envidia en contra de los privilegiados y preocupado por perder el vuelo, empecé a reclamar en voz alta a los empleados de la compañía exigiendo un trato igual. Tal fue mi reclamo que un guardia de seguridad se acercó a mi para decirme que ya iba a ser atendido pero que a cambio guardara silencio. Y así fue, yo guardé silencio y al poco rato un empleado de la empresa me llamó, tomó mis papeles y de inmediato emitió mi pase de abordar.
Camino a la puerta de embarque, reflexioné sobre mi actitud para reconocer que me había excedido. Empecé por sentirme mal sobre todo con privilegiados para los cuales había espetado algunos adjetivos no muy apropiados. En mis adentros deseaba no tener que sentarme junto a ninguno de ellos por la pena que me provocaba tener que darles la cara. Tan mala fue mi suerte que al tomar mi asiento dentro del avión, tuve que molestar a dos de ellos para que se levantaran y me dejaran pasar al lugar junto a la ventanilla.
No dije nada, solo con su permiso, me senté, tome mis audífonos y mi libro, y me aislé un poco por la pena del espectáculo causado en la sala.
Mientras esperábamos la salida, pude notar mucho movimiento en las afueras al pie del avión y luego a su interior hacia el frente. Me asomé para ver que una señora muy elegantemente vestida del grupo de los privilegiados tomaba asiento en primera clase. No la reconocí.
Al poco rato de estar en al aire empezó el servicio de alimentos con algo inusual ya que solo a los privilegiados se les servían el acostumbrado lunch y una copa de vino. Cuando llegó mi turno de escoger la bebida pedí que se me sirviera de ese vino a lo que la sobrecargo accedió lo que me provocó asombro por la excepción hecha. No satisfecho con una copa, pedí la segunda y luego una tercera lo que me animó a establecer conversación con mis vecinos.
Las típicas preguntas, ¿A dónde van? Vamos de regreso a España. ¿Vienen con algún grupo? Si. ¿Vinieron a El Salvador a algún evento? Si, vinimos en representación del gobierno de España. Que interesante, ¿Y quien viene al frente?. Al frente viene la Reina Sofía, y ella le invitó las copas de vino que se tomó. ¿La reina de España viaja en avión comercial? Si, la reina de España viaja en avión comercial y hará escala en México de regreso a España.
¿Por qué nuestros presidentes, secretarios, gobernadores y otros funcionarios viajan solo en avión privado? ¿Cuánto dinero no se invierte en estos traslados? ¿Si enviáramos lo que Peña Nieto y Josefina han gastado en la renta de jets y helicópteros para sus campañas, cuántas aulas o pisos firmes podríamos construir? ¿Qué no habrá forma de limitar el uso de estos costosos aparatos y destinar ese recurso en beneficio de la gente? ¿Por qué nuestros gobernantes no pueden ser como la reina de España y viajar en línea comercial?
Jorge Madero.