‘Arrimar el hombro o protestar’
Érase un país donde las vacas estaban gordas y hermosas. Pero un ganadero con mucho talante comenzó a ordeñarlas lo normal… y ordeñarlas más allá de lo normal… y ordeñarlas hasta la extenuación. Así durante siete años y, claro, las vacas se tan quedaron flacas, flacas, flacas que sólo tenían los huesos y la piel.
Luego llego otro ganadero, ante panorama tan desolador, hubo de tomar medidas drásticas: cuidar mucho a las vacas para que no se murieran y naturalmente, ordeñarlas mucho menos, entre otras razones porque tenían las ubres mas secas que la mojama.
Tal vez este país tenga que atravesar otros siete años de vacas flacas. Depende del esfuerzo y del talento de todos para arrimar el hombro. Es una simpleza imprudente lo que hacen aquellos que se indignan porque se han acabado las vacas gordas: no hacer otra aportación para la salida de la crisis que protestar contra el nuevo responsable, que bastante trabajo tiene con evitar la ruina.
José Murillo Berges.
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‘Amlovoros’ y el gran oráculo
Con el avance del proceso electoral y con los cambios en las tendencias para la elección presidencial se percibe con claridad que las opiniones de muchos articulistas, columnistas y editorialistas de medios impresos y electrónicos se han tornando cada día mas suaves, neutrales y hasta favorables respecto al tema López Obrador. Sorprende el ver atenuando el ya tradicional, bien instituido y arraigado juego de “péguenle al peje”, surgido con motivo de las elecciones de 2006 e impulsado por las del 2012, pero contrarrestado principalmente por la realidad de México.
¿Habrá mermado la amlofagia, e inclusive la actitud adversa de algunos conductores televisivos por factores como el reconocimiento, convencimiento, respeto, resignación, linea editorial o reflexiones en el gran oráculo?...considero que “un mucho” de todo.
Francisco Benavides Beyer,
Cuernavaca, Morelos.
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De las encuestas
¿me pregunto si serán sanas para nuestra incipiente democracia tantas encuestas? se supone que la decisión de los ciudadanos debe de estar libre de cualquier tipo de influencia, por lo tanto, el andar haciendo público resultados tan discrepantes pudiera afectar la decisión libre y espontánea de los ciudadanos. “mejor me voy con el ganador” “¿qué caso tiene votar por fulano si no tiene posibilidad?” “Mejor voto por fulano porque sutano me da miedo” podrían ser algunos de los argumentos provocados por estas, además, ¿qué pasaría con el que siempre fue arriba y no gana?... me parece que lo más sensato y parejo sería no permitir la publicación de ninguna para no provocar expectativas que pudieran crear conflictos posteriores…
Jaime Díaz de León.