¿Vencimos al desierto?
A raíz de la visita del fallido candidato del Panal, Gabriel Quadri a nuestra Región Lagunera, realizó comentarios muy acertados, que invitan a la reflexión.
¿Realmente “Vencimos al desierto”? Como laguneros, somos tesoneros, luchones, trabajadores, apasionados, buenos anfitriones, y nuestro principal orgullo es precisamente jactarnos de gritar a los cuatro vientos que “vencimos al desierto”, ¿de qué forma?, construyendo y transformando una ciudad, una región, prácticamente en lo que quisimos.
Empezando con asentamientos humanos de ciudadanos de todo el mundo, la agricultura y su bonanza (algodón), luego surgió la ilegalidad e irregularidades en los pozos de extracción de agua, el auge del comercio, la industria textil, embotelladoras y cerveceras; pero sobre todo, creando la cuenca lechera más importante del país y los suministros que necesitan (alfalfa). Todo esto, en una región desértica.
¡No vencimos al desierto, nos aprovechamos de él!; explotamos sin respeto ni control su agua pura, embovedamos sus ríos en un afán de controlar sus avenidas y lo único que logramos fue secar sus lagunas y su cauce natural, sembramos árboles que demandan mucha agua (no son regionales) solamente porque “se ven más verdes”, hay competencias por ver quién tiene el jardín más hermoso o la alberca más grande, lavamos con manguera banquetas y automóviles. ¿Por qué realizar tanto desperdicio de nuestra fuente de vida?, algunas razones: hedonismo, presunción, indiferencia, y sobre todo por el maldito dinero.
¿Qué sucede cuando el líquido empieza a escasear tanto en domicilios, ranchos o industrias?, la respuesta inmediata siempre es perforar, perforar y perforar más pozos para abastecernos, ¿pero a qué riesgo?, arsenicismo y sobreexplotación de mantos acuíferos.
Quadri tiene razón, ¿por qué no aprovechar las ventajas naturales de nuestra región? Las respuestas son muchas, podemos mencionar indiferencia, Poco interés, ambición, poder, en fin, un sinnúmero de razones por las cuales seguimos destruyendo nuestro ecosistema, seguimos destruyendo la casa que Dios nos dio y que prácticamente la estamos convirtiendo en un área inhabitable y marchita.
Se deben plantear leyes claras, estrictas, con sanciones implacables y plazos razonables que obliguen a ciudadanos y empresarios a mantener sus operaciones con el mínimo de uso de agua, o tratamiento y reutilización de la misma, de lo contrario que se les impida operar; se debe invertir en tecnologías de ahorro de agua en todos los niveles, subsidios y estímulos fiscales para el uso y proliferación de la energía solar y el establecimiento de biodigestores de CO2 en ranchos lecheros, prohibición total de siembra de alfalfa dentro de la zona de La Laguna o en áreas protegidas (Cuatrociénegas). Y esto sólo para empezar.
Ciudadanos, esto ya no es cuestión económica o de negocios, es cuestión de supervivencia, tanto de nuestra especie, como de las endémicas de la región, su flora y fauna.
Por último, considero que en un aspecto Quadri sí está equivocado, él menciona: “Así como va la Laguna, no va a ninguna parte”; pero yo creo que sí tiene un rumbo sin retorno: va directo a su extinción.
Sin agua, ¡Jamás venceremos al desierto!
Ricardo Sadd,
Comarca Lagunera.