Hay que cuidar a Oribe
En las Olimpiadas celebradas en México en el año de 1968, en la final de los 200 metros nado de pecho varonil llamó la atención el jovencito de diecisiete años Felipe “El Tibio” Muñoz por haber calificado con el mejor tiempo en los heats eliminaorios.
Los especialistas le daban poco chance al joven mexicano ya que se iba a enfrentar a los campeones mundiales, el ruso Vladimir Kosinsky y el estadounidense Brian Job.
El día de la final las más de diez mil personas que llenaron las gradas de la alberca Olímpica no paraban de gritar ¡Mé-xi-co, Mé-xi-co!
En los vestidores “El Tibio” acompañado de su entrenador el profesor Nelson Vargas y de su padre Don Felipe Muñoz, trataban de calmar el nervio, el muchacho les dijo: “No se preocupen, voy a ganar”.
Cuando salieron del vestidor, la gritería arreció.
La carrera fue emocionante desde el principio, todos iban muy parejos, “El Tibio” tocó en quinto lugar en los primeros cincuenta metros, pero estaba cerca del ruso y del estadounidense que nadaban en los carriles contiguos, al llegar a los ciento cincuenta metros el ruso iba en primero, le ganaba por un cuerpo, al dar la vuelta para los últimos cincuenta metros, “El Tibio” comenzó su ataque, con un cierre espectacular alcanzó al ruso faltando veinticinco metros, y en los últimos segundos lo aventajó por una brazada, los gritos de apoyo aumentaron en intensidad y en esos últimos metros se convirtieron en un alarido.
La hazaña se había consumado, “El Tibio” ganaba la primera medalla de oro para México en esas Olimpiadas.
Después de ese triunfo “El Tibio” no volvió a ganarle ni un volado al merenguero, lo echaron a perder los homenajes, festejos, las loas.
Todos los programas de televisión y radio lo entrevistaban, todos los políticos querían tomarse la foto con él, lo echaron a perder tanto que se volvió político, actualmente es diputado federal del PRI por el Distrito Federal. Hay que cuidar a Oribe, lo necesitamos en Brasil 2014.
Roberto Barranco Aguilar,
Torreón, Coahuila.
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Conflicto
Cómo vamos los mexicanos a avanzar y competir con otras naciones si entre nosotros mismos buscamos siempre la forma de perjudicarnos.
Un ejemplo muy claro es el del conflicto por la barda en la calle Dalias con el fraccionamiento Del Bosque y la colonia Brittingham, en Gómez Palacio, Durango, ya que tengo contacto con gente de las dos colonias y en ambas hay gente respetable y trabajadora y gente de la cual hay que cuidarse, ya que el delincuente no es sólo aquel de aspecto cholo o malviviente.
Este conflicto sólo está sirviendo para que la autoridad justifique la inseguridad que se vive, ya que en teoría el gobierno debe proporcionar la seguridad y el bienestar, para eso pagamos nuestros impuestos y no andar poniendo bardas por todos lados, esto quiere decir que la autoridad no está haciendo bien su trabajo o bien puede haber intereses ocultos de ciertos grupos, hay que pensar también en la gente que se perjudicaría, ya que no todos tienen la edad para andar realizando grandes rodeos a pie, por lo tanto lo ideal sería exigirle a nuestras autoridades que combatan eficazmente la delincuencia y no tener policías las 24 horas vigilando que nadie se acerque a tirar una barda.
Sólo vean lo que pasa con Estados Unidos que creen que construyendo bardas más grandes y largas se va a detener la migración, cuando el origen de eso está en la pobreza que se vive en nuestro país.
Daniel Chávez,
Torreón, Coahuila.