Y resulta que... nos morimos
Somos efímeros como la porcelana y aunque viviéramos cien años, somos un susurro en la inmensidad del tiempo.
Disfrutamos del soplo divino que nos dio el aliento y surgidos del barro retornamos a él y como nos dice el sagrado libro: nadie sabe el día ni la hora, pero de cien años ciertamente no pasamos y a propósito ya en condiciones difíciles.
Abundando en el tema, “Lecciones de vida”, artículo editorial que nos obsequia don Germán Froto y Madariaga: “Que se viva el momento a plenitud”, con todo respeto me atrevo a añadir a tan acertado consejo: Que vivamos dando o al menos lo intentemos; se degusta más al compartir los regalos que a diario recibimos de todas las personas que Dios puso en nuestro entorno. Que viven y sienten igual que nosotros: Seres queridos, amigos y personas que no conocemos o sea con todos al menos un gesto amable, tal vez un saludo, una cortesía al conducir y ciertamente saborearemos esas trascendentales palabras que (es mejor dar que recibir). Algunas veces es tan maravillosa esta práctica que con la sola intención de servir a otros, obtenemos alegrías insospechadas y nuestro breve paso por este mundo tal vez no dejará huella en el tiempo, pero aparte de vivir contentos mejoraremos un poquito la realidad social y como dice don Germán Froto: siendo felices nosotros haremos felices a los demás.
Querámonos todos, compartimos el mismo aire, como quien dice masticamos el mismo polvo y la misma vida, somos contemporáneos en este breve espacio de tiempo; la muerte es dolorosa, pero podemos amortiguar bastante ese golpe de separación si no somos tacaños al entregar nuestro amor. Viviremos con plenitud y la muerte nunca será bienvenida, pero sabremos manejarla.
Y resulta que todo lo que vivimos es un regalo divino, hasta el dolor, recordemos que las rocas no vibran con los sentimientos; así pues absolutamente todo es un regalo de Dios: Alegría, angustia, miedos, llanto, felicidad, risas, todo ese colorido mosaico de vivencias son hermosas y es bueno agradecerlas en todo momento.
Y es bueno reconciliarnos con todos, todos los días y con nosotros mismos, por supuesto con el Creador y como dice San Agustín: Mi alma vive angustiada desde que salió de ti Señor y no volverá a estar en paz hasta que regrese a ti.
Arturo P. Salas Juárez,
Torreón, Coahuila.
***
Sin toldos
El pasado día 15 del presente mes nuestro alcalde de Torreón, Eduardo Olmos en un noticiero dijo que pondría toldos para la gente que asistiera a la inauguración de la nueva plaza, ya que amenazaba lluvia, sin embargo no colocó los mentados toldos y, yo asistí y nada de toldos, por lo que me pesqué tremenda gripe que me duró una semana.
No debió comprometerse a colocar los toldos; otra promesa más incumplida de nuestro alcalde.
Nada más donde cantaron los de la banda El Recodo tuvieron toldo que los protegió de la lluvia, pero, el resto de los que cantaron y bailaron lo hicieron bajo la lluvia, qué injusticia.
¿Por qué en el otro escenario no había toldo? Qué discriminación para nuestros artistas locales, ni modo.
Mayela Salazar Montes,
Torreón, Coahuila.
