¿Dónde está el cielo?
Sí, así me preguntaba mi nieta en su infantil imaginación.
Y, yo le contesté, no sé, ni yo mismo sé con los años que me ha tocado recorrer en este mundo afortunadamente; tal vez esté en nuestra mente, en nuestra satisfacción del buen proceder, o porque la religión nos dicta que está en algún lugar. Pero hasta ahorita me hago mil conjeturas con esa inocente pregunta, y vuelvo a preguntarme, deveras ¿Dónde está?
Yo creo que ese estigma de: “si te portas bien, un premio; si te portas mal, un castigo”, está de más de estereotipado en nuestra educación recibida desde la infancia, cuando en realidad son más importantes los valores personales que poseemos, simplemente el sentirnos vivos, apreciar una flor, una sonrisa, una mano amiga, un gesto de bondad, compadecernos del desvalido, ser cada día mejores personas, en fin, tal vez no esperar nada al fin de nuestra vida, pues si existe otra vida mejor que ésta, si hemos seguido los cauces de nuestra conciencia correctamente, ésta se dará por añadidura...
Hugo A. Valerio A.,
Gómez Palacio, Durango.
Justos por pecadores
Inicio esta carta refiriéndome al caso de la niña que fue diagnosticada en una clínica del Seguro Social como víctima de maltrato infantil. Resulta que considerando el dictamen del médico que la atendió, trascendió a sugerir a la progenitora de la niña como principal sospechosa del abuso. Después de estudios a fondo fue descartado el abuso y resultó que la niña en realidad padece una condición médica delicada que presenta afectaciones físicas que hicieron suponer maltrato.
En sí, esto no es el fondo de este comentario sino las consecuencias que tal afirmación de los medios provocaron en la madre de la menor y en el médico que atendió en primera instancia a la niña, pues ahora resulta que en los medios se comenta que podrían existir posibilidades de tomar medidas legales en contra del médico; por parte de quien sea en mi opinión muy personal, es algo injusto puesto que esas consecuencias que tuvo el primer dictamen médico, respecto a la reputación de la madre se debió más a un sensacionalismo de un noticiero que expuso la noticia tal vez ratificada según sus criterios, lo cual marcó a la madre ante la sociedad, pero considero que de haber realizado un verdadero seguimiento de la noticia con las consideraciones de privacidad y ética moral no se hubiera ocasionado ese daño moral que ahora quieren hacer pagar al médico.
Creo que actualmente algunos medios de comunicación como cualquier organización tienen desaciertos que pueden ser corregidos; antes de considerar la atención del auditorio deben considerar las repercusiones que tendrá una noticia de esa naturaleza en los protagonistas cuando aún no ha existido una conclusión de investigación.
También hay que considerar que de no haber existido esas observaciones del médico y esos estudios, que como se entiende, fueron necesarios para descartar la condición de maltrato (cosa que el medio en cuestión no esperó para recibir ese dictamen final antes de dar la noticia) no se hubiera descubierto la condición crítica de la niña y su padecimiento hubiera podido avanzar con consecuencias tal vez más críticas.
Sólo me resta decir que un primer diagnóstico médico no puede ser considerado nunca como definitivo, sin antes ser descartados todos los cuadros posibles y así acercarse a la realidad clínica del paciente. Esto viene sólo a dar el crédito y la verdadera justicia de los hechos sin afectar la probidad de los protagonistas.
Heriberto Segovia.
